Para buena parte de los priistas veracruzanos resulta prácticamente insostenible la permanencia de Renato Alarcón Guevara al frente del comité directivo estatal del PRI, una vez que ha cumplido con la encomienda de medio salvar la elección municipal y haber mostrado su absoluta falta de liderazgo, lo que tiene en un verdadero pantano la actividad política con miras a unos comicios, los de 2018, que ya comenzaron el viernes pasado.

Identificado plenamente con el proyecto del senador Héctor Yunes Landa, a quien acerca los reflectores cada vez que puede (aunque él carece del mínimo protagonismo), Renato no se ha percatado de que la balanza empieza a inclinarse con sobrada evidencia a favor del senador José Yunes Zorrilla, o tal vez no quiera ni pensarlo porque ello significaría dejar pronto la dirigencia del partido, posiblemente en manos del actual alcalde xalapeño Américo Zúñiga Martínez, sin siquiera haber amarrado una diputación plurinominal aunque sea local.

Que tiene preferencia por Héctor Yunes lo demuestra, más recientemente, el hecho de haberlo colocado a su derecha en la guardia de honor del PRI ante la estatua de Miguel Hidalgo en el Parque de los Berros. Si efectivamente actuara como si no hubiera aspirante preferente, no tendría tantas atenciones para el senador choleño, algo que demuestra su torpeza en la política porque no se cubre ante la posibilidad de que su apuesta tan abierta no sea la correcta.

El grave problema del PRI es que la dirigencia nacional no se ha enterado aún que en 2018 será muy importante el flujo de votos que le arroje Veracruz para la elección presidencial, y que eso pasa por tener a un partido sólido, aceitado, con una dirigencia reconocida por la militancia, un líder audaz y protagónico, además de un buen candidato a Gobernador que logre plantear propuestas electorales atractivas y conformar una oferta de candidatos a diputaciones locales y federales y a senadurías que permitan un entramado capaz de enfrentar a Morena y a la coalición PAN-PRD-MC, sin el riesgo de convertirse en el tercer lugar.

Enrique Ochoa Reza anda en las nubes, mientras que Renato Alarcón anda por los suelos (o en el subsuelo), cometiendo pifias tan terribles como el despido de militantes probados y capaces que han ayudado a construir la dirigencia estatal, e imponiendo dirigencias sectoriales, como el de las mujeres, que han provocado la molestia de las priistas.

La molestia de familiares de Ángel Viveros

Ayer comentamos el caso de Ángel Viveros y la situación laboral que enfrentó cuando sobrevino su asesinato en Xalapa. De inmediato, el dirigente estatal del PRI salió con una carta de protesta exigiendo el esclarecimiento del crimen. Lo paradójico es que él lo despidió de manera fulminante, luego de seis años de laborar para el PRI estatal, de la misma manera como el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares ha hecho con miles de burócratas que hoy se encuentran en situación lamentable.

¿Qué piensan familiares y amigos de Ángel Viveros sobre la actitud de Renato? De entrada lo califican de “tremendo hipócrita”, de “indeseable cobarde”. Y no les falta razón. En un texto señalan: “Renato Alarcón Guevara, primero lo corriste como perro sin importarte que era un militante leal y responsable, además que entregó su juventud al partido; cuando quiso hablar contigo y con Silvia Domínguez, simplemente lo ignoraste. Hoy, ante su cobarde asesinato, te das cuenta que ‘laboró para las dirigencias de nuestro partido desde hace seis años. Nuestro compañero era un joven responsable, comprometido y respetuoso dedicado a sus labores’.

“Hoy que otro cobarde igual que tú nos arrebató a nuestro amigo, tú te atreves a llamarlo “nuestro estimado amigo”.  No, Renato, no tienes calidad moral para llamar compañero y mucho menos amigo a Ángel Viveros López; él a diferencia tuya sí era un hombre congruente. Sigue entreteniéndote con las prerrogativas del partido, ninguna dirigencia dura para siempre, y llegará el día en que esta etapa negra del partido termine y podremos ir a retirar tu foto de la sala de expresidentes”.

La súbita entronización de una desquiciada

Pese a que ha sido incapaz de construir una dirigencia estatal con un proyecto sólido, sacando a personajes como Gina Domínguez y Regina Vázquez (lo que ayer comentamos), en cambio ha operado de manera autoritaria la salida de Martha Montoya al frente del Organismo Nacional de Mujeres (ONMPRI), con madruguete incluido, lo que ha puesto a mujeres de calendas y mayores tamaños a punto de un ataque de nervios.

La comparación con el título de la célebre película de Pedro Almodóvar en realidad no refleja el sentimiento de las militantes priistas, quienes están que trinan contra el exdelegado del ISSSTE. Y es que sin mediar un periodo adecuado para que la convocatoria surtiera efectos en la participación de las posibles interesadas, impuso fast track a la pésima alcaldesa de San Andrés Tlalnelhuayocan como la nueva dirigente. Por acá, en horas de la madrugada, publicaba en estrados la convocatoria, y por allá mandaba las invitaciones para entronizar a Ariana Ángeles Aguirre.

A diferencia de lo sucedido en Nayarit y Oaxaca, donde se llevó a cabo todo el procedimiento, acá simplemente se impuso a la nueva lideresa femenil en la persona, dicen, de una mujer que estaba en el padrón del Partido Nueva Alianza y que nunca perteneció a las filas del PRI.

Me voy a referir a una de estas manifestaciones valientes, la de Dalia Pérez Castañeda, quien escribió en sus redes sociales: “Confían excesivamente en la institucionalidad de las mujeres y por ello se sostienen las prácticas de designación directa sin tomar en consideración nuestro parecer, los liderazgos reales y el mínimo sentido de respeto a las mujeres del partido. Y nosotras actuamos exactamente como se espera: obedecemos y nos sumamos  por solidarias e institucionales”.

Una lideresa peleada con su pueblo

Cualquiera diría que en diciembre próximo terminará la pesadilla que viven los pobladores de San Andrés Tlalnehuayocan, con una alcaldesa, Ariana Guadalupe Ángeles Aguirre, flamante dirigente de la mujeres del PRI, que tan pronto tomó posesión del cargo mostró su carácter atrabiliario, una actitud que no solo han sufrido los pobladores sino también los miembros del Cabildo. Pero no.

Postulada por la coalición del Partido Nueva Alianza con el PRI y el Partido Verde, Ariana Ángeles Aguirre logró hace cuatro años su sueño de ser alcaldesa del municipio vecino de Xalapa, en un segundo intento, gracias al apoyo del exalcalde de Perote, Guillermo Franco, quien dejara cargada de irregularidades la gestión administrativa que le correspondió en su municipio. Y no solo eso.

En los pasados comicios logró que los resultados electorales volvieran a favorecer a su partido que, junto con el PRI y el PVEM, llevaron en la boleta el nombre de su hermano David Ángeles Aguirre.

Acostumbrada a los juegos de azar (una adicción que la lleva a abandonar su trabajo para pasar las tardes en los casinos de Xalapa), ahora piensa probar suerte con el amor, y ya prepara su boda con el exalcalde peroteño. Pero antes disfrutará la experiencia de dirigir a las duras mujeres priistas en un año realmente complicado electoralmente. Y ya veremos si la apuesta de Renato fue la correcta.

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