En esta parte final de la conversación, Gabriela Moncayo habla de su proceso composicional y hace algunas reflexiones sobre la importancia del jazz en su formación.
El latir de mi corazón
Si yo me guardo las palabras a los ajenos,
si tú te guardas las sonrisa desenfrenada,
sólo un favor quiero pedirte,
escucha bien, mi amor;
no me pidas callar
el latir de mi corazón por ti.
(Gabriela Moncayo)
Empecé a componer hace como ocho años, cuando empecé con las bandas; llevaba ideas, no eran canciones completas y ahí fue donde me empecé a dar cuenta de cómo estaba esa tirada de hacer canciones. Cuando empecé a estudiar y al mismo tiempo a estar en las bandas, era difícil ponerme a componer entonces dejé la composición durante un buen rato, no sé, tal vez unos cuatro años. La retomé después de que regresé de Berklee por esa necesidad de hacer lo mío, no solamente con letra sino con la música. Para mí era muy importante poder sanar con música, no solamente decir algo bonito o decir algo fuerte y eso también dio pie para que retomara instrumentos que no había tocado desde hacía mucho tiempo, no me considero multiinstrumentista porque no lo hago en escenario pero tengo muchas cosas en mi casa, por ejemplo, tengo una batería. De repente había bajos en mi casa porque mis amigos los dejaban ahí o me los prestaban, yo los agarraba y los empezaba a tocar
Ahorita que estoy grabando, me imagino las canciones con banda pero aún no tengo con quienes grabar entonces lo hago yo sola y suena más o menos como quiero que quede. Al principio, mi idea era grabar yo todos los instrumentos pero eso es algo que lleva muchísimo conocimiento, sobre todo técnico de audio y eso es algo que yo no tengo aún, entonces, estoy en ese proceso de componer y arreglar, que es lo que yo sé hacer.
Conocer varios instrumentos me ha ayudado muchísimo para la composición y el arreglo, sobre todo con la parte de la base porque no sé tocar muchas cosas, solamente la parte de la rhythm section de la banda pero me ha servido para ver cómo puede funcionar una canción.
También tengo muchos amigos y les pregunto oye, ¿cómo podría cambiar esta parte de la armonía? o ¿cómo puede evolucionar esto rítmicamente? y ellos me dicen mira, esto puede ser así o así o de diferente manera. Así aclaro un poco más mis ideas, preguntando y acercándome a las personas que saben más que yo, eso me ha ayudado muchísimo a saber lo que mi oído quiere escuchar en música. En general, la composición para mí ha sido eso, nutrirme, tanto de las personas que están afuera, como de lo que yo quiero escuchar musicalmente.
Sueños, sentimientos y alegrías
Desde que me encuentro solo
en aquella habitación
escribiendo (…),
con mis ideas,
con sueños de los grandes,
soñando con ser uno de los grandes,
expresando mis sentimientos y alegrías.
(Idea. Guacamole)
Mis letras hablan de muchas cosas. Afortunadamente, Xalapa es una ciudad donde hay muchos géneros, muchos estilos de música y he tenido la fortuna de participar en muchas cosas que van desde el bolero, por la bohemia familiar -esa fue mi mera entrada-, al rock, al jazz y a ese tipo de música, entonces, mis temas pueden hablar de muchas cosas, depende de cómo me sienta o de lo que esté pensando en el momento en que estoy componiendo.
Algunas canciones hablan de amor, otras hablan de mí, de frustraciones que a veces se dan, no solo para mí sino para cualquier persona, entonces, trato de componer de una manera en la que la gente pueda identificarse, no hablar solamente de Gabriela Moncayo sino de algo que puede sucederle a alguien más.
Cada canción tiene un tema muy diferente pero sobre todo son canciones de amor, de introspección y de equilibrio emocional y, a veces, hasta de protesta, por ejemplo, en Guacamole, las canciones se dan mucho para este tipo de mensajes porque nosotros tenemos un concepto de que la música puede ser consciente, no nada más tienes que escucharla y bailar y lo que sea sino que también la puedes pensar y la puedes digerir y puedes identificarte con ella. Más o menos de eso van mis letras, hay de todo un poco.
Los árboles y la luz
El jazz me gusta bastante, de ahí fue de donde empecé a tener un poco más de sentido armónico y melódico y un poco más de lenguaje, antes podía cantarlo pero no tenía esa base teórica que es fundamental.
Lamentablemente, los cantantes no tenemos un instrumento externo que pueda mostrar cuánta técnica tenemos, lo que tenemos es la voz y sobre todo, el oído, que te lleva a muchos lados en el jazz.
El jazz es una parte fundamental de mi formación como cantante y de mi formación musical, como te comenté, toda mi infancia estuve rodeada por música pero el jazz fue lo que me hizo entender muchas cosas y lo que me hizo quedarme ahí porque fue como cuando eres un bebé y abres los ojos y te das cuenta de que hay árboles y que hay sol y que hay luz y que no hay noche. Eso fue JazzUV para mí, darme cuenta de que había árboles con los que podía hacer muchas cosas y que podía ocupar la luz.
PRIMERA PARTE: Todo mi contexto
SEGUNDA PARTE: Romper hechizos
VER TAMBIÉN: Conversación con Gabriela Moncayo │ Avance
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