A 424 días de su conclusión y ya casi a la mitad de su efímero período, al gobierno del PAN-PRD ya se le puede valorar y evaluar en muchos aspectos, en particular de sus responsabilidades, obligaciones y promesas. De entrada, se puede adelantar, que no cuesta mucho encontrar y comprobar, que se parece demasiado al del PRI-Verde y cómplices, que caracterizó a Duarte.
Sin duda, sobresalen algunos aislados o excepcionales intentos positivos no consolidados pero, sobre todo, en mal administrar y sobrellevar la desgracia de más pobreza, hambre e inseguridad, con más opacidad y autoritarismo; y además, que al desastre heredado y todavía no precisado, ni cuantificado, al debilitamiento o destrucción de instituciones, se suma ya lo acumulado por los actuales presuntos responsables en el gobierno estatal.
Como se dice y repite, con más y más frecuencia: es poca, selectiva o nula la transparencia, el acceso a información pública actualizada y la efectiva rendición de cuentas. Inexistente o superficial participación ciudadana y social, así como pocas o nulas evaluaciones públicas reales.
Y hay que insistir. Se sigue sin saber: ¿de qué tamaño es el daño recibido y cuál es ya, el acumulado? ¿A cuánto asciende el total-total de deuda pública estatal y municipal? ¿Dónde están los miles de millones de pesos presupuestados y desaparecidos? ¿Los resultados de la entrega recepción? ¿Cuántos despedidos y cuántos nuevos contratados van? ¿Incrementos en ingresos presupuestales? ¿Renovar o autorizar más concesiones y privatizaciones, para beneficiar a quienes?
Mal de muchos…consuelo de falta lo peor
La novedad no es el descaro, del intento de imponer al llamado “fiscal carnal”, que tanto escandalizo al país. Lo notorio es que se reproduce, sostiene y extiende la citada problemática, a casi toda institución o dependencia gubernamental. Inocultable presencia y fortalecimiento del sistema de continuidad de la impunidad, que entre otros males fortalece corrupción gubernamental y reproduce intocables y reciclables, algunos hasta con fuero.
No hay, como se afirma, poderes independientes, empoderamiento ciudadano, ni órganos autónomos. Menos en tiempo de elecciones.
En Veracruz, los ejemplos se repiten y ahora resulta que el Congreso estatal es un muladar, igual o peor que antes. Excepciones aparte, como la del grupo legislativo de MORENA, no hay trabajo de oposición, construcción de consensos, participación ciudadana, ni política de la buena para fortalecer el bienestar social, de los sacrificados veracruzanos.
Por lo pronto, en el estado como en el país, más que alternancia, son simple redundancia.
No se necesitan profundos análisis, ni rigurosos estudios de renombrados expertos. Simple, claro y breve. Algunos más rápidos y muchos más lentos, pero sus desempeños se resumen a más de lo mismo y peor.
Unos y otros, en sus respectivos ámbitos y momentos han probado y comprobado, lo que ya resulta obvio y descarado. ¿Cuáles principios y valores, les caracterizan y distinguen?
En los hechos y no en los dichos, en todas partes, el hartazgo y la inconformidad social aumentan, ante más inseguridad, debilitamiento institucional, limitaciones, sacrificios y retroceso en desarrollo y bienestar social; y, una creciente crisis de las finanzas públicas y de la economía estatal. Al contrario de lo prometido, Veracruz sigue sin ser recuperado.
Valores y principios del bien común
Quienes gobiernan, por ningún motivo deben olvidar que todos y cada uno de sus actos y acciones tienen que ser legales y legítimos. Ni más ni menos.
En todo caso. No intentar, ni permitir sustituir ley y Estado por autoritarismo personal, familiar o de grupo.
Incluso en acciones temporales de control de daños, de organización o actualización gubernamental, no se debe permitir uso y abuso de recursos y patrimonio público, así como de las atribuciones de las instituciones. Tampoco de manipulación, ocultamiento y engaño, para sostener enajenación y distracción, como formas de impedir o limitar la participación individual y social, imprescindibles en legitimación, credibilidad y confianza.
Preciso no olvidar y tener presente que simulación, disimulo, complicidad e impunidad, una vez que se arraigan y aumentan, fortalecen ineficiencia y complicidad, delincuencia e impunidad.
Ningún acuerdo, trato o pacto es aceptable, si como consecuencia mediata o inmediata, es que ceda o desaparezca la ley y la justicia se ausente
Obligada e impostergable reflexión, análisis y debate, respecto a la ineficiencia y la delincuencia gubernamental crecientes, sin duda problema prioritario del México de hoy, que exige atención inmediata.
En su más amplia acepción, se debe recurrir a la CULTURA de un pueblo para asegurar su existencia y desarrollo. Esto implica, establecer y hacer valer y respetar reglas, valores y principios.
Y también, lo que es más difícil y muchas veces lento y complicado; introducir modificaciones, transformaciones o simples cambios necesarios. Esto es, mutatis mutandis, cambiar lo que se debe cambiar. Reto siempre presente.
Cuando se pasan los límites. Cuando sistemáticamente se ignora, simula, engaña o manipula el cumplir y hacer cumplir la ley, se ocasionan graves consecuencias sociales, como ineficiencia y corrupción gubernamental crecientes, así como incremento de delincuencia en general. Lo que fácilmente se convierte en inestabilidad, inseguridad y conflictos sociales. Resistencia y desobediencia civil inevitables.
Si cede la ley y se excluye la justicia, la impunidad se convierte en forma o expresión notoria del Estado Fallido, en donde. “el dejar hacer y dejar pasar”, el disimulo y la complicidad transforman la convivencia social, en expresiones de injusticia, abuso y violencia.
En la sociedad y su cultura, están muchas de las soluciones y, en gran parte, el potencial del cambio, para enfrentar problemas y atender necesidades sociales prioritarias.
Después de todo asumir la condición de ser humano implica responsabilidad, compromiso, esfuerzo real, sistemático y congruente, en la siempre difícil, basta y compleja tarea de alcanzar y garantizar condiciones necesarias, para la vida y el medio ambiente.
Consecuentemente, no se puede eludir o ignorar, simular o aparentar el deber y compromiso de garantizar la continuidad de la existencia humana, la protección de sus libertades, derechos y patrimonio.
Toda cultura exige congruencia entre decir y hacer. Congruencia…e integridad, para bienestar social y personal.
AcademicoIIESESUV @RafaelAriasH. Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH