En este tercera parte de la conversación, Francisco Wilka nos narra sus experiencias en Cuba y en Guinea, la formación del colectivo Maíz Negro y su participación en el grupo Repercute.
Tras la Regla de Osha
En una ocasión, el maestro M’Bemba me dijo tú estás en la escuela pero tienes muchas posibilidades de hacer muchas cosas en la música, si realmente quieres seguir en esto, debes irte a Guinea para que veas cómo se hace la música en su contexto original, yo te recomiendo que lo hagas ya, que no te esperes a terminar la escuela porque hay momentos en los que es preciso hacer eso y a veces te esperas y cuando lo haces ya pasó tu momento y ya no tienes lo que podrías haber recibido.
Yo ya tenía dos componentes extra académicos: la música africana y la música afrocubana. Decidí darme de baja en la escuela en los periodos del 2005 y 2006, estaba trabajando, estaba ganando dinero pero estaba en una situación que sentía que no era la ideal porque debería saber más, entonces decidí ir a Cuba. Estuve allá tres semanas, fue muy poco tiempo pero estuve de lleno y solamente para eso y también fue importantísimo para mí.
Estuve estudiando exclusivamente el tambor batá en el barrio de Pogolotti en Marinao, que es un municipio conurbado con La Habana. Es uno de los barrios negros de mayor tradición africana porque fue el lugar en donde se estableció uno de los primeros ingenios en la época de la Colonia y ahí estaban los esclavos en un barracón. Cuando se hizo la independencia, lo único que pasó es que dejaron de ser esclavos pero siguieron viviendo en el mismo lugar y trabajando por nada, no cambió mucho la situación.
Llegué y fui muy bien recibido gracias a las recomendaciones de Tino. Hice la ceremonia que necesitaba para estar plenamente facultado para tocar el tambor en el contexto religioso pero también tomé clases con músicos de ahí y, sobre todo, fui a los toques de tambor y a tocar en lo que pudiera. Cuando entras ahí, eres como uno más de la familia, vas a todos los toques que surgen y en la medida en que puedes ir participando, le vas entrando, es una relación muy bonita la que se da en el barrio. Algo que me llama la atención es que nunca sentí ninguna cuestión de racismo; yo me imagino que por ser algo religioso, no importa si eres blanco o si eres negro sino que si tienes la convicción y la fe para participar, eso es lo que vale, a diferencia de otras músicas que son profanas, como el jazz, en las que sí hay ese componente: tú tienes tu dios, yo tengo mi dios, esta es mi música y a ti no te va a sonar porque eres blanco. Ese viaje también fue importantísimo.
La matria
Regresé de Cuba trayéndome tambor batá (obviamente, no curado ni para ceremonia sino con fines artísticos) y me dediqué un año a estar tocando en el DF de manera intensiva y a practicar y a desarrollar, fue una de las etapas en las que más me he dedicado a tocar con la idea de ahorrar lo más que pudiera (yo todavía vivía en casa de mis papás, tenía 17 años) y a partir de ese ahorro, al año siguiente, me fui a Guinea-Conakry con un grupo de compañeros. Fuimos varios del grupo Bakán, incluyendo a Marco Cornejo. La estancia de cada uno fue variable, yo estuve cinco meses y medio, de los últimos días de enero, a junio.
Esa es toda una vivencia, yo creo que cualquier persona se aventure a ir a un lugar tan distinto del suyo, por la música o por lo que sea, tendrá mil cosas y experiencias qué contar. De las cosas que yo tengo muy claro que me marcaron y que me definieron, sobre todo en la música, es que esa energía que yo había presenciado desde las batucadas, desde el grupo Banderlux; toda esa fuerza que yo había percibido y de la que ya empezaba a tener cierto control, es un transmisor o un generador -como se le quiera ver- de energía, un músico que no genera energía, no cumple su función porque la otra persona no recibe nada.
Yo me preguntaba ¿por qué tocan así, con esa energía, con esa fuerza inagotable y por qué bailan así?, estando allá me di cuenta de que así viven, gritan todo el tiempo, se mueven, gesticulan muchísimo, incluso, entre ellos son violentos, a uno lo respetan porque saben que no se lleva así pero entre ellos se golpean así como aquí una persona le diría a otra oye, ¿qué te pasa?, aquí, cuando dos personas se agarran a golpes es porque ya se llegó extremo, allá no, allá es un trato normal, es como aquí dar una palmada en la espalda o un empujoncito, eso denota la intensidad en su forma de ser.
