Como comenté la semana pasada, el 2010 fue un depredador literario pues se llevó a Carlos Montemayor, José Saramago, Carlos Monsiváis, Germán Dehesa y Alí Chumacero. Como me comprometí entonces, dedicaré una columna a cada uno de ellos, comienzo con Carlos Montemayor.

Además de narrador, poeta, traductor, ensayista, novelista, activista político y luchador social, Carlos Montemayor fue melómano, a los siete años comenzó a tocar guitarra, después se pasó al piano y finalmente estudió ópera y tomó clases en la Escuela Superior de Música y en el Conservatorio de Canto de Madrid. Escribió libretos para ópera y grabó algunos discos.

Nutrida es su obra literaria, para recordarlo este día he elegido su último poemario, Los poemas de Tsin Pau, libro publicado por Alforja en 2007 que comenzó a gestarse dos décadas atrás. En 1989 hizo un viaje a China y visitó la inveterada ciudad Xian, capital de la dinastía Tang, donde descubrió la vigencia que tenían en pleno siglo XX dos poetas del siglo VIII, Li Bai y Du Fu. Pese a no le eran desconocidos pues tres años antes había trabajado con el poeta chino Chen Guang Fu en la preparación de una antología de poemas de la dinastía Tang, quedó sorprendido con el hallazgo de que esos poetas aparecían en las conversaciones cotidianas, vigencia que, explica en su texto Un poeta de la dinastía Tang: Du Fu, «me pareció después explicable por dos razones: primero, por la calidad de la obra de Li Bai y sobre todo de Du Fu; segundo, por la singularidad del pueblo chino, acaso poseedor de la cultura más poderosa y antigua del planeta».

El texto dedicado al poeta que habría de convertirse en su referente concluye con la afirmación: «Du Fu, poeta del realismo clásico, dicen las historias de literatura china. Pero ante obras como la suya, ¿qué significa realismo? ¿Algo más sugerente o verdadero que la condición humana? ¿Algo diferente a nosotros mismos? Quizá nunca la gran poesía ha significado algo más que nosotros mismos».

Muchos años después, tocado por la sensibilidad de Du Fu y sus contemporáneos, se construyó a sí mismo como poeta de la dinastía Tang, personalidad con la que escribió una serie de poemas en los que aproxima los paisajes y, en especial, la neblina del país oriental con los de su natal Chihuahua.

A semejanza de los de los chinos antiguos, los poemas de Tsin Pau están determinados por la proximidad con la naturaleza, la contemplación filosófica y la delicadeza de las imágenes:

El remanso

A este lugar del río los barqueros
le llaman el remanso del ámbar.
Las aguas adquieren aquí un color de nube,
de cristal invadido por el cielo.
No son profundas las aguas,
pero muchas embarcaciones las surcan.
No son violentas, pero pocos valientes
se atreven a sumergirse en ellas.
Dicen los aldeanos de Tian Yu
que ésta es la corriente más vieja.
Que aquí el agua nos mira,
que piensa y permanece,
que pasa una vez y regresa
fingiendo que es desconocida.
No puede ocultar su conciencia.
Por eso le llaman Dai Jupo: el que trae ámbar.

Tsin Pau ya había aparecido como personaje en uno de los cuentos de su libro Las llaves de Urgell pero en este poemario se convierte en emisor de su propia voz, en el poeta del que se vale para homenajear a la poesía china tradicional a partir de sus propios rasgos.

En una entrevista publicada en la revista Siempre, le comentó a Gabriel Ríos: «Esta libertad de escribir con sencillez me ayudó a ser libre y escribir sobre temas directamente humanos. Como si fuera otra persona me surgió personificar a Tsin Pau. Confieso que soy yo mismo, nada más que ubicado en esa tradición china milenaria, como un breve homenaje».

