Flotando en un pequeño recipiente lleno de alcohol se encuentra uno de los especímenes más excepcionales de Australia. El bote, etiquetado con el número de inventario C5757, contiene un individuo juvenil de tigre de Tasmania o tilacino, una de las especies extintas con más ejemplares conservados, depositado actualmente en los fondos de los Museos Victoria.

A medida que el animal disminuía, museos de todo el mundo corrieron a hacerse con un tilacino para sus salas de exposición, que actualmente constituyen el último refugio de la especie una vez que se extinguió en 1936 debido a la caza. Utilizando técnicas inimaginables cuando el último tilacino murió en el zoológico de Hobart el siglo pasado, un equipo liderado por la Universidad de Melbourne acaba de secuenciar el genoma del tigre de Tasmania (Thylacinus cynocephalus), que se ha convertido así en uno de los mapas genéticos más completos de una especie extinguida.

Para Andrew Pask, director del estudio, el tilacino es su proyecto más querido. Hace más de 10 años, resucitó, junto con un equipo internacional, un gen de la piel conservada de un tigre de Tasmania, pero el ADN estaba demasiado fragmentado para obtener el genoma completo. Así que el científico buscó en las bases de datos de los museos del mundo y encontró el espécimen C5757, un cachorro de tilacino de corta edad, en las colecciones de los Museos Victoria. Como el tigre de Tasmania era un marsupial ‒como se denomina a los mamíferos que tienen una bolsa o marsupio‒, el ejemplar se pudo conservar íntegro, lo cual permitió al equipo de investigadores extraer el ADN y utilizar técnicas punteras para secuenciar el genoma.

Andrew Pask, profesor adjunto de la universidad, afirma que los resultados proporcionan el primer mapa genético completo del mayor superpredador australiano que sobrevivió hasta época moderna. «El genoma nos permite confirmar la posición del tilacino en el árbol filogenético. El tigre de Tasmania pertenece a un linaje hermano de los dasiúridos, una familia que incluye al diablo de Tasmania y al ratón marsupial», explica Pask, de la Escuela de Biociencias. Una cuestión importante es que el genoma ha revelado también la precaria salud, o la baja diversidad genética del tilacino antes de que fuese víctima de la caza excesiva. Actualmente, el diablo de Tasmania también se enfrenta a un cuello de botella genético, probablemente a consecuencia de su aislamiento genético del continente australiano durante los últimos 10.000 o 13.000 años.

Sin embargo, el análisis del genoma indica que la diversidad genética de ambas especies ya era baja antes de que quedasen aisladas en Tasmania, lo cual, a su vez, es señal de que, si hubiesen sobrevivido, los tigres de Tasmania tal vez se habrían enfrentado a los mismos problemas ecológicos que los diablos, como la dificultad para superar las enfermedades.

«Tenemos la esperanza de que el tilacino pueda decirnos muchas cosas sobre la base genética de la extinción para poder ayudar a otras especies», dice Pask. «Como actualmente su genoma es uno de los más completos para una especie extinta, técnicamente constituye el primer paso para recuperarlo, pero aún estamos muy lejos de esa posibilidad», añade.

Todavía haría falta desarrollar un modelo de marsupial para acoger el genoma del tilacino, como se ha hecho para incluir genes de mamut en el elefante moderno, «pero saber que el tigre de Tasmania se enfrentaba a una diversidad genética limitada antes de su extinción significa que, si hubiese sobrevivido, habría tenido que luchar por su vida de manera similar al diablo de Tasmania», explica Pask.

El genoma aporta, además, otros conocimientos nuevos y significativos sobre la biología de este marsupial verdaderamente único. A menudo, el tilacino es descrito como un perro alargado con rayas, debido a que tenía la cola larga y rígida y la cabeza grande. Un ejemplar adulto podía medir 180 centímetros desde la punta del hocico hasta el extremo de la cola, y 58 centímetros de altura. Las rayas del lomo se extendían desde los hombros hasta la base de la cola. Al igual que el dingo, el talacino era un animal muy tranquilo, aunque fue descrito como un cazador incansable que perseguía a su presa hasta agotarla.

Los científicos consideran que el tilacino y el dingo constituyen uno de los mejores ejemplos de «evolución convergente», un proceso por el cual organismos que no están relacionados estrechamente entre sí evolucionan de manera independiente para adquirir el mismo aspecto a consecuencia de haber tenido que adaptarse a un entorno o a unos nichos ecológicos similares.

Al parecer, debido a sus técnicas de caza y a la dieta a base de carne fresca, el cráneo y el cuerpo de ambos llegaron a ser extremadamente parecidos. Trabajando conjuntamente con Christy Hipsley, de los Museos Victoria, el equipo analizó diversas características del cráneo del tilacino, como la forma de los ojos, la mandíbula y el hocico. «Descubrimos que la anatomía del cráneo del tigre de Tasmania se parecía más a la del zorro rojo y la del lobo gris que a la de sus parientes más próximos», informa Hipsley. «El hecho de que estos grupos no hayan compartido un ancestro común desde el Jurásico los convierte en un ejemplo sorprendente de convergencia entre especies con un parentesco lejano», añade.

Pask explica que el aspecto del tilacino era casi el de un dingo con marsupio: «Cuando nos fijamos en el fundamento de esta evolución convergente, descubrimos que, en realidad, los que dieron lugar a la misma forma del cráneo y del cuerpo no fueron los genes, sino las regiones de control que hay en torno a estos, que los activan y desactivan en los diferentes estadios del crecimiento. Esto revela una manera totalmente nueva de entender el proceso de la evolución. Ahora podemos explorar estas regiones del genoma para ayudar a comprender cómo dos especies convergen en el mismo aspecto y cómo funciona el proceso evolutivo».

En este caso, parece que, a lo largo de los últimos 160 millones de años, la necesidad de cazar fue la causa de que el aspecto del tilacino se transformase en uno similar al del lobo. Ahora los científicos pueden empezar a entender la genética que dirigió el proceso y hacer nuevos descubrimientos sobre la biología de este superpredador marsupial único.

Con información de El País