Allá no es superstición ni nada de eso, allá no hay de otra, toda la gente cree en que si pasa cierta cosa, te pasa esto; si sales a tal hora, si vas al pie de tal árbol, si vistes con tal ropa, van a pasar tales y tales cosas; obviamente, si todo mundo cree en eso, todo mundo lo vive y es algo real. En la medida en que no tú no te metas con eso, te respetan y no te pasa nada pero entre ellos es una realidad y tú estás viviendo entre esa gente. Eso genera mucha fuerza porque eso, que para ellos es religión, también es manejo de energía como es la música.
Ellos no tienen idea de dónde está México (por lo menos el común de la gente) por una cuestión cultural, tienen muchas deficiencias, la gente está preocupada por qué comer, no por saber en dónde está México (bueno, sí conocían a Rafa Márquez, al tequila y a Marimar, fuera de eso, no sabían que existía México). Les decíamos que está en América pero para ellos América solo es Estados Unidos entonces, primero nos tenían por gringos o europeos pero con el tiempo, la gente que se daba el chance de conocernos, se daba cuenta de que éramos diferentes culturalmente y apreciaban y recibían muy bien a alguien con el cual sentían mayor similitud que con un europeo o un estadounidense.
Allá, con el francés que usan, dicen courage, quiere decir «coraje» pero no como enojo sino como arrojo. A mí me decían se ve que tienes coraje pero lo decían por la forma de tocar, es un elemento que yo no tenía identificado y hasta la fecha, en las clases, no sé cómo se define o cómo se transmite.
Cuando uno dice que alguien tiene fuerza en lo que toca, no se refiere a fuerza física para dar un golpe ni a que tiene mucho volumen sino a que tiene una intensidad que hace que la música de esa persona llegue hacia ti. Me di cuenta que es algo de que, sabiéndolo, puedes controlarlo o buscar generarlo, digamos que es algo que yo ya traía pero allá se me señaló y empecé a ser más consciente de esa cualidad.
Otra cosa era que yo estaba muy clavado, como estaba mi generación (que es previa al YouTube, con eso puedo definir a lo que me refiero) en la información porque era muy difícil conseguir información de cosas africanas, entonces íbamos sobre la información pero me di cuenta de que en cada pueblo tienen sus ritmos y a veces, los pueblos que están muy cercanos tienen los mismos ritmos pero cada uno lo toca a su manera, y dije yo no puedo aprender todo, si de algo no se trata es de aprender que todos los ritmos. Luego, un maestro también muy importante que tuve allá, que me marcó, Daniel Fatabou, hijo del arreglista del principal grupo de percusión nacional, me vio una vez tocando cosas de rumba cubana con unos tambores africanos y me dijo:
-Oye, yo te voy a dar clases
-Sí gracias, ¿cuánto me vas a cobrar?
-Nada, tú solo ven a buscarme.
La única hora en que podíamos los dos era como a las tres de la tarde, la hora del sol, hacía un calor horrible pero ahí estaba y digo qué bonito, realmente él no tenía necesidad de hacer eso, se me hizo una labor muy noble y aprendí cosas muy buenas de él, una de ellas es que me ponía frases para solear pero llegó un punto en el que dije este compadre se las saca de la manga, está genial lo que me está enseñando y está muy bien, pero yo creía en las frases tradicionales y luego me di cuenta de que es una tradición viva en la cual cada músico va recreando y va a sonar tradicional porque él es la tradición en ese momento, y por otro lado, la tradición va cambiando entonces dije bueno, el punto no radica en la frase sino en cómo la tocan. Trajimos información increíble, buenísima, muy interesante pero no era lo fundamental, eso sí me quedó muy claro, lo fundamental es cómo se toca.
La otra lección que me traje de allá es la colectividad, la fuerza de la colectividad es impresionante, si cada individuo de esa sociedad es muy fuerte físicamente y en expresividad, trabajando juntos en un colectivo es algo brutal.
