Narra una antigua leyenda oaxaqueña que un joven fue condenado a muerte injustamente, como última voluntad, pidió poner unos temas de jazz y hablar de ellos, la velada generó tal fascinación entre sus verdugos que le fue concedido un día más de vida para que repitiera el prodigio, el efecto que produjo la segunda sesión superó al de la primera y el diletante logró prolongar su vida durante 24 horas más, y así, entre charlas jazzeras y música sincopada ha pasado más de mil y una noches.
Óscar Javier Martínez, Oxama para los cuates, ha logrado el portento de superar las mil emisiones en un par de producciones radiofónicas de jazz. Su programa más reciente, El sexto continente, llegó a la cifra de los tres ceros el pasado 30 de noviembre y va por el siguiente millar, se dice fácil, pero hay que acercarse a la producción radiofónica para saber todo lo que implica hacer un programa de estas características.
Además de productor de radio, Oxama ha sido periodista y promotor cultural, y hace unos años retomó un viejo amor, uno de esos que ni se olvidan ni se dejan, que a veces se alejan pero nunca dicen adiós: la música.
La semana pasada platiqué con él y me habló de sus ires y venires por los caminos de la radiofonía y del jazz, transcribo la charla desde la intro hasta el encore, pasando por todos los solos.

Un poco, jazz, y a lo mejor nos entendemos luego

Yo creo que el amor por la radio y por el jazz me viene de herencia porque mi papá, que era un indígena zapoteco, fue músico en su juventud y después se dedicó a la fotografía pero también tenía mucho amor por la radio y fue colaborador de algunas estaciones de radio, aquí en Oaxaca, en los años 60, entonces, desde niño tuve contacto con amigos de él que eran locutores y visité las emisoras de esa época, que eran muy distintas a las de ahora en las que todo es digital, eran emisoras que tenían teatro estudio y micrófonos enormes de bulbos y consolas de perillas. Yo creo que ese mundo se me fue quedando por ahí.
Me enganché en el jazz siento todavía niño porque escuchaba las transmisiones de Radio Universidad de Oaxaca, estamos hablando de los años ochenta, en esa época había una barra de jazz que se programaba todos los días a las 4:00 de la tarde. El director de Radio Universidad de esa época, un actor, periodista y animador cultural que se llamaba Jesús Alberto Cabrera, programaba esa barra y la conducía un locutor que hablaba de los músicos y decía los nombres de las piezas que presentaba, y ese universo de la música combinado con el de la radio, me fue atrapando.

Luego en la editorial, / sin complejos del bien o del jazz

Cuando estaba estudiando la prepa, dejé la escuela y me metí a Bellas Artes a estudiar guitarra clásica. Empecé a trabajar en el periodismo haciendo suplementos juveniles con unos amigos. Al principio, con un grupo de amigos de la prepa tuvimos un suplemento juvenil en un periódico de aquí de Oaxaca. Después, con otro grupo de amigos hicimos un suplemento que fue muy importante en mi formación porque lo hicimos en un semanario que venía de una tradición de la izquierda muy importante en Oaxaca y ahí conocí gente que me formó en el periodismo de calle, en el periodismo de a pié y sobre todo muy vinculado a los movimientos sociales e indígenas de Oaxaca.
A partir de ese primer suplemento, que se llamó El bacilosaurio, me contrataron para ser reportero, primero de la fuente de salud, luego de la fuente sindical y finalmente de la fuente cultural, y con el paso del tiempo llegué a ser el coordinador del suplemento cultural de ese semanario que se llamaba Umbral. Esa fue mi formación, yo no estudié la carrera de comunicación ni nada, me formé en la calle, mis maestros fueron los periodistas oaxaqueños.

Jazztufas

Después me dediqué de lleno al periodismo ya como un trabajo remunerado pero el asunto de la radio siguió latente y en el año 94 empecé con un primer programa en Radio Universidad que se llamó El bar fantasma, ese fue mi primer ejercicio radiofónico cuando yo tenía 19 o 20 años. Ese programa duró como 10 años, era un programa que pasaba los miércoles, de las 12:00 de la noche a la 1:00 de la mañana.
Dos años después, en el 96, le propuse a la Corporación Oaxaqueña de la Radio y la Televisión, que es la radio estatal de Oaxaca, un pequeña serie de programas sobre jazz y me la aceptaron. Yo siempre digo que elegí el peor nombre que le puedes poner a un programa de radio, se llamaba Jazztuvo (risas) pero, bueno, fue la inocencia. Fue una serie de 26 programas, ese fue mi primer acercamiento a los programas de jazz. En ese época conocía muy poco, en Oaxaca no había mucha información, recuerdo que lo que me ayudó mucho fue un libro de John Fordham que vendían en la Librería de Cristal, aquí en Oaxaca. Yo veía ese libro y un día le dije a mi mamá que lo quería, que si me prestaba dinero para comprarlo y mi mamá me lo regaló.
Esa pequeña enciclopedia, que está dividida en capítulos sobre la música, los instrumentos, la historia, me ayudó muchísimo para enterarme. Ese libro se llama, simplemente, Jazz, por cierto, el prólogo lo hace Sonny Rollins. Otro antecedente importante fue el libro de Rius que se llama Guía incompleta del jazz. Esos fueron los libros de entrada, ya después conocí el tótem de Joachim Berendt y otros libros, pero esos fueron los primeros.

