Fundado en 1913 como leprosario, el actual Centro Estatal de Cancerología, CECAN, ha sido un nicho para aliviar el dolor humano, de hombres y mujeres agotados y enfermos. Ahí en medio de la desgracia, la compasión ha estado siempre presente, para ayudar a los desvalidos, que buscan sanar el cuerpo y encontrar el sosiego del alma. La fe en un bosque de incertidumbres, se hace presente, ante la incansable labor que realizan quienes ahí dedican su tiempo y su vida, en la lucha por la recuperación de la salud de sus semejantes. La palabra fe, resurge ante la confianza de la atención recibida por los enfermos y sus familias, que de súbito se convierte en una poderosa estimulación para preservar la vida.
Ahí en el CECAN, la conducta humana de los profesionales de la salud, es su naturaleza ética que aspira siempre el bien, y es indudable que esos hombres y mujeres de bien, no renuncian a los principios fundamentales de atenuar las potencialidades de las enfermedades ahí atendidas, que pueden llevar al desenlace de la muerte. Y esa atención y esa ética se transfiere en bondad, que es lo que otorga esperanza a la existencia de los más necesitados, y este personal médico es misericordioso, y esa condición define su esencia por su naturaleza misma de hombres y mujeres de bien.
La fe, parte medular de la revelación humana, en donde se deposita la confianza máxima ante el dolor de la enfermedad, es la expresión que un ser humano otorga a otros seres humanos para salvaguardar su vida, su salud, que es el don más preciado que posee el hombre. Y ese significado es puramente humano, porque se cree en ellos, y en un ser supremo, cuando se esta ante la muerte.
Los médicos, enfermeras, químicos, nutriólogos laboratoristas, personal administrativo del CECAN, día a día, se entregan para realizar todas las posibilidades que estén a su alcance para atender el infortunio de sus semejantes; con profesionalismo, de corazón, con humildad, con sencillez, con modestia, para atender a los enfermos, para consolar su angustia y el sufrimiento, cuando se ha afectado el bien más preciado del hombre: la salud
El personal del CECAN se solidariza con los pacientes, más allá del trato profesional, integrándose a un significado superior; el de la compasión, y esta compasión, que es el sentimiento de dolor y tristeza que produce ver padecer a un semejante, les impulsa a la búsqueda de aliviar su dolor o sufrimiento para remediarlo. Tener compasión por los menos afortunados es una virtud que no en cualquiera se da, siendo así que esta compenetración del dolor de los semejantes, es una generosidad iluminada por la más piadosa dignidad del trato humano.
Y en ello, el prójimo, se redime, porque la fe de ambas partes médico y enfermo, se manifiesta a través de las obras, como la parábola de Jesús relatada en el Evangelio de Lucas, en el capitulo diez, versículos 29-37, considerada una de las parábolas más realistas y reveladoras; en donde Jesús narra e ilustra la caridad y la misericordia, que son las virtudes mismas de los trabajadores todos del CECAN.
Todo aquel que obra compasivamente por otro hombre, actúa con un orden moral que le permite el reconocimiento de su ética. Y es que la vida humana, es una sentencia de moral y ética que explora los más profundos sentimientos del hombre, y esos sentimientos, permiten a los trabajadores de la salud ser éticos ante las circunstancias que enfrentan, con buena consciencia, ante los más sombríos riesgos de un padecimiento oncológico.
Entrega y pasión por el servicio, responsabilidad, son características esenciales en la atención a sus semejantes.
Jamás tienen o han tenido el más mínimo descuido. Minuciosos como son, vigilan y dan seguimiento estrecho a los tratamientos instaurados, hay un control acucioso desde el ingreso de los medicamentos a farmacia, un trato cariñoso, afectivo, amable, cálido, digno con los pacientes que acuden de diversas regiones de la geografía del centro y sur del país, en busca de alivio, y en ello se les atiende con comprensión y en la búsqueda del espacio, para disponer del tiempo adecuado ante la aglomeración de solicitudes, lo hacen laborando arduamente, prolongándose las horas de vigilancia médica en una constante búsqueda de la oportunidad para preservar la vida.
Esta conducta presupone el prestigio, que a través del desarrollo del CECAN, ha ido adquiriendo a través de los años.
