Desde siempre se ha dicho que las comparecencias que rinden los secretarios del gabinete estatal ante el Congreso para hacer glosa del Informe de gobierno son ejercicio inútil, donde prevalece la simulación y el autoelogio. De manera coloquial, se trata de un verdadero carnaval de mentiras.
Los eufóricos yunizombies decían que así era en el pasado. Que eran eventos para el culto a la personalidad, que se gastaban cientos de miles de pesos en el evento y en “acariciar” la mano de los legisladores –afines y de oposición- para que hicieran preguntas a modo. Y que los auditorios se llenaban de empleados acarreados para apaciguar la crítica.
En eso consiste el cambio, dicen. Ahora prevalece la austeridad y la independencia de los legisladores para preguntar lo que les venga en gana. Lo que no dicen es que ahora, como en el pasado, sólo se manifiesta una verdad a medias, matizada, que ocultan los asuntos de fondo. En eso, las comparecencias siguen siendo exactamente las mismas, con el mismo formato, con la misma manía de hacerse acompañar de colaboradores que sirven de ornamento. Sólo cambió el despilfarro, pero la intención de mentir para ocultar información relevante permanece.
Así lo vimos en las primeras comparecencias de los secretarios del nuevo gobierno. No sólo mostraron su falta de oficio político, sino que en algunos casos, se han puesto en evidencia burdos montajes, verdades a medias y ocultamiento de información, todos bajo la misma lógica de que hay un problema de percepción en los ciudadanos y en los medios; y que el origen de todos los males está en la administración anterior.
Por ejemplo, ¿acaso el gobierno de Duarte obligó a Rogelio Franco a decir una flagrante mentira sobre el tema de violencia en contra de las mujeres? Ello mereció un escandaloso reclamo público por parte de la investigadora y catedrática de la Facultad de Antropología de la UV, Estela Casados González, quien negó que haya trabajado para la Secretaría de Gobierno como Franco lo informó en su comparecencia.
Sin medir las consecuencias, acostumbrado a las burdas formas políticas que ha aprendido en su fugaz carrera política, Franco aseguró que la académica había trabajado con la Secretaría de Gobierno en mesa de trabajo sobre cifras o datos en torno a las violencias hacia mujeres.
Dijo también que se había reunido en esas mesas con funcionarios de la SEGOB y la FGE para trabajar en torno a las cifras sobre violencias contra mujeres. Y que “encabezaba” –como si se tratara de un grupo de porros como los que él sí lidereó-, un observatorio ciudadano, cuando en realidad se trata de la Coordinadora del Observatorio Universitario de Violencias contra Mujeres de la Universidad Veracruzana. Las tres cosas fueron desmentidas de manera pública y categórica. La posición de Franco fue el silencio que lo ha acompañado en toda su gestión.
Casados González hizo un escrupuloso recuento de lo que se ocultó en la comparecencia tan sólo en este tema: pidió que informen sobre las cifras oficiales de las desapariciones femeninas en la entidad y el estado de las averiguaciones en torno a ellas; que se hagan públicas las cifras oficiales sobre los casos de feminicidios en la entidad y las sentencias emitidas al respecto; y las cifras oficiales en torno a los homicidios de mujeres y el número de sentencias a homicidas de mujeres. La historia continuará.
La comparecencia del Secretario de Finanzas, Guillermo Moreno Chazzarini, no fue más afortunada. Aunque su propósito fue llevar la atención del respetable a la catástrofe financiera heredada –tema que dejó el hit parade hace muchas semanas-, no pudo evitar “enbriscarse” con todo lo relativo a la reestructuración de la deuda pública, lo que ha dejado aún más dudas que certezas.
Por ejemplo, supo decir que no hay dinero para pagar deudas, ni laudos, tampoco a la Universidad Veracruzana y a los Ayuntamientos aún cuando esta deuda está documentada. Sin embargo, escondió la cabeza cuando se le cuestionó sobre el monto de los servicios financieros de la reestructuración –que se calcula cercana a los mil millones de pesos- y la empresa que realizará estos trabajos, bajo el argumento de que se sigue analizando el monto total, ya que han aparecido nuevos pasivos. ¿Acaso no ya se habían firmado los contratos con las instituciones bancarias?
En el tema, dijo que el gobierno se ahorrará 2 mil millones de pesos al año por esta reestructuración. Eso es falso. Si yo debo 12 mil pesos y pago mil pesos al mes para cubrirlo, tardaré un año en liquidarlo. Pero si renegocio con el banco y lo hago en dos años, al mes pagaré 500 pesos. Eso no quiere decir que al año me ahorraré seis mil pesos, quiere decir que debo lo mismo y tardaré más tiempo en liquidarlo, con todo y la suma de una tasa de interés que tampoco es competitiva. Mentira absurda.
En la catarsis del pasado, dijo también que se han documentado desvíos por más de 75 millones de pesos, aunque las denuncias sólo se han hecho por 34 mil. Es posible que ni él sepa la verdad. La información que ha proporcionado la Fiscalía indica que las denuncias son acaso por unos cuantos cientos de millones de pesos, nada comparado con las cifras que se siguen manejando. Alguien miente.
Esas son sólo dos de las áreas neurálgicas del gobierno. Cuando se han dedicado a maquillar cifras y esconder lo que pasa en estado, no nos queda más remedio que aceptar que el carnaval de mentiras sigue más alegre que nunca.
Las del estribo…
- La corriente crítica del PRI ha pedido al dirigente nacional Enrique Ochoa Reza que se ocupe de Veracruz, que nombre de inmediato un delegado y que se atiendan las tareas urgentes por el inicio del proceso electoral. En la solicitud, va implícita una dura crítica a la dirigencia estatal. Por otro lado, Ochoa está ocupado en otros temas, no sólo en la designación del candidato presidencial, sino en la siguiente chamba que lo llevará a multiplicar su flotilla de taxis. Veracruz es una aldea lejana.
- Jorge Mario Pardo Rebolledo, ministro de la Suprema Corte, ha dicho que es hora que el Congreso local abra el debate sobre matrimonios del mismo sexo, con el propósito de hacer los cambios al código civil. Pero olvida que estamos en tiempos de elecciones y que el Congreso local dominado por panistas no abrirá un frente en contra de la Iglesia y sus votos.