Si se tratara de analizar la anatomía -estructura, forma y relaciones de las diferentes partes del cuerpo- de Andrés Manuel López Obrador, sería un verdadero reto para la ciencia. ¿Cómo logra sobrevivir políticamente un ser humano que tiene el hígado más grande que el cerebro y el corazón juntos? Pues resulta que lo hace de una manera casi inexplicable.
A pesar de la andanada mediática que ha colocado a Morena como una organización política monoteísta y viciada en sus entrañas por el apego al dinero sin importar de dónde provenga, este jueves Andrés Manuel perdió la gran oportunidad de capitalizar para su causa los agravios de los que ha sido objeto. Una vez más, el temperamento y la sinrazón lo doblegan, aunque decirlo no le guste a los millones de seguidores que como a cualquier falso profeta, le rinden pleitesía, ajenos a sus debilidades humanas.
Fue un jueves negro para Andrés Manuel. Desde la aurora, el diario El Universal hizo público un video más –tantos que ya perdimos la cuenta- de nuestra artista favorita: Eva Cadena. Como en los anteriores, se le notaba relajada platicando de las oscuras relaciones al interior de Morena; sin rubor alguno, presa de su ignorancia, señaló a la diputada Rocío Nahle (coordinadora de Morena en la Cámara de Diputados) como la persona que le allegaba el dinero al emblemático “Peje”. La “recaudadora” volvió a ser la palabra de moda.
Más tarde, durante un mitin realizado en el municipio de Huatusco, López Obrador recibió un huevazo en la cabeza, aparentemente por parte de dos mujeres, que luego de la agresión se resguardaron en la iglesia del lugar. Después del incidente, el Peje y su comitiva decidieron abandonar el evento.
No había sido un día fácil, pero tenía todo para capitalizarlo a su favor. Los propios líderes nacionales de los partidos políticos habían condenado la agresión, lo que lo convertía en el mártir perfecto. Pero no, el hígado le sugirió desatar una tormenta en contra de una serie de medios informativos de gran influencia.
Así, Andrés Manuel dilapidó la oportunidad de atajar el escándalo de Rocío Nahle y presentarse como la víctima de una agresión que demuestra, es cierto, el temor que tienen tirios y troyanos porque los mexicanos muerdan el anzuelo de la honestidad valiente. Con los medios a su favor, decidió enfrentarse a ellos.
En el primer caso, El Universal –el medio que ha hecho públicos todos los videos de Eva Cadena en los que recibe dinero en efectivo- fue acusado de ser el pasquín del régimen, lo que generó una agria disputa. “López Obrador nos llama pasquín del régimen pero no explica videos de recaudadora Eva Cadena”, respondió el diario, luego de que cientos de medios y redes sociales obsequiaron grandes espacios al video matutino. “López Obrador reitera su modus operandi: desacreditar al medio, pero no aclarar ni deslindarse de malas compañías ni turbias acciones”, reviró.
Posteriormente, acompañado de la acusada Rocío Nahle en su trayecto a Huatusco, previo al incidente ya comentado, López Obrador aceptó una entrevista con la periodista Carmen Aristegui. En ella, el líder nacional de Morena dijo que, en caso de alcanzar la Presidencia, no procedería penalmente en contra de Enrique Peña Nieto, aún cuando tuviera evidencia de actos de corrupción.
Contradictorio, evasivo, el Peje se justificó diciendo que “no es mi fuerte la venganza”. “Tiene sus asegunes, todo el que diga que va a meter a la cárcel a Peña está mintiendo. Tú sabes que desde hace más de 100 años, desde la Constitución de 1857 se establece que no puede ser juzgado el Presidente en funciones por corrupción” dijo a Aristegui, quien le aclaró que ella se refería a la figura de un ex presidente.
No obstante, el rumbo fue el mismo. “No, de todas formas se requiere esa reforma constitucional”. “¿Para un ex presidente?”, insistió la periodista. “Sí, sí, consúltalo”, y cerró el tema. Ya podrá estar tranquilo Enrique Peña Nieto respecto de la interpretación jurídica que ha hecho quien aspira a sucederlo.
Pero la cereza en el pastel para un jueves nefasto fue la conversación radiofónica con otro periodista, José Cárdenas. En ella, entrevistado y entrevistador se acusaron de corrupción y calumnias, lo que también fue ampliamente difundido en redes sociales. Hasta el tema de los huevazos en Veracruz todo marchaba bien; Andrés Manuel culpó al gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes, de la agresión que sufrió durante el mitin en Huatusco.
Sin embargo, López Obrador perdió los estribos cuando Cárdenas le preguntó qué hará si la candidata de Morena, Delfina Gómez, pierde las elecciones del 4 de junio en el Estado de México, a lo que respondió: “Mejor cambia de ejemplo, con todo respeto, por qué no me preguntas, qué vas a hacer el 4 de junio con el triunfo de la maestra Delfina”.
A raíz de esto se enfrascaron en una discusión y López Obrador le dijo a Cárdenas que hiciera periodismo del bueno, independiente. José Cárdenas le «agradeció» las clases de periodismo y dio por concluida la entrevista. Una vez más, ante su falta de inteligencia, López Obrador ha decidido facilitar las cosas a sus adversarios políticos. ¡Vaya jueves!
Las del estribo…
- Las campañas han subido de calor. Se usan perfiles falsos de medios informativos y videos anónimos en redes para enlodar a los candidatos. Nunca escuchamos lo mejor, pero ya estamos preparados porque viene lo peor. La violencia acecha.
- Pues los moches y video escándalos ya alcanzaron a Jorge Winckler y su familia. El mandatario estatal guardó un sospechoso silencio. Para el domingo 4 de junio faltan 9 muy largos días, en lo que todo podría suceder.