El fin de semana anterior el Gobernador Miguel Ángel Yunes Linares dio a conocer un mensaje de esos muy suyos: “Me da mucho gusto comentarles que por séptima semana consecutiva ha bajado la incidencia delictiva en la entidad”. Pero la noticia no emocionó a los veracruzanos acostumbrados como están a vivir entre homicidios y ejecuciones.

Y como sucede en estos casos no faltó quien le echara a perder la buena nueva.

Esta vez no fueron los delincuentes contestando con balaceras, sino el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública que dio a conocer que la violencia en Veracruz creció más en febrero que en enero.

Y van los datos duros: En enero se denunciaron 162 homicidios, pero en febrero aumentaron a 178. Hubo tres casos de feminicidios en enero por cinco en febrero.

Los homicidios “con otro elemento” se dispararon en más del 100 por ciento ya que si en enero fueron quince, en febrero se registraron treinta y tres.

Los robos a negocios también subieron más del 100 por ciento; en enero se reportaron 190 mientras que en febrero fueron 222.

Total que seguimos en las mismas y la delincuencia no le baja, a pesar del optimismo gubernamental.

Y en medio de esas calamidades fue ejecutado otro periodista.

Leobardo Vázquez Atzin que fuera periodista de los diarios La Opinión y Vanguardia en la zona norte de la entidad, fue asesinado a balazos en su casa, ubicada en el municipio de Gutiérrez Zamora, por unos sujetos que huyeron una vez cometido el crimen.

Leobardo tenía un portal de noticias donde denunció el caso de una invasión a un terreno en Tecolutla y esto ocasiono el enojo de algunos sujetos.

Días antes de morir, el periodista comunicó a unos amigos que había recibido amenazas de muerte de un alcalde y un Notario Público. Y si pensaba denunciar ya no lo alcanzó a hacer.

Sin ingresos para mantener a sus tres pequeñas hijas (la mayor de siete años), Leobardo puso un puesto de tacos en su casa y esto bastó para que la Fiscalía General del Estado le endilgara el status de taquero en lugar del de reportero.

Que la Fiscalía actúe con tanta ligereza y desprecio con el gremio reporteril es algo que no debería sorprendernos. Pero aquí lo importante es que se aboque a las investigaciones, dé con el paradero de los responsables y los lleve a prisión.

Mucho se culpa a Javier Duarte (y con sobrada razón) por los crímenes cometidos contra 19 periodistas durante su calamitoso sexenio, pero poco o nada se dice sobre los cinco comunicadores asesinados (uno cada tres meses en promedio) en los quince primeros meses de esta administración.

Taquero o no, Leobardo era ante todo un reportero. Es decir, una persona que recababa, procesaba y difundía información. Luego entonces, el crimen que se cometió en su contra fue un asesinato a un reportero convertido por necesidad en taquero. Y no a un taquero metido a reportero.

De acuerdo con la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la calidad de periodista se acredita con el ejercicio funcional de esta actividad. Y en ese sentido, Leobardo acreditaba con creces su trabajo periodístico.

El alcalde y el Notario deben tener nombres y apellidos y sería bueno saber si la Fiscalía General de Estado los está investigando.

¿Será que la dependencia esclarezca este cobarde atentado?

O será que este asesinato pase a engrosar la lista de crímenes perfectos cometidos contra periodistas en Veracruz.

bernardogup@nullhotmail.com