Después de más de una década de saqueo e irresponsabilidad en el manejo de los recursos públicos, el gobierno de Veracruz enfrenta una de las peores crisis de su historia.
Nunca como hoy se había visto en la entidad un gobierno estatal casi maniatado por las restricciones presupuestales, derivadas de una deuda que golpea a todas las dependencias; hay algunas oficinas que no cuentan ni siquiera con lo más elemental para operar.
Hace unos días acudí a una oficina ubicada en Palacio de Gobierno; hablo con el titular de la dependencia y con algunos trabajadores de la misma, quienes por separado ofrecen su perspectiva de la dimensión del problema financiero; me comentan los burócratas que los días en que el gobierno cubría el costo de los alimentos de quienes se quedan trabajando en horario corrido hasta la noche, han quedado en el pasado.
El apoyo de combustible se reserva para casos estrictamente necesarios.
Ante ese problema, el gobierno estatal inició los trabajos para reestructurar la deuda pública, que oficialmente es de 43 mil 889.6 millones de pesos.
Leo con atención la información proporcionada por el secretario de Finanzas y Planeación a un diario especializado en temas económicos; dice Guillermo Moreno Chazarini que este proceso de reestructura dará un respiro al gobierno estatal, dado que se busca reducir las tasas de interés; ampliar los plazos para el pago de la deuda y, por consiguiente, mejorar la calificación en los mercados. Todo ello, indica el funcionario, significaría un ahorro para Veracruz y mayor disponibilidad de recursos para el gasto.
Por supuesto, si el gobierno estatal logra esa reestructura con plazos más largos y tasas más bajas que las que se habían contratado de forma irresponsable por los anteriores gobiernos conseguirá también una mejor calificación crediticia, sobre todo si ese proceso va acompañado por un programa de reducción del gasto y de incremento de sus ingresos.
No es necesario ser un experto en finanzas para entender que si el gobierno no aumenta sus ingresos y mantiene el mismo nivel del gasto, la sola reestructuración de su deuda no será suficiente.
Hoy, lamentablemente para Veracruz, el nivel de la deuda pública ha escalado hasta asfixiar las finanzas estatales; de hecho, los casi 44 mil millones que debe le convierten en la cuarta entidad más endeudada del país, sólo detrás de Ciudad de México, Nuevo León y Chihuahua.
Hace 17 años, en el 2000, la deuda per cápita de Veracruz era dos pesos con 58 centavos; la segunda más baja del país. Una década después, en promedio, cada veracruzano debía 2 mil 812 pesos con 95 centavos; comenzaba el sexenio de Javier Duarte de Ochoa.
Al cierre del año pasado, la deuda per cápita de la entidad ya se había disparado luego de que el gobierno estatal pidiera un préstamo tras otro.
No hubo un año sin que la administración Duarte recurriera a la banca. De ese tamaño fue el saqueo y, por supuesto, el enriquecimiento del ex gobernador y sus cercanos, quienes se habrían convertido en la nueva clase de millonarios veracruzanos.
Hoy, la deuda per cápita de Veracruz se ubica en 5 mil 991 pesos con 92 centavos, la octava más alta de la República; y aunque después del proceso de reestructura seguirá igual, probablemente las nuevas condiciones de pago provoquen que, como dice el titular de Sefiplan, el gobierno estatal pueda tener un poco de aire, un respiro que sirva no para campañas políticas, sino para mejorar las vías de comunicación y la infraestructura educativa; así como el equipamiento a los cuerpos policiacos. @luisromero85