Ricardo Anaya, candidato de la coalición “Por México al Frente”, dijo que el registro de los candidatos del PRI al Senado y a la Cámara de Diputados por la vía plurinominal, representaba una especie de arca de Noé, donde la fauna priista intentaba ponerse a salvo “de la inundación que se avecina”, refiriéndose al resultado de la elección presidencial.

No fue el único que así lo ha visto, considerando que hasta los más cercanos a José Antonio Meade pasaron a formar parte de la privilegiada lista que les asegura en escaño en cualquiera de las dos Cámaras. Pero esa es la gran diferencia entre Ricardo Anaya y el priismo es precisamente la estrategia.

La conformación del Congreso tiene dos propósitos: consolidar el futuro de las reformas estructurales, y en caso de perder la elección, contener cualquier intento de echarlas abajo. Mientras que el ex joven maravilla está pensando que este proceso se trata de puestos, privilegios y acceso al poder, el Presidente, el PRI y sus candidatos están previniendo todos los escenarios posibles, y no pensando en asegurar posiciones para sobrevivir al diluvio, sino para garantizar la viabilidad del proyecto transexenal del presidente Peña.

Por eso es que el PRI mando a todo su arsenal a las Cámaras. No buscan chamba sino establecer un mecanismo de contención en caso de un resultado adverso, y desde ahí, con la aprobación del presupuesto federal, la asignación a los estados, la aprobación de reformas  o el rechazo a las contrareformas, preparar el escenario para volver al poder en seis años. Así lo hicieron durante las dos administraciones panistas y lo lograron.

La conformación de las listas de candidatos plurinominales no es una expresión de temor a la derrota, por el contrario, es una manifestación de fuerza y de estrategia, la misma que aplicarán para hacer que José Antonio Meade sea el próximo presidente. Una vez que esto suceda y el riesgo se disipe, muchos de los encartados como legisladores podrán emigrar hacia el gabinete, dejando una posición de ensueño a sus suplentes. Nada se ha dejado al azar.

Por eso la inclusión, por ejemplo, del dirigente nacional priista, Enrique Ochoa Reza en la Cámara de Diputados. No se trata de su experiencia legislativa –que no la tiene- o de brindarle una chamba ahora que concluya el gobierno del Presidente Peña Nieto. Será él, con su discurso beligerante y contestatario quien encabece el frente legislativo; lo mismo pasará con los otros viejos lobos de mar, dirigentes de sectores y organizaciones, que no dudarán en movilizar a sus huestes en caso de que se ponga en riesgo el proyecto transexenal.

Eso explica en muy buena medida que en el reparto de posiciones se haya privilegiado a los hombres cercanos del Presidente y algunos del equipo de trabajo del candidato Meade. No se trataba de conceder posiciones de privilegio a otras corrientes políticas que no se comprometen con este proyecto, y que por el contrario, han sido críticos al Presidente y al Partido. Muy al estilo del Presidente, la decisión se tomó en el más puro pragmatismo.

Decir que se trata del Arca de Noé ha sido una expresión ocurrente que coincide con la percepción de muchos sectores políticos, sin embargo poco refleja lo que en realidad está sucediendo. Ricardo Anaya ha perdido demasiado tiempo en defenderse sin lograr hasta ahora el resultado esperado; se ha tenido que olvidar de la campaña y las propuestas para intentar articular un discurso que le permita ocultar la verdad.

Por su parte, con mucho más olfato, Andrés Manuel parece entender mejor la estrategia de sus adversarios, sobre todo porque es él a quien están destinados todos estos reacomodos políticos. Y sabe que no la tiene fácil, ni siquiera ganar la elección en la que siempre ha estado como puntero. Hasta ahora ni su equipo, ni Morena, tienen cuadros lo suficientemente capacitados para dar la pelea en el Congreso.

Eso explica su desazón, su preocupación, su decisión de retomar su discurso amenazante e incendiario; porque si pensaba que toda la lucha se acababa con ganar la elección, ya entendió que ahí apenas inicia. No obstante, insisto, la estrategia del Presidente y su partido ha dado muestra de que no dejarán cabo suelto. Que el Plan A es ganar la Presidencia

Señores esto es política. Y a quien no le guste el calor, que no se meta a la cocina.

Las del estribo…

  1. Las lonas puestas en la ciudad para recriminar al presidente municipal, Hipólito Rodríguez, su viaje a Argentina tienen todo el sello de la casa. Habrá quien acuse de una burda estrategia de guerra sucia, sin embargo, son cosas que le divierten. Es parte de su naturaleza, y por lo visto, el munícipe no ha acabado de entender al vecino de la casa de enfrente. Lo malo para el viajero es que hasta los trabajadores del municipio celebraron la ocurrencia.
  2. Ahora que Beatriz Paredes se apuntó para ser la madrina de registro del candidato del PRI al gobierno de Veracruz, José Yunes Zorilla, estará pensando en que si gana le renueve la generosa beca que cobraba en los tiempos de Javier Duarte y que el propio mandatario se encargaba de presumir a todo el mundo. Pobre Veracruz.