De los cinco meses y medio que estuve allá, solo medio mes estuve en una aldea y cinco meses en la capital. En la aldea, más fácilmente participan los niños en las fiestas tocando, incluso, les pedíamos clases de danza y nos mandaban un niño (risas) y sí, realmente, el niño bailaba increíble.
Desde que llegué a Guinea dije yo voy a vivir como la gente de aquí, no vine acá para estar encerrado en mi burbuja, entonces tomaba el agua que toma la gente de allá, comía lo que come la gente de allá y no me compré un pabellón para dormir sino que ponía un petate en el corredor, que está más fresco, y ahí me dormía, no me importaba pero al final de mi estancia me enfermé de malaria. Me atendí con un médico chino, estuve como una semana más y me regresé.
Una cosa muy fuerte es que, en estos 10 años, tres de nuestros maestros de allá han fallecido y eran adultos, no gente mayor ni viejos, esas cosas te hacen valorar la oportunidad que tuviste. Saber que la gente de allá lleva una vida tan precaria es triste y, a la vez, aleccionador.
Maíz Negro
Cuando regresé, primero me dediqué a reponerme de la enfermedad. Después hubo algunas diferencias con el grupo Bakán y se formó un grupo alterno que está activo hasta la fecha, se llama Maíz Negro, lo formamos en 2006, todavía convivió dos años con Bakán. Con grabaciones de campo que hicimos allá, realizamos un documental sobre las fiestas tradicionales y los carnavales en los que estuvimos en la aldea, también hicimos una exposición con las fotos que tomó allá una de las compañeras, y nos dedicamos a presentar este material en varios lugares del país. Hicimos talleres y presentaciones, también produjimos un disco y con todo eso recaudamos algunos fondos para mandar a la comunidad, no va uno a tapar el sol con un dedo ni va a solucionar nada pero para nosotros era importante no solo ir a extraer cosas de allá sino, en lo que se pudiera, retribuir algo de lo que nos dieron. Fue una faceta muy importante de Maíz Negro.
Último movimiento
Regresé a la facultad y terminé. Siempre estoy muy agradecido con la escuela porque se me permitió que presentara cosas que no eran de la tradición europea ni de música académica, se me evaluaba lo musical, yo reconozco y me parece muy valiosa esa apertura que han tenido los maestros de la Academia de Percusión de la Facultad de Música porque eso permite que, a final de cuentas, gente que obtuvo el grado académico también tenga en su perfil aspectos de la música tradicional o popular.
Repercute
Conocí al maestro Miguel Cruz desde que estaba yo en la facultad, un gran amigo, un gran maestro y un músico que admiro mucho. Él fue el primero que me dio una instrucción en la música popular caribeña, especialmente en lo cubano, yo había estado en el folclor afrocubano y con él tuve mi primera instrucción sobre lo popular, que implica todos los ritmos de baile: el son, el mambo, el chachachá, etc. Con él fui hacia instrumentos que no se utilizan en el folclor, el bongó, la paila cubana que es un tambor criollo. Él abrió ese mundo para mí desde que me ayudó a preparar algunas cosas para mis exámenes de la escuela.
No sé desde cuándo, pero personajes destacados de la percusión en Xalapa hicieron un ensamble: el maestro Javier Cabrera, Miguel Cruz, su pareja, Roselina Moreno, el Oaxaco [Gerardo García]. Hicieron un ensamble de percusiones muy interesante que se llamaba Repercute, tenían propuestas originales, creaban su propio repertorio en base a arreglos que retomaban lo que cada uno conocía de la música tradicional y popular, había marimba, conga, tumbadora, batá, cajones, todo el arsenal de percusiones que existe en América, algo muy afortunado. Tuve la tremenda suerte y el gran honor de que me invitan a participar en el ensamble porque tenían una presentación en el Festival de Marimba en Chiapas y querían meter algo de la balafón, fui con ellos y a partir de ahí me invitaron a quedarme en el grupo.
(CONTINUARÁ)
PRIMERA PARTE: Los primeros golpes
SEGUNDA PARTE: ¡Está Bueno!
CUARTA PARTE: Spiritual
VER TAMBIÉN: Conversación con Francisco Wilka │ Avance
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