Las campañas políticas se sienten más que el mes de navidad. Ninguno de los destapados eran tan tapados, del que se tenía dudas era del candidato del PRI, pero hasta eso se sospechaba: hacia dónde estaba inclinada la balanza. En el frente opositor por más que dijera que “no”, el Niño Anaya cumplió su berrinche y es el pre candidato, prácticamente candidato para la silla presidencial.

Por la mañana escuchaba con atención la entrevista de Ciro Gómez Leyva, aparte de que se llenó de palabras diciendo que contaba con la capacidad de dirigir a un país, con sus propuestas que, presume, son factibles de llevar acabo, descalificando la de los que ya se conocen como contrincantes de los otros partidos políticos. Definitivamente estas campañas electorales vienen con toda la actitud de derribar al más debil, acompañado de algunas exhibiciones en redes sociales.

En estos momentos y con base a la experiencia de algunos estados en donde ganó la alternancia, como en Veracruz, la administración no ha sido de las mejores en cuestión de seguridad y empleo, esto se puede justificar de dos formas: 1) en donde se le echa la culpa al sexenio anterior y 2) no se cuente con la experiencia, por lo que se empieza completamente desde cero, al ser así, se ve afectado el estado con sus prueba y error, si esto es en un estado, ¿cómo podría ser a nivel nacional?

Ricardo Anaya no ha tenido un cargo relevante como para decir que cuenta con una gran experiencia; José Antonio Meade, con sus discursos, es inevitable pensar que es más de lo mismo, sin dejar a un lado que eso de “eliminar la corrupción” lo veo complicado desde cualquier trinchera; AMLO, con algunas ideas sin futuro, en ningún país ha funcionado perdonar a delincuentes, por último, los precandidatos independientes, todo indica que los finalistas serán Margarita Zavala y el Bronco, con pocas posibilidades de ganar una elección.

Ni a cuál irle desde Veracruz, si aquí estamos llenos de improvisaciones, servidores públicos de otros estados que manejan peor la administración que los anteriores, sólo es cuestión de rascar un poquito y podría salir un gran reportaje de ello, si no fuera porque corremos peligro cuando exponemos en los medios a los políticos, se haría sin problema, todo esto concluye en dos opciones: 1) votar por el que ya conoce, aplicando más “vale por conocido qué nuevo por conocer”, 2) arriesgarnos a más improvisaciones, ustedes, ¿qué eligen?

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