El físico británico Stephen Hawking falleció este miércoles a los 76 años, según informó su familia.
Se va uno de los científicos más prestigiosos y uno de los divulgadores más populares de las últimas décadas.
«Estamos profundamente tristes por la muerte de nuestro padre», dijeron sus hijos Lucy, Robert y Tim.
«Era un gran científico y un hombre extraordinario cuyo trabajo y legado vivirán por muchos años», señalaron en un comunicado.
Nacido el 8 de enero de 1942 en Oxford, en Reino Unido, estaba considerado como uno de los científicos más influyentes desde Albert Einstein, no sólo por sus decisivas aportaciones al progreso científico, sino también por su constante preocupación por acercar la ciencia al público y su coraje frente la enfermedad degenerativa que padecía y que lo postró en una silla de ruedas.
Hawking necesitaba un sintetizador electrónico para poder hablar, pero su voz acabó escuchándose en todo el mundo.
Para desplazarse, usaba su silla, que controlaba con el movimiento de cabeza y ojos.
Postrado por una enfermedad
Hijo de un biólogo que decidió sacar a su familia de Londres para ponerlos a salvo de los bombardeos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, Hawking creció en la ciudad de St Albans.
Como estudiante, no tardó en demostrar su valía. Se graduó con honores en Física en Oxford y más tarde obtuvo un posgrado en Cosmología en la Universidad de Cambridge.
Al joven Hawking le gustaba montar a caballo y el remo.
Pero a los 21 años todo cambió. Comenzó a notar que sus movimientos eran cada vez más torpes y fue entonces cuando se le diagnosticó Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), una enfermedad motoneuronal.
Por aquel entonces planeaba la boda con Jane Wilde, su primera esposa.
Los médicos vaticinaron que no viviría más allá de dos años.
«El compromiso me salvó la vida. Me dio una razón para vivir», contó él años más tarde.
La pareja tuvo tres hijos.
Hawking desafió todos los pronósticos y la enfermedad avanzó más lentamente de lo previsto, pero con los años acabó dejándolo con movimiento sólo en dos dedos y algunos músculos faciales.
Esto no impidió que siguiera trabajando en sus teorías y difundiéndolas por medio de libros y eventos públicos.
En 1988 había completado su «Breve Historia del Tiempo», que con más de 10 millones de copias vendidas en todo el mundo se convirtió en un éxito absoluto.
Sus teorías
Había demostrado que la pasión a la que dedicó toda su vida, estudiar las leyes que gobiernan el universo, también podía ser atractiva para el gran público.
Logró que su discapacidad se convirtiera en una de las claves de su obra científica. Cuando perdió la movilidad de los brazos, se empeñó en ser capaz de resolver los cálculos más complejos solo con la mente, sin anotar ni resolver ecuaciones.
Pronto empezó a proponer tesis revolucionarias que cuestionaban los cánones establecidos.
Una de sus afirmaciones más osadas fue la de considerar que la Teoría General de la Relatividad formulada por Einstein implicaba que el espacio y el tiempo tuvieron un principio en el Big Bang y su fin en los agujeros negros.
En 1976, y siguiendo los enunciados de la Física cuántica, Hawking concluyó en su «Teoría de la Radiación» que los agujeros negros -esas regiones con tal fuerza de gravedad que ni la luz puede escapar de ellas- eran capaces de emitir energía y perder materia.
En 2004 se refutó a sí mismoy llegó a la conclusión de que los agujeros negros no lo absorben todo.
«El agujero negro sólo aparece en silueta pero luego se abre y revela información sobre lo que ha caído dentro. Eso nos permite cerciorarnos sobre el pasado y prever el futuro», dijo el científico.
Más breve aún…
Hawking jugó un papel definitivo en la difusión de la cosmología en términos fáciles de comprender para el público general.
Consciente de que su libro había vendido mucho, pero debido a su complejidad había sido terminado por pocos, Hawking sacó una versión más breve (de la ya breve historia del tiempo) y más «legible».
El físico británico intentó por todos los medios que la gente se acercara a los misterios del universo y en busca de este objetivo no dudo en recurrir al humor.
En una aparición en el popular programa de televisión «Los Simpsons», el científico le advertía a Homero que le iba a robar su idea de que el universo tiene forma de rosca.
Otra muestra de su manejo de la ironía está presente en su propio sitio en internet, con anécdotas contadas por él mismo.
«Cuando tuve que dar una conferencia en Japón, me pidieron que no hiciera mención a un posible colapso del universo, porque esto podría afectar el mercado bursátil… «, escribió.
«Sin embargo, puedo asegurarle a cualquiera que esté preocupado por sus inversiones que es un poco temprano para vender: aún si el Universo llega a su fin, esto no ocurrirá hasta dentro de al menos 20.000 millones de años».
Con información de BBC