De todos los interrogantes que aún quedan por desenmarañar en la metástasis del cáncer de mama, empieza a descifrarse por qué en algunas mujeres aparece más tarde que en otras, incluso décadas después de haberse finalizado el tratamiento. La clave se encuentra en la presencia de unas proteínas capaces de mantener ‘dormidas’ las células metastásicas de este tipo de tumores.

Un equipo de científicos españoles del Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona) ha analizado el tipo más frecuente de cáncer de mama, es decir, el hormonodependiente, en el que se expresa el receptor de estrógenos (ER +) y que representa entre el 70% y el 80% de todos los casos. «Es cierto que son menos agresivos que los triple negativo y los HER2+, pero también causan metástasis y cuando lo hacen tienen un comportamiento particular», argumenta a El Mundo Roger Gomis, principal responsable de este trabajo que acaba de publicarse en la páginas de la revista Nature Cell Biology (con el apoyo de la Fundación BBVA, entre otras entidades).

Sólo un pequeño grupo de las afectadas por el tumor hormonodependiente recaerá en menos de cinco años «y tienen un riesgo sostenido a lo largo de la vida, 10, 20 incluso 30 años después de finalizar el tratamiento«, apunta Gomis. Precisamente porque se sabe que este tipo de tumor se caracteriza por un largo periodo de latencia sin síntomas, una vez tratados los tumores ER + con cirugía, se plantea la quimio y después se inicia una terapia hormonal (tamoxifeno). En palabras de Gomis, «se mantiene durante los cinco años siguientes para eliminar posibles células afectadas que queden latentes».

El problema es que en algunas pacientes la posibilidad de recaída va más allá de los cinco años. ¿Por qué en unas mujeres la metástasis aparece antes y en otras décadas después del tratamiento? Tras un trabajo de laboratorio con modelos de ratón, Gomis y su equipo identificaron una proteína, denominada MSK1, que cuando estaba presente la metástasis tardaba más. De alguna manera, la presencia de estas proteínas mantiene ‘dormidas’ a las células metastásicas del cáncer de mama.

Al comprobarlo posteriormente en muestras de pacientes, con la colaboración del Hospital Clínic de Barcelona, el Clínico de Valencia y la Jiménez Díaz de Madrid, los resultados fueron confirmados. Los tumores de cáncer de mama ER + que no expresan MSK1 se asocian a un riesgo de recurrencia más anticipado, mientras que aquellos que la expresan harán metástasis más tarde en el tiempo.

Hasta la fecha, «los mecanismos que permitían a las células de cáncer de mama salir de la latencia eran poco conocidos en modelos preclínicos y menos en pacientes», remarca el investigador principal.

La proteína MSK1 actúa como freno, lo que en la práctica clínica «podría ayudar a identificar a aquellas personas con riesgo cercano de sufrir recaídas con el objetivo de realizar un seguimiento más estricto de lo habitual. Ya se sabe que cuanto antes se detecta, más opciones hay para actuar de una forma temprana», según Gomis. Dado que se trata de una prueba experimental de laboratorio, «antes habría que estandarizarla y optimizarla para hacer un ensayo clínico donde pueda demostrarse su uso óptimo», reconoce el líder del trabajo. «Esto podría tardar entre siete y nueve años».

Más a largo plazo, haber identificado esta proteína podría ayudar a buscar un compuesto que copie su mecanismo pensando en un futuro tratamiento, no para curar sino para mantener las lesiones metastásicas ‘dormidas’ el máximo tiempo posible.

Con información de El Mundo.es