Las campañas terminaron más rápido que una purga de magnesia. Si bien el plazo legal vence hasta el próximo miércoles por la noche, la liturgia electoral obliga a que los cierres de campaña se lleven a cabo el domingo previo a la jornada electoral, con el propósito de facilitar la movilización de las personas a los mítines. No debe ser, pero es así, tal como se vio ayer en algunos eventos.

A pesar de ser la capital del estado, las campañas en Xalapa estuvieron más aburridas que un programa de la Hora Nacional. Ni la visita de los dirigentes nacionales de los partidos políticos y de personajes destacados de la polaca tenochca lograron prender el ánimo de los electores. Realmente a la gente le importó un comino su presencia.

Sin embargo, al interior de los partidos políticos más grandes se cumplió el objetivo: establecer la estrategia de operación y movilización el día de la jornada electoral, así como calcular los costos económicos que esto representa. No hay que olvidar que cada elección representa un gran negocio para la burocracia de los partidos.

Y lo hacen porque saben que en nuestro país, el descontento social se expresa en abstención y no en voto de castigo. Ante la caterva de acusaciones que se han hecho personajes de todos los calibres –Andrés Manuel, Miguel Ángel Yunes,  Eva Cadena, Rocío Nahle, Jorge Winckler, entre muchos más-, en otros países medianamente democráticos, no sólo ya los hubieran hecho bolita para tirarlos al cesto de basura política, sino que muchos estarían acompañando al gabinete sustituto que se ha formado en el penal de Pacho Viejo.

El pronóstico es que los escándalos han alejado a los electores de las campañas, y lo harán también de las urnas el domingo próximo. Por ello, una vez más, el resultado de la elección depende más del trabajo que realicen sus estructuras electorales y de movilización, que de la capacidad y experiencia de los candidatos o la eficacia que hayan tenido en sus campañas.

Si los momios favorecen a Ana Miriam y a Hipólito no es porque hayan hecho la mejor campaña, sino porque la nomenclatura de sus partidos ha estado presente en varios eventos, y han enviado el mensaje de que son candidatos cercanos a sus dirigencias nacionales. No dudo que hoy lo sean, pero hace escasos seis meses, ni se conocían. La presencia de tales personajes los puede ayudar, pero también acarrearles un costo político.

En el primer caso, panistas y perredistas se tendrán de poner de acuerdo en la forma en que concluyen su concubinato, porque a partir del lunes próximo, cada quien trabajará para lo suyo: la elección presidencial del 2018. Será interesante saber si conservan la cohesión hasta el domingo.

Curioso también, con lo chismosos que somos, que nadie se haya acercado a Hipólito a preguntarle su opinión sobre lo que sucede en las entrañas de Morena: desde la recaudación de Eva Cadena, la afición a los memes de Rocío Nahle, hasta la hipersensibilidad de López Obrador a las críticas ante lo evidente. Si tendrá consecuencias, lo sabrá el mismo domingo.

Por su parte, Alejandro Montano hizo una campaña nadando de muertito. Agarró el librito y siguió las instrucciones al pie de la letra. El, como los anteriores, también confía en que las estructuras del partido hagan su trabajo. El ex funcionario alemanista siembre se mantuvo en medio de una serie de rumores, el último de ellos, sobre un supuesto pacto que habría signado con el gobernador Yunes para ganar la elección.

Todos saben que Ana Miriam no era la candidata del mandatario estatal; el llamado de Montano a la cordura, la civilidad y el respeto a los resultados, no hace más que abonar al sospechosismo. Que se convierta en un candidato con posibilidades de triunfo, aún cuando fuere por esta razón, es algo que lo va a ayudar.

Y en el caso de Nicanor Moreira, a pesar de su inexperiencia, sin duda hizo una buena campaña. Se dejó ver y escuchar, mantuvo una agenda con mucho sentido común y demostró que de haber sido candidato por un partido con mejor organización, las posibilidades de ganar serían más sólidas.

El Panal no tiene estructura ni él tiene dinero suficiente para financiarla. Por eso, si Moreira ganara la elección, seguramente cambiarían las reglas de juego en el futuro, lo cual es deseable. Es urgente que se destine menos dinero a la política y más recursos para hacer eficiente al gobierno municipal.

Habrá quien no esté de acuerdo. Habrá quien diga, aún dentro de los propios partidos, que las estructuras –ese voto duro que antes lo decidía todo- ya no alcanza para ganar. Y es cierto. Sin embargo, tampoco le alcanza a un candidato que se presuma ciudadano y que no cuente con ellas; en este momento de transición, son tan necesarias las estructuras partidistas como el voto libre y abierto; por ello, el próximo domingo ganará, una vez más, el que opere su estructura de la mejor manera.

Las del estribo…

  1. El presidente municipal del PRI ha dicho que el gasoducto es un proyecto seguro; el candidato del PRI a sucederlo promueve un amparo para evitar su construcción. Por sus actos, ¿cuál de los dos teme más al resultado electoral del domingo?
  2. Resulta que Mayuli Ortega no es la única extranjera inscrita como candidato a un cargo de elección popular; hay otros – costarricenses y de otras nacionalidades-, que siguen en la boleta electoral porque nadie les impugnó y el OPLE prefirió hacerse de la vista gorda. Habrá que ver el carnaval que se va a armar si alguno de ellos logra ocupar un cargo edilicio. ¿Pero qué necesidad?