En el último año del atroz gobierno de Javier Duarte de Ochoa, los veracruzanos pensamos que algo peor de lo que estábamos viviendo no podía existir. El final de un sexenio rapaz que solo dedicó sus esfuerzos a saquear las arcas y a usar el poder para hacer negocios; una administración destrozada por la irresponsabilidad del grupito de pandilleros a los que Fidel Herrera impuso como miembros del equipo de gobierno de un auténtico orate como Javier Duarte, con todas las adicciones y perversiones, y con una oficina encargada de la seguridad de los veracruzanos que trabajaba muy de acuerdo con bandas de la delincuencia organizada. Ya había secuestros, extorsiones, cobro por derecho de piso en algunos comercios, pero la violencia no era el problema más fuerte, el más generalizado, y mucho menos el despido masivo de empleados del gobierno, o sea, se podía vivir y se tenía para comer. El coraje contra Javier Duarte y su pandilla era por la forma cínica de robar los recursos públicos, por su exagerada indiferencia hacia sus obligaciones como funcionarios públicos, a su tremenda proclividad por los negocios ilícitos y a la falta de pago puntual a los pensionados. Y como el candidato del PAN, el choleño Miguel Ángel Yunes Linares, se había creado la fama de “duro”, de enemigo de Fidel Herrera y sus secuaces, comenzando por Javier Duarte, y como en calidad de candidato al gobierno ofreció enderezar la nave, comenzando por meter a la cárcel a los rateros, quitarles lo que habían robado y ponerlo en las arcas, además de devolvernos la tranquilidad echando del estado a las bandas delictivas, pues que nos vamos de boca con él. Y a 14 meses y medio de distancia, ya vimos que sí, que peor que con Javier Duarte sí nos podía ir. El yunismo azul corrió a miles de empleados burócratas injustamente, se coludió –como el diario Reforma lo documenta adecuadamente– con las peores bandas de la delincuencia organizada; sembró el terror a lo largo y ancho del territorio veracruzano en un afán enfermizo por heredar el cargo a su hijo y, hasta donde vemos, está dispuesto a lo que sea con tal de salirse con la suya. ¿No que no había nada peor que el duartazgo?… pues ahí tenemos al yunismo azul, peor y, por mucho, de pesadilla.