Andrés Manuel tenía que arruinar el gran avance 3.0 y sobre todo el no engancharse ante las declaraciones de los otros precandidatos, no pudo abstenerse, esto sin duda le bajará algunos puntos. Es una realidad que va adelante, pero aún falta mucho tiempo y no está para nada bien que se confíe por esos 8 puntos que le lleva a Ricardo Anaya, no vaya a ser que se repita la historia.

En mis columnas anteriores había manejando a un AMLO abierto, flexible, incluso su vestimenta en cada mitin lo trasmite, sin embargo, llama a todos los que no apoyan sus propuestas, o bien, hacen una crítica, análisis de ella, como estar dentro o con los de “la mafia del poder”. Aceptar la crítica es fundamental en este ambiente de política, pues es escuchar al pueblo y a los líderes que transmiten sus análisis.

Ojalá y solo se hubiera quedado en un comentario en medios, en alguna de sus giras, pero no, tuvo que publicarlo en sus redes sociales, en donde una parte de los mexicanos opinan, se informan, como los millenials. Lo que subes en redes ahí se queda, por si fuera poco, su pasado sobre la intolerancia a la crítica ahora también se la hace saber a estas nuevas generaciones, de los que será el voto decisivo.

En un sólo día se le fue encima a dos periodistas con una gran trayectoria impecable en el análisis político, Jesús Silva Herzog Márquez, un maestro del análisis político, cuestionó el oportunismo del tabasqueño al aceptar en su equipo a todo tipo de “lacras” de la política. Es un tema en dónde ha sido cuestionado hasta por sus más leales, por ejemplo, la escritora Elena Poniatowska.

El otro periodista, Enrique Krauze, salió en defensa de Silva: “el mesianismo condena, el liberalismo debate”. Con lo que respondió en agresión : “en buena lid y con todo respeto, tú también eres de aquellos profundamente conservadores y que simulan con apariencia de liberales…”, le puso Andrés Manuel. Krauze lo retó a debatir, con respeto y en buena lid también, ya no hubo respuesta.

¿Andrés Manuel se había controlado? ¿O el candidato por Morena realmente es así? Y de ser así, ¿qué nos espera como presidente? Ante esta circunstancia digital, sólo me quedo con una cosa: LOS POLÍTICOS NUNCA CAMBIAN, sólo se transforman.

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