Con sismos e inundaciones,
mujeres asesinadas,
multitudes masacradas,
secuestros y represiones,
han crecido los panteones.
Hoy, ya no son mis plebeyos
los humanos, porque ellos
se han vuelto su propia presa,
matan la naturaleza
y se matan entre ellos.

Con la situación actual
ya ni a mí se me respeta,
ahora me encuentro sujeta
a los designios del mal
y me parece inmoral
arrastrar con tanta gente
de modo tan prepotente
cuando aún no era su hora,
no me gusta ser traidora
porque soy muerte decente.

El tiempo en que trabajaba
con total independencia,
esperaba con paciencia
sin poner ninguna traba
pues la vida terminaba
de manera natural.
Yo, que siempre fui imparcial,
justiciera y solidaria
he devenido sicaria,
comisionada del mal.

Esta patria tan querida
que celebraba a sus muertos
y con los brazos abiertos
le daba la bienvenida,
hoy se siente muy herida,
se le parte el corazón
porque tanta corrupción,
el crimen organizado
y el terrorismo de Estado
laceran a la nación.

Recobraré, mexicanos,
mi total soberanía,
habrá de llegar el día
en que no mueran los sanos
y que no sean los villanos,
el ladrón, el homicida
ni la falta de comida
quienes hagan mi quehacer;
a México he de volver
pero a celebrar la vida.

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