La Habana, 10 feb (Xinhua) — Una larga fila de bastones a la entrada de la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, sede de la XXVII Feria Internacional del Libro de La Habana, frustraba a los transeúntes agitados que no querían perder un segundo para conocer todos los pormenores del evento cultural más relevante de la isla.
Sin embargo, tener que aminorar el paso les permitía ver una de las más conmovedoras imágenes de esta cita, pues se trataba de decenas de personas con discapacidad visual que organizados y entusiastas esperaban su turno para recoger los libros de su preferencia, tanto físicos en Braille como digitales.
«Vengo para buscar CD con libros de todos los temas, pues prefiero los libros digitales. Pero mi esposa me encargó que le buscara tres libros en físico que quiere leer, «Fiñe» de Eusebio Leal, leyendas chinas de la dinastía Tang y recetas para hacer dulces», dijo a Xinhua Bonifacio Sánchez.
El afinador de pianos de la Escuela Nacional de Arte de Cuba dijo que asiste todos los años a la Feria para adquirir gratuitamente los textos de su elección, pues tanto él como su esposa son amantes de la lectura.
La iniciativa surgió en 2012, cuando la Asociación Nacional de Ciegos y Débiles Visuales (ANCI) en coordinación con el Instituto Cubano del Libro, determinó la necesidad de abrir un stand para que los miembros acudieran en cada Feria y tuvieran la posibilidad de disfrutar de las novedades editoriales.
Textos de las más diversas temáticas, de la literatura clásica universal y contemporánea, son algunas de las propuestas que con modestos recursos publica cada año la editorial de la ANCI, Ediciones Braille Iris, con el apoyo de otras instituciones del gobierno cubano.
Un esfuerzo que en esta ocasión exhibió 19 títulos en físico, 12 nuevos y siete reediciones de ferias anteriores y de cada uno de ellos fueron impresos 100 ejemplares, de acuerdo con los organizadores.
«Actualmente tenemos una biblioteca central que tiene 4.000 libros, más o menos 2.000 en Braille y la totalidad digital, de toda la literatura universal. Hoy vengo a buscar un libro del Che (Ernesto Guevara) y uno de las leyendas de Sherlock Holmes porque me gusta mucho el tema policíaco», comentó Víctor Adel Velázquez a Xinhua.
En una breve pero placentera conversación, el profesor de Cultura Física y Máster en Educación Especial, resaltó que siempre le agradó la Feria del Libro prevista desde sus inicios no como un evento meramente comercial, sino un incentivo para promover la lectura en los cubanos.
No obstante, desde hace seis años ese concepto verdaderamente alcanzó a toda la sociedad al incluir a las personas ciegas y débiles visuales de todo el país, llevándoles la luz del conocimiento y de la cultura a través de los libros que en cada cita son distribuidos gratuitamente a los miembros interesados.
También en la fila se encontraba Guillermo Rodríguez, secretario de cultura de la ANCI en La Habana, quien consideró que ha sido una idea de gran impacto, pues la Feria Internacional del Libro tiene ahora una mayor relevancia.
«En los 43 años que tiene la asociación (ANCI) de fundada, éste es uno de los principales logros que se han obtenido para mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad visual, porque para nadie es un secreto lo que representa la lectura, indiscutiblemente leer es saber», puntualizó.
Por su parte, María Isabel Ruiz, bibliotecaria de la ANCI, reconoció a Xinhua la trascendencia de una iniciativa poco difundida por los medios de comunicación pero no menos relevante.
«Para nosotros es un orgullo que se nos incluya en un evento tan importante en nuestro país y es maravilloso que cada asociado pueda disfrutar gratuitamente de dos ejemplares en físico, un disco y se puedan llevar todos los libros que desee en formato digital si trae una memoria flash (USB)», destacó Ruiz.
Mientras tanto, los libros en Braille comenzaron a desaparecer de los estantes, la fila disminuyó considerablemente y las rústicas aceras de la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña comenzaron a llenarse de curiosos personajes que no esperaron llegar a sus casas para abrir aquellas blancas páginas llenas de puntos y descubrir la sabiduría allí resguardada.
Admirados los que pasaban, cubanos y extranjeros, se detenían para observar la escena y llevarse también uno de los recuerdos más aleccionadores de la Feria, una cita donde todos tienen su espacio porque la lectura no es un privilegio, sino un derecho.