Sobre su proximidad estilística con Du Fu, respondió al entrevistador: «Me siento muy identificado con él por la cercanía con el campo, con los desheredados y con su crítica objetiva a las injusticias. A mí me sorprende el realismo de su poesía y que después de milenios se pueda sentir su presencia física. Lo tomé de inmediato como un patrimonio personal y ahora que lo dice es muy posible que me haya sorprendido anteriormente sin darme cuenta cabal que no sólo me identificaba con esa poesía directa, sino también con una posición política. Du Fu es uno de mis colegas del pasado, maestro literario y ejemplo político».

Las dos versiones del poema la noche, afirmó: «Son centrales en el libro estos poemas de Tsin Pau. No hay ninguna mención a ningún nombre chino, y aunque no existe apoyo en ese sentido, el lector puede sentir que hay una continuidad. Estos dos poemas tienen una intención peculiar que tiene que ver con otro poema mío en el que una de las líneas dice más o menos así: todo cuerpo recuerda la tierra en que nació. La sensación de lo ya vivido es lo que pretendo que se asuma con las dos versiones. Como que algo está movido o fuera de foco. En ese ligero movimiento es como decir ya he estado aquí».

Y sobre el poema La espera: «Empezamos en la bóveda celeste y terminamos en la tumba. Es un ciclo de lo vivo. Es el caso de los gansos salvajes que se van y queda desolada la tierra que después reverdecerá. Me pregunto si tendremos la oportunidad de vivir de nuevo. Al final de poema retrato la muerte de un niño que es algo más intenso. Mi hermano murió cuando era muy pequeño y mi segundo hijo también. Son referencias íntimas que a partir de la vida y el círculo familiar aparecen como una cosa natural».

Con esa incertidumbre de no saber si tendría la oportunidad de vivir de nuevo, Carlos Montemayor partió el 28 de febrero de 2010. Acaso ha vuelto transfigurado en noche como conjetura en su poema, acaso terminó en la tumba y reinició en la bóveda celeste, acaso desde entonces, noche es.

La noche

(primera versión)

Anocheció hace algunas horas
y he salido al jardín.
Puedo escuchar la corriente del río a lo lejos,
la abundancia de insectos nocturnos,
las hojas de los árboles que se agitan.
En la casa ya no tengo vino.
Hacia la montaña, una parte del cielo
está despejado, con numerosas estrellas.
¿Por qué parece más inmenso el cielo, si no hay luna?
La oscuridad cubre árboles, senderos, colinas.
Pareciera que el mundo está ocupado ahí, en la oscuridad,
que el mundo ahí prepara algo más.
¿Por qué ahora parece más inmenso el silencio?
Siento que el silencio algo espera.
Hacia el río, la noche es más densa.
En este momento no sé qué pensar.
No sé si la noche es una forma de lo que yo seré.
O si es un aviso de lo que debo ser. –

La noche

(segunda versión)

Ha anochecido y salgo a solas al jardín.
Puedo escuchar la corriente del río a lo lejos.
Oigo la abundancia de insectos nocturnos
y el rumor de las hojas de los árboles, movidas por el viento.
Hacia la montaña, una parte del cielo
está despejada, sin nubes,
con numerosas estrellas.
¿Por qué parece más inmenso el cielo, si no hay luna?
La oscuridad cubre árboles, senderos, colinas.
Pareciera que el mundo está ocupado ahí, en tanta oscuridad,
que el mundo ahí prepara algo más.
¿Acaso porque en la casa ya no tengo vino
parece ahora más inmenso el silencio?
Hacia el río, la noche es más densa.
Estoy a solas y no quiero pensar.
Ahora no sé si la noche es una forma de lo que yo seré.
O si es un aviso de lo que empiezo a ser. –

VER TAMBIÉN:
José Saramago, habitante de la memoria │ El depredador 2010 / II
Carlos Monsiváis, la palabra fundacional │ El depredador 2010 / III
Germán contra Dehesa │ El depredador 2010 / IV
Alí Chumacero, despeño de la esperanza│ El depredador 2010 / V
Montemayor, Saramago, Monsiváis, Dehesa y Chumacero, esas ausencias

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