Este año, prácticamente no hizo nada de promoción y desarrollo la Secretaría de Turismo (Sectur). Según su director de Servicios Turísticos, Enrique Pérez Domínguez, se la pasaron comprobando recursos otorgados por el gobierno federal desde 2014, que Harry Grappa, extitular del ramo en el gobierno de Javier Duarte, no solventó y seguramente no aplicó a los rubros etiquetados.
Pero lejos de los obstáculos que han debido salvar las nuevas autoridades estatales por el negro legado de Duarte, lo cierto es que la Sectur ha sido condenada al olvido. Lo hizo patente el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares desde el primer día de su mandato, al dar a conocer que en la titularidad iba a colocar al abogado Leopoldo Domínguez Armengual, un experto en archivos y notarías cuyo único conocimiento en el tema turístico ha sido como usuario y que de cultura sabe lo que nosotros sabemos de física cuántica para predecir el comportamiento paradójico de las luciérnagas.
La inactividad a que Yunes ha condenado a todos sus secretarios, obligados solo a hurgar en los expedientes para hallar desvíos de recursos con los cuales llenar buena parte del tiempo en sus comparecencias ante los diputados, ha sido más patética en turismo.
Pese a que su principal apuesta para su sucesión es el presidente municipal de Boca del Río, uno de los municipios más pujantes en esa materia, junto con el municipio de Veracruz que a partir del primer minuto de 2018 gobernará su otro hijo, o tal vez por ello, para el gobernador lo único atractivo para generar recursos por la actividad turística es esa zona conurbada y la vecina Alvarado, lo que permite predecir que tanto la inversión pública como la privada e destinará exclusivamente a esta área.
2017 fue un año prácticamente perdido para ingresos turísticos. No hubo importantes asignaciones presupuestales a los tres principales motores del primer trimestre del año: la Fiesta de la Candelaria en Tlacotalpan, el Carnaval de Veracruz y el festival Cumbre Tajín, lo que se reflejó en una disminuida asistencia que, en el caso de Tlacotalpan, se vio ensombrecida por los amagos de la Fiscalía General de detener incluso al alcalde panista por el embalse de toros, una costumbre ciertamente troglodita que propicia la crueldad contra los animales.
Las temporadas vacacionales de playa como la Semana Santa también pasaron de noche para los funcionarios de gobierno que solo se preocuparon por la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, aunque prodigaron recursos por los destinos de playa del norte del estado, como Costa Esmeralda.
Para colmo de males, durante este gobierno enfocado casi exclusivamente en tres temas: seguridad pública, reingeniería financiera y procesos electorales, Veracruz tuvo la mala suerte de ser el foco de dos huracanes y un terremoto. Los primeros acabaron prácticamente con la precaria infraestructura turística de Costa Esmeralda (amén de la producción agropecuaria) y Los Tuxtlas, sin que recibieran la menor atención y apoyo de su gobierno estatal, y que dejó en peores condiciones las carreteras que la comunican con el resto del estado y el país. El movimiento telúrico dañó casas y negocios del sur de la entidad, en particular, Coatzacoalcos.
Esta situación ha agravado la situación de los prestadores de servicios turísticos que no están ubicados en la joya de la corona de los Yunes azules.
Proyectos, puros proyectos
Como para evitar que se piense que el actual gobierno solo se centra en Veracruz-Boca del Río-Alvarado, el secretario de Turismo Leopoldo Domínguez Armengual, quien este lunes 27 por la tarde comparece ante comisiones de la Legislatura, se aventó una gira por el norte del estado, y en Poza Rica anunció el denominado Programa de Desarrollo Turístico del Corredor Costero Tuxpan-Nautla que, según dijo, contempla seis proyectos ecoturísticos en los municipios de Tuxpan, Poza Rica, Cazones de Herrera, Papantla, Gutiérrez Zamora y Tecolutla, con una inversión establecida de 185 millones 620 mil 412.02 pesos.
Dicho corredor, hay que precisarlo, no toma en cuenta la denominada Costa Esmeralda, porque si bien ocupa territorio de Tecolutla, lo que incluye el proyecto está pensado únicamente para la cabecera municipal, con lo que las comunidades olvidadas de esta zona turística seguirán esperando algún apoyo que nunca llegará, con una situación de olvido que se recrudecerá con la terminación de la autopista Cardel-Poza Rica, que desviará lejos de sus atractivos de playa el tráfico carretero que hasta ahora permite una derrama económica en temporada baja, con lo que la situación será aún más dramática.
El objetivo principal, leyó el funcionario, es impulsar el turismo funcional y sustentable en la zona, así como encontrar los catalizadores que disparen proyectos turísticos, mismos que deben estar en sintonía con el mercado y las expectativas de la población y, de paso, procurar la preservación ecológica del ecosistema y la conservación del medio ambiente.
Domínguez Armengual quiso entusiasmar a prestadores de servicios y periodistas con sus cifras alegres: la afluencia turística anual subiría a 3.07 millones de visitantes (1.6 millones de personas más), la oferta hotelera pasaría a 18 mil 515 cuartos (de los 8 mil 216 que hoy están en servicio), la ocupación se incrementaría en un 5 por ciento (pasando de 58 a 63 por ciento), se generarían alrededor de 51 mil 495 nuevos empleos ligados a la actividad turística, la derrama económica llegaría a 13 mil 321 millones de pesos (de los actuales 3 mil 101), y se generarían divisas del orden de los 7.9 millones de dólares. Todo ello, gracias al desarrollo de los segmentos turísticos de sol y playa, ecoturismo y de aventura, de negocios, especializado, de salud, de lujo y cruceros.
Muy buen proyecto, solo que falta obtener los recursos necesarios de diversos programas institucionales de los gobiernos federal y estatal e, incluso, de organismos internacionales.
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