Si consideramos los últimos acontecimientos –sobre todo las renuncias de algunas de las principales figuras de los partidos políticos que lo integran-, la construcción del Frente Ciudadano por México ha resultado una promesa basada en tres mentiras: ni es Frente, ni es Ciudadano y menos es por México.

Pero además, siguiendo el guión cinematográfico de La Ley de Herodes –en un acto de exquisita nostalgia-, los partidos PAN, PRD y Movimiento Ciudadano concretaron el nacimiento del Frente Ciudadano por México, con vigencia hasta ¡el 31 de diciembre de 2024!

Es decir, pretenden adjudicarse la potestad, por encima de cualquier órgano interno de sus partidos, de tomar acuerdos –que tarde o temprano intentarán imponer en las cámaras de diputados y senadores, por encima de sus grupos parlamentarios- y decidir candidaturas por los siguientes siete años, lo que incluiría no sólo está elección presidencial sino también la siguiente. La realidad siempre supera a la ficción.

Parafraseando a Paquita la del Barrio, las razones de las mentiras saltan a la vista. La primera, sencillamente porque un frente se construye por la alianza de las partes y no por su polarización. La naturaleza de un frente es la suma y no la resta, que es lo que ha venido sucediendo estos días. Así, lo que PAN y PRD habían puesto a favor del frente –Dante ni suda ni se acongoja-, hoy ya no vale lo mismo.

En este caso, se supone que el frente político implica la alianza de tres partidos políticos con identidad propia, pero que se unen temporalmente (¡siete años!) en torno a un candidato –que no lo hay-, un objetivo –parar al PRI y a López Obrador, lo cual es subjetivo-, y un programa común sumando sus fuerzas, aunque dentro de cada uno de ellos haya intereses particulares –asegurar las candidaturas para sus líderes-, y discrepancias que pueden ser superadas.

La segunda mentira es que se trata de un proyecto ciudadano. Hasta ahora, el ciudadano no ha sido considerado para la maldita la cosa. Más bien es visto como un instrumento legitimador de las decisiones de las élites. No tiene ningún valor, sólo una utilidad electoral. Si lo que están pensando es que el mote de Frente Ciudadano es porque los electores tendrán la libertad y el desvarío de votar por ellos, están firmando su sentencia anticipada.

No ha habido hasta hoy una sola decisión que sugiera siquiera que los ciudadanos van a ser empoderados. Por el contrario, ante la amenaza de la división interna, han decidido cerrar la puerta a cualquier expresión crítica. Los ciudadanos nada tienen que ver con el Frente y sus decisiones.

La tercera mentira es que se todo este borlote lo hacen por México. ¡Bendito Dios!, decía Rudecindo en la tremenda corte. ¿De verdad son tan cínicos como para pensar que los mexicanos se van a atragantar con el cuento de que se trata del sacrificio por la patria? Sus intereses no son los de México.

Para que no nos tachen de anti demócratas, basta con escuchar los comedidos comentarios que panistas y perredistas tienen sobre sus líderes, para que el atribulado lector saque sus conclusiones sobre el sacrificio que están haciendo por la patria.

Ayer, todos los noticieros nacionales abordaron el tema de la renuncia de Margarita Zavala al PAN. Así, en fila india, voces del calibre del aspirante presidencial Rafael Moreno Valle, gobernadores y senadores panistas, y muchos antiguos aliados de Ricardo Anaya, dijeron que las dos principales características del joven maravilla –sacar a Calderón, su esposa y a su mentor del camino debe tener algún mérito- eran precisamente la ambición y la traición. Algo de lo que seguramente tendrán que vacunarse Dante y Barrales.

De la senadora perredista metida a dirigente provisional también se han hecho toda clase de críticas. Su enfrentamiento con López Obrador abrió la puerta para que hordas de amarillos –caballos de troya, dijo ella-, salieran en tropel de las filas del sol azteca. Hoy, hasta el Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, ha tomado distancia política de quien incluso fue su pareja sentimental. De los líderes históricos, ni mencionarlos.

No hay el mínimo asomo de inclusión. Una de las razones por las que el ex director de la Comisión Nacional del Agua, José Luis Luege Tamargo renunció ayer al PAN es porque le cancelaron toda posibilidad de competir por la candidatura al gobierno de la Ciudad de México. El argumento fue el mismo: la decisión corresponde al órgano de gobierno del Frente, y por tanto, no puede haber un proceso interno en el PAN. Y esta condición, en teoría, habrá de prevalecer mientras el Frente siga vivo.

Pero a nadie parece preocuparle el tema de la vigencia. Tal vez porque tirios y troyanos están seguros que el Frente Ciudadano por México podría morir en la víspera y no llegar siquiera a convertirse en coalición electoral para el 2018. Si lo logran, seguramente los resultados de la elección del próximo verano darán fin al despropósito de mantenerse unidos hasta la siguiente elección presidencial.

Las razones del engaño del Frente parecen ser las mismas que las de Paquita: la primera por coraje, la segunda por capricho  y la tercera por placer.

Las del estribo…

  1. Lo que se iba a resolver en seis meses, se convirtió en el año más violento de las últimas dos décadas en Veracruz. Habrá quien no lo quiera ver así, pero las víctimas ahí están, se cuentan por miles. Los hechos violentos en Playa Vicente –donde se presume se arrojó una granada al interior de la Iglesia- confirman la urgente necesidad de un Comisionado federal de Seguridad. Y eso tampoco es grilla.
  2. Pues parece que el gasoducto aún no inicia y ya le explotó al presidente municipal de Xalapa. Lo que para él había sido un “acto de responsabilidad”, eso de construir para el futuro, para la SIOP no fue más que un intento de agandalle de la empresa responsable. La politización surgió del propio gobierno municipal.