Sobre los dioses

“La larga historia de Dios”, así subtitula el diario El País en su sección ideas, del 24 de diciembre de este año, un texto sobre la creencia en lo sobrenatural, que vertebra las comunidades humanas, desde el inicio de los tiempos, en un sabroso artículo escrito por  Richard Cohen y Guillermo Altares, y esto del apellido Altares, seguramente tiene algo de misticismo.

A imagen de Dios describen a los dioses, con motivo de una exposición en el Museo Británico de Londres. Dioses que a lo largo de la historia han tomado formas diversas, como se refleja en esta exposición.

El bonito artículo inicia mencionando que en la exposición, un póster de propaganda soviética de los años setenta muestra a un astronauta sonriente, flotando sobre las cúpulas de las iglesias ortodoxas, con el lema “¡Dios no existe!”.

La exposición, narra la historia de las religiones a través de los diferentes objetos e intenta mostrar las líneas que unen las diversas formas que toma lo sagrado en el mundo. Desde una cantata de Bach hasta un puñal de sacrificios.

Porque a pesar de lo que dice en el póster el astronauta soviético, Dios no ha desaparecido, mas bien lo que existe es confusión, porque esas representaciones que simbolizan a decenas de culturas, a lo largo de los siglos, muestran que todas las sociedades conocidas, tienen un punto en común: la religión.

En su obra “Conversaciones con Sartre”, el filósofo John Gerassi, le recuerda al pensador, que su padre el pintor y activista Fernando Gerassi,  tenía por frase: “Dios no existe, el objetivo de la vida es encontrarlo”.

Y en esa búsqueda andamos, intentando encontrarlo, para encontrarnos a nosotros mismos, porque, cuando uno se busca a uno mismo, estamos intentando encontrar el espíritu que somos. Somos sagrados, porque somos espíritu y cada espíritu, de todos los seres vivos, forman al ser supremo, que más de las veces no podemos encontrar, a Dios. Las religiones ponen reglas y condiciones, a través de sus representantes terrenales, ello significa poder y dominio, de una interpretación religiosa, y estas expresiones, entendidas así por los hombres, pretenden conducir la actitud y el pensamiento  alienado desde la infancia, por las costumbres de los diversos grupos sociales en que se desarrollan. Instauran creencias que les someten a un sentido de culpa, que es su propio castigo, y esa “culpa”, es la que sostiene la moral y la moralidad en las religiones, que impiden al ser humano su libertad interior, y los contiene. Esto  permite a los representantes terrenales, actuar sobre las comunidades o a quienes pretenden agrupar; en  el dominio y control espiritual, actuando de manera irracional en ciertos procesos.

Nietzsche en sus elucubraciones, concretó sus pensamientos, sobre el hombre mismo, definiendo que es el destructor de Dios, porque refiere que el hombre lo ha destruido: “Dios no existe, lo destruyeron ustedes”.

Sobre la existencia

La negación de la iglesia católica, para limitar la existencia de una vida en desarrollo, tiene sus razones fundadas, porque se trata de un ser desde la concepción, ante la intención de dos seres humanos de encontrase ante el placer sexual, la atracción o el amor, cuando del amor se trata, es la entrega total. Ponerse blando para la interacción sexual, es una debilidad y al mismo tiempo una fortaleza, ante la fuerza producida por la bioquímica cerebral, que en conjunto con el organismo todo, permite el encuentro en la copulación. Y sus sublimes sensaciones de éxtasis, son también una excelsitud de la divinidad.

Este buscarse y encontrase de los seres humanos, es un viaje de placer hacia las estrellas, es precisamente,  un acto religioso, para continuar la subsistencia, que el ser supremo ha iniciado con la construcción del universo. En estas dimensiones de espacio y tiempo, los seres humanos se encuentran y se doblegan ante su cosmos y naturaleza.  Como en la teoría de la física de la  relatividad general y del movimiento del espacio; estas fuerzas bioquímicas neurofisiológicas de la atracción, tienen tal magnetismo de gravedad, que es prácticamente imposible que se contengan, y no se copule, e impidan se viaje por el infinito, en las profundidades de los agujeros negros y de una galaxia a otra.  Dimensiones que son las de la explosión de la formación del universo y un Big Bang de sensaciones infinitas, produce la creación de nuevas estrellas, en la nebulosa de lo infinito.

Biológicamente el hombre en su evolución, explora desde los primeros meses de vida extrauterina sus zonas pudendas, como una confirmación de su existencia. En ese instinto de pudor sagrado, esta la permanencia. El hombre, requiere de un proceso de maduración de sus zonas erógenas. De no estimularse, se atrofian en los procesos. Esa intuición exploratoria, permite la maduración de los órganos reproductores y sus contenidos, como; los espermatozoides y los óvulos. Cuestión natural, cuestión de vida, de existencia.

Quizá para la prevención de los embarazos en los jóvenes, debiera promoverse este proceso de auto estimulación sexual, para evitar llegar a la gestación.

Seguramente todos estarían agradecidos.

A no ser que se piense, que no se deben de desperdiciar los espermatozoides con tanta vehemencia.

Se acerca el 2018.