El prefacio de la oscuridad trágica recorre la geografía veracruzana, produciendo incesantes dificultades en sus habitantes, que terminó, con el idealismo del cambio. Trágica es la época y un destino incierto acecha. La confianza depositada acabó por consumirse, ahora lo que queda, es la esperanza. Los ciclos que determinan las oportunidades van avanzando y el entusiasmo se ha apagado. Donde la palabra desproporcionada había ido acomodándose contra la razón de la verdad, y lo que era visible e inalcanzable, ahora se ha hecho realidad; sigue siendo inalcanzable, la tranquilidad, en la seguridad pública. Y es que la seguridad pública no determina sólo el bien de la convivencia social. Determina así mismo la seguridad toda, pero sobre todo el bienestar social, y la política es el eje rector. Para que haya seguridad social se requiere de seguridad económica, y en economía se anda mal, tan mal que ha provocado insatisfacción en un mundo que se ha vuelto más pesado e incierto, en un mundo en donde el cambio vino ha ser y hacer su sepulcro, sometiendo a los individuos  a la incertidumbre. Esta comedia ha significado una representación agobiante, en la obra de un penoso transitar de lo mal a lo peor. Leídas, como han sido las circunstancias, el público consumió el primer año con dificultades, no se visualizan escenarios prometedores, en donde se pretendía luz sólo se han encontrado sombras. El pueblo de Veracruz confronta su destino. Ante la duda, la confianza depositada, ha terminado, convirtiéndolos en miserables.

Escenarios de resonancia electoral, rondan la geografía y van renovándose las certezas que otorgan madurez y cierta calma, ante el sino que se consume como el fuego de la esperanza.

En esta exposición dramática, deambula la esencia amoral de los acontecimientos políticos, momentáneos prefacios que provocan a la población, conflicto de conciencia, relegando la confianza para, y de la verdad.

Confianza que se ve deteriorada por las actitudes y comportamientos que pretenden comprar las conciencias y las ideologías a través de dádivas que se distribuyen entre el lumen, como una falta de respeto a la misma precariedad de la condición humana.

Protagonismo y extravío, cercan e incarceran las libertades, porque cuando se someten las libertades a la consciencia, aparecen los escombros que subyacen dolorosamente en la injusticia que embarga a las sociedades, en un verdadero rasgo de tragedia.

Y en esa conciencia de los individuos, que es la conciencia de la colectividad, se presentan miles de datos de información sobre quienes aspiran administrar la economía y los elementos sociales de este país, y se transforman en un conflicto entre la convicción y el deber, los ciudadanos se vuelven heroicos, porque resisten los impactos de la avalancha publicitaria, que denosta la integridad de un pueblo ya dañado de sí, por los gastos exorbitantes empleados para una mal entendida democracia.

Siendo esta variante, el conflicto que presenta el dilema de la libertad, porque no se puede ser libre cuando existe un dominio del consciente encausado a convencer y no a entender. Alienación dispositiva de las voluntades, intentando el máximo deterioro del  sentido para la decisión, electorera o electoral, que requiere de la confirmación de esos entes alienados o promocionados a través del impacto de los sistemas de difusión, convirtiéndoles en desahuciados de la conciencia.

Vencer doblegando la voluntad, persiguiendo un objetivo de poder por el poder, es injusto para la sociedad.

Cuando se esta en el poder y se odia y se miente, se acomete en la injusticia, y en estas patéticas escenas aparecen los empoderados que pretenden el continuismo de lo que han alcanzado.

El destino, figura de claridad, cierra los ojos ante lo desagradable, viviendo la tragedia como un espectáculo de la “civilización”, en que la palabra amañada, pretende disculpar la incapacidad, erigiendo negaciones ante la realidad.

Infructuoso ha sido el pasado reciente, inadmisible el presente, que provoca amplias y profundas brechas de diferencia económica-social-emocional, suscitando una atmosfera de sensaciones desbordantes que originan la condena por la indiferencia a la colectividad y el bien común.

Ante estos desaciertos, en Veracruz, la incertidumbre lo abarca todo: Doña Elba Esther Gordillo ha sido liberada.