No ha sido fácil, pero se va logrando, y no ha sido fácil, debido al alto porcentaje de pacientes que acuden en busca de atención y a los restringidos recursos que se tienen. El prestigio, con que cuenta este centro de cancerología es dado por la entrega del personal que ahí labora, y ese prestigio es el punto de partida que otorga la experiencia moral, expresión de las acciones que constituyen el núcleo de su esencia. Ahí nunca, jamás, se ha intentado aplicar una sola sustancia medicamentosa que pudiera estar alterada en su contenido, por el contrario, la razón y la práctica médica con ética y profesionalismo, son el recto ejercicio que son la fortaleza de su moral.
De la moral y de la razón, consideraciones, que permiten advertir su trascendencia más allá de la existencia, por que la existencia es transitoria, pero la infinitud de la verdad trasciende los hechos que han desarrollado los juicios y motivaciones de las indicaciones éticas, que destacan del conocimiento de los profesionales de la salud, integrados en un todo, para preservar, precisamente, esa existencia moral. Esta multiplicidad de factores humanos, permiten mantener en cada espíritu del cuerpo laboral ahí existente, la ética de las virtudes, que ya San Agustín y Tomás de Aquino determinaban como una práctica disposicional que se fundamenta en la regulación de las acciones.
Y todos estos trabajadores del CECAN fortalecidos en la fe de sí mismos, mantienen la prudencia y no la exaltación, ante el embate de quienes han pretendido denostarlos, y esa fuerza de su espíritu y de su moral, reposa profundamente en la fe de la providencia, en un verdadero non plus ultra que se ocupa de proteger la vida de los demás. Ahí, en el Centro Estatal de Cancerología, la salud se alcanza con la pasión de lo infinito, hasta que se encuentra ante sí la mitigación y el alivio de la enfermedad de los semejantes.
Sin pasión no hay mayor entrega, y todo en el Centro de Cancerología se hace con pasión, buscando la perfección, para mantener la desgracia alejada del que sufre, siendo así que la sabiduría de médicos, enfermeras, químicos, farmacéuticos, nutriólogos, constituye la diferencia entre enfermedad y salud.
Y de lo infinito y de la vida, lo trágico tiene mayor necesidad, y esa necesidad en la enfermedad, entendida como un Derecho Humano, permite la sublimación de todo el personal de este Centro Hospitalario.
La significación ética y filosófica de este Centro Estatal de Cancerología es intrínsecamente su carácter moral, que en su sistema de acciones ha adquirido esa voluntad de ética Sobre la libertad de la voluntad humana y Sobre el fundamento de la moral, tal y como Arthur Schopenhauer, entre otros pensadores lo han concebido. Esencia del hombre que preserva las virtudes, los criterios cuantitativos y cualitativos en la atención de los asuntos fundamentales del ser humano.
Los niños en el CECAN están y han estado siempre a salvo, los tramos de control de los medicamentos, son el eslabón de la fortaleza de la cadena de acciones que medicamente ahí se llevan a cabo. Falso ha sido lo que se dijo en cuanto a la aplicación de sustancias no adecuadas a los pacientes. Se intentó denigrar la integridad ética, moral y profesional de los trabajadores de la salud, no lo lograron. Se ha acudido a Tribunales Internacionales para seguir denostando. También se puede y se debe acudir al Derecho Internacional, a los Tribunales de la Haya para señalar que lo que se pretendió con esa información, carente de sustento técnico, científico y moral es un daño de Lesa Humanidad, porque se utilizó como herramienta de denostación, a lo más sagrado que tiene una sociedad; los infantes, y eso es una violación al Derecho Humano, que lo sancionan y castigan las Leyes Internacionales. Este tipo de acciones es una forma de explotación de la enfermedad y de la integridad moral de los niños, sus familias y la sociedad toda, siendo que su protección se encuentra en los Convenios de La Haya; como niños y su condición de enfermos.
Este tipo de actos provoca riesgo y zozobra social que impacta y daña a la colectividad, suscitando se encuentren los infantes, los padres, familiares, los pacientes, personal médico, de enfermería y la ciudadanía, atrapados en una confusión de impacto psicológico-emocional colectivo que trasciende las fronteras geográficas internacionales.
El personal todo que labora en el Centro Estatal de Cancerología, tiene el reconocimiento de la población, porque salvan vidas, porque tienen una alta consciencia ética, porque mitigan y alivian el dolor físico, del alma y del espíritu y por su alto sentido Humano.