Ese lunes por la mañana sucedió en el puerto de Veracruz un hecho bochornoso e indigno de personas que se dicen representantes de la ley.
Resulta que como todos los días, la doctora Araceli Serralta Gómez, salió de su hogar ubicado en el exclusivo fraccionamiento Costa de Oro para dirigirse a su trabajo; pero metros más adelante se le emparejó una camioneta blanca con vidrios polarizados.
El sujeto que iba en el asiento del copiloto bajó el cristal y apuntó a la profesionista con un arma. Como pudo, Araceli llegó hasta el café La Parroquia ubicado en el bulevar Ruiz Cortines a pedir auxilio, pero hasta ahí se metieron los tipos (que después se sabría que son policías ministeriales) a sacarla a empujones y empellones.
Casi a rastras la llevaron hasta la camioneta y la subieron.
Pero para su mala fortuna en esos momentos había en el café varios camarógrafos que comenzaron a grabar la escena. Por su parte, los comensales subieron el video a las redes desde sus celulares.
Sorprendidos por el apoyo a la mujer los ministeriales la dejaron en libertad con un “bueno ya señora, usted disculpe”.
Estos sujetos cometieron varias faltas graves, por principio de cuentas no llevaban una orden de aprehensión. Por otra parte, de acuerdo con la ley, cuando se va a detener a una mujer la detención la debe hacer una mujer policía, y por último, nunca le pidieron su identificación a la doctora y ellos a su vez no se identificaron hasta que los curiosos los obligaron a hacerlo.
Enterado del suceso y cuando ya el escándalo había traspasado las fronteras estatales, el gobernador (que como paradoja andaba recorriendo un Centro Integral de Justicia), dijo: “Quiero iniciar mi intervención ofreciendo una disculpa pública a la señora que esta mañana, de manera indebida, fue detenida por dos personas, empleados de la Fiscalía General del Estado… una disculpa pública, eso no debe suceder en el Veracruz moderno y respetuoso de la ley”.
Pero el que estaba descompuesto era el pobre Fiscal Jorge Winckler que declaró de entrada que los agentes habían sido cesados y estaban sujetos a investigación. Pero agregó: “Yo en lo personal le pido una disculpa a la doctora, trataré de buscarla… le rogaré que ponga una denuncia, aunque si no la pone ya se inició una carpeta de investigación por los hechos”.
El problema es que no es la primera vez que ocurren estos yerros en la Fiscalía bajo su mando, ya son muchos y muy delicados.
Salvo tu mejor opinión, lector, pienso que el joven Fiscal debe extender sus disculpas al resto de los veracruzanos y decirles: “Lo siento, hice mi mejor esfuerzo; lo intenté, pero los problemas en la Fiscalía son más grandes que mi capacidad para resolverlos, por eso me voy a casa”.
Eso sería muy sano para la impartición de justicia en la entidad, para el gobierno que encabeza su jefe Miguel Ángel Yunes Linares y, sobre todo, para la sociedad de Veracruz a la que San Policarpo de Esmirna le viene pelando los dientes en eso de sufrir martirio.
P.D.
Por cierto, ¿a qué mujer iban a detener los ministeriales?