Con alma de pirata

Cuando estaba estudiando en Bellas Artes, viajaba mucho al DF para conseguir música, aquí en Oaxaca había un lugar que se llamaba Jardín del Arte donde estaban los artesanos y los pintores, me fui acercando a esa banda y todos los sábados ponía un puestecito de casetes grabados, tengo un amigo periodista que me puso el primer pirata de Oaxaca (risas) porque durante como tres años vendí casetes que yo mismo copiaba de casetes originales o de discos que conseguía en el DF, pero solamente vendía música de jazz. Eso me permitió conocer muchísimo en una época en la que la información llegaba muy poco.
Cuando terminó la serie que se llamó Jazztuvo, empecé a hacer los espacios de jazz de la Corporación Oaxaqueña de Radio y Televisión, después me contrataron como programador y después tuve otros programas, uno que se llamó A todo jazz, luego, durante más o menos cinco años tuve un programa que se llamó Noches de jazz, era de lunes a viernes. En el año 2003, ese programa cumplió 1000 emisiones e hicimos un festejo. El programa se terminó porque se vino el conflicto magisterial en el año 2006 y la APPO (Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca) tomó el canal y se suspendió todo el ejercicio de los que estábamos en la radio. Después la policía retomó el canal y estuvo cerrado meses. Cuando se recuperó el canal me hicieron el ofrecimiento de volver pero gratis y dije que si no me pagaban, no me interesaba.

El sexto continente

Durante casi tres años no tuve programa, en el año 2009, la fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca decidió apoyarme con un pequeño honorario para hacer un programa y arrancó El sexto continente el 30 de marzo, el pasado 30 de noviembre celebramos las 1000 emisiones.
Como venía del periodismo y tenía esa formación, siempre vi los programas en función de hacer periodismo musical, entonces me iba al DF o a los festivales, me acuerdo que uno de los primeros festivales que fui a cubrir en forma fue el Festival de Jazz de Morelia, que organizaba en ese momento Juan Alzate. Fue en el año 99, cuando estuvieron John Benitez, Antonio Sánchez, que ya estaba terminando en Berklee, Mark Levine y algunos otros.

La alegría de todas mis horas / prefiero pasarla / en comunidad

Ese fue uno de los primeros festivales que cubrí durante varios días pero siempre me gustó andar girando y haciendo entrevistas, así ha sido ese caminar en el que yo me sentía muy solo en el sentido de que sentía que a nadie más le importaba, que nadie más andaba así pero después tuve la fortuna de ir conociendo a mucha gente que se dedicaba a lo mismo y finalmente, en 2005 hicimos una reunión en Xalapa en la que nos juntamos más de 50 difusores del jazz, y empezó a cambiar mi panorama.
Yo creo que en esta última etapa es cuando me he dado cuenta de la importancia que realmente tiene la labor de la difusión y del periodismo musical serio del jazz que hacemos algunos en el país, es tu caso, el caso de los amigos de Puebla (Pablo Argüelles y Jorge Fernández de Castro, productores de Solo Jazz), de Diana Peña (productora de Vibración azul) en Colima, de Germán Palomares y de un montón de gente que está haciendo un periodismo serio y comprometido con el jazz en este país.
Igual que en el periodismo, mi formación en la radio es totalmente autodidacta, vino de colaborar en Radio Universidad con gente muy talentosa que trabajaba en ese momento ahí y que tuvo la paciencia de enseñarme el ABC, aprendí a editar con las cintas de carrete abierto, esa chamba ahora está totalmente olvidada porque todo es digital. El jazz vino después pero poco a poco me fue atrapando y poco a poco fui dejando el mundo del periodismo hasta que finalmente me dediqué de lleno a la radio y más recientemente, a la música.
También me ha tocado hacer mucha gestoría social y cultural, he organizado eventos, he trabajado en universidades dando talleres de radio, me he vinculado con el movimiento de la radio comunitaria, también dando talleres, trabajé en el área de comunicación del Foro Oaxaqueño de la Niñez, está formado por 16 organizaciones que trabajan con niños en situación de calle o de riesgo, derechos humanos, educación, etc. Esa ha sido mi área laboral y, la verdad, estoy muy agradecido porque he aprendido un montón.

(CONTINÚA)

 

SEGUNDA PARTE: En la boca llevas, jazz, sabor a mí
TERCERA PARTE: El jazz en México

 

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