«El baterista Henry Cole está a la vanguardia de una creciente ola de innovación de jazz y ritmo intercultural en el siglo 21. Con su flexibilidad, gracia y puro poder detrás de la batería, él ha demostrado ser indispensable para el sonido de algunos de los grupos de jazz y música popular más aclamados del mundo, incluyendo el nominado al Grammy Miguel Zenón Quartet (Awake, Esta Plena, Alma Adentro, Identities are Cheangeable), el ganador del Grammy David Sánchez (Cultural Survival), el Gary Burton Quartet, el Global Gumbo de Quincy Jones, el Alfredo Rodríguez Trio, el cuarteto de estrellas ‹90 Millas› con la participación de Sánchez, Stefon Harris y Nicholas Payton, Chambao (Nuevo Ciclo), Calle13 (Los de Atrás vienen conmigo), Residente (solo album), Ben Wendel Quarteto y Draco Rosa entre muchos otros», se lee en la web oficial del baterista. En esta segunda parte de la conversación, nos platica cómo fue el proceso que tuvo que pasar para llegar a ese lugar.
Tu propio arquitecto
Filas cierra.
Rompe en frío.
Ponte recto.
Vuélvete tu propio arquitecto.
Acepta ya el desafío…
(Trabájala.
Henry Cole)
Destacar en Nueva York, que es una ciudad tan especializada, es muy difícil porque allá la gente tiene sellos: el mejor baterista de rock, el mejor baterista de jazz, el mejor de cada cosa, no es como Puerto Rico donde las escenas son más pequeñas y más abiertas, cuando llegué dije ¿entonces quién yo soy?, no soy Elvin [Jones] ni voy a ser Elvin porque no pertenezco a esa cultura, pero leí un libro de historia de Puerto Rico que me ayudó mucho, me sirvió mucho conocer la historia de los músicos y del país, y también me ayudó a entender por qué era que me estaban llamando personajes de Nueva York como Eric Reed, que es un pianista que trabajó mucho con Wynton Marsalis. Me di cuenta de que lo ellos buscaban era una persona que pudiera traer diferentes colores a la misma música que ellos tocan y yo dije bueno, eso sí lo puedo hacer porque es lo que he hecho siempre, un día toco una campana y al otro día toco el ride y al otro día toco otra cosa, eso me ayudó mucho en el proceso y así ha sido hasta ahora, creo que todos los días es más serio, la intensidad aumenta siempre, es increíble, cada día y cada año que paso haciendo esto, dentro de mí, el sentir y el compromiso son mucho más grandes, nunca ha bajado la intensidad.
No terminé ninguna escuela porque cuando iba a terminar el Conservatorio, me fui a estudiar a Berklee, después fui a Manhattan School y rápido empecé a irme de gira con David. Tenía un conflicto grande con la escuela porque yo venía de una escuela de Mayagüez que era humilde, tenía talento y todo eso pero siempre estaba atrás de los otros estudiantes porque nunca tenía clases de armonía ni de teoría ni de nada de eso, yo tenía un buen oído musical natural pero en una transición a una escuela como esa, Manhattan School of Music, que es tan exigente y que va tan rápido, que tiene gente tan preparada, más el mudarte de país, más el idioma, más que te llamen a tocar tus ídolos, todo eso junto es un locura y tienes que decidir qué quieres hacer. Yo soy muy académico en mis formas pero no terminé por eso. En el momento decides seguir tu carrera y no terminar la escuela tomas un riesgo, pero esos mismos riesgos son los que te hacen decir bueno, entonces lo haces o lo haces.
Ahora yo enseño en Manhattan School of Music, mi maestro John Riley me llama para que enseñe a los estudiantes y nunca le digo a nadie que la escuela es mala, cada cual tiene su propia experiencia.
Quemar las naves
Gran parte de mi vida ha sido encontrarme en ese momento en el que cortas tus puentes y no puedes regresar, no puedo ir para Añasco, donde crecí, porque no hay nada para mí allá, todo tiene que ser para acá (risas) y quizá por eso mi intensidad siempre está ahí, porque cada vez se corta más el puente pero en Nueva York tampoco es tan seguro, entonces hay a buscar por dónde seguir, igual nunca aparece pero mantenerse ahí, ya está bien. Otra cosa que pensé hace poco es no está mal morirse intentando, como quiera gana uno, cuando uno ve la vida de esa manera, va a salir ganando de todas maneras, no sales ganando si te quitas, pero si te mantienes dices bueno, lo peor que me puede pasar es que muera intentándolo, y eso no está tan mal.
Y eso ha sido así desde siempre porque cuando estaba en Mayagüez, la única persona que quería estudiar música en una escuela superior era yo, el único que se mudó a San Juan para estudiar, fui yo. Tú puedes decir qué chévere que esta persona esté encaminada pero dentro del individuo eso conlleva muchos cambios, muchos desapegos porque estás dejando lo tuyo cada vez más atrás, hay personas que yo conozco de San Juan, la capital de Puerto Rico, que trabajan juntos hoy en día y se conocen desde la escuela elemental, han vivido ahí toda su vida, o sea, no tienen ese desapego, yo creo que en mi caso, para encontrarme en este momento, desde que era pequeño he tenido que que enfrentarme con eso, pero es así.
(CONTINÚA)
PRIMERA PARTE: Pa´ labrar y echar semilla
TERCERA PARTE: Las raíces y las ramas
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