Cuando ya arrancaron las campañas políticas aquí en Veracruz, donde miles buscan alcanzar algún cargo (alcaldes, síndicos y regidores), algunos candidatos necesitan remontar el tiempo y dejar esos discursos que se repiten siempre que hay elecciones. He aquí un discurso base para principiantes en estos menesteres de la política. Para que ya dejen de estar prometiendo tantas cosas, porque lo importante es replantearse en economía y en política. Preguntarse: ¿Qué errores se han cometido? Qué cosas se están haciendo mal para poder corregirlas; seguir adelante, pasar esta crisis que, de seguir prolongándose en el tiempo, va a provocar no ya severos problemas económicos sino severos problemas institucionales y políticos.
Esta es la base de todo:
“Pueblo que me escucha, aquí me tienen delante de ustedes y ustedes delante de mí y es una verdad que nadie podrá desmentir.
Y ahora me pregunto: ¿Y por qué estoy aquí? (y en seguida tengo mis respuestas yo, porque yo soy muy rápido en todo) Estoy aquí porque no estoy en ninguna otra parte y porque ustedes me llamaron. Y si el pueblo me llama, el pueblo sabrá por qué lo hizo.
Yo, contrariamente a lo que dijo cierto sujeto, que no quiero pronunciar su nombre pero que lo estoy viendo, no represento ningún partido y no represento a ningún partido porque me represento yo solito porque como dice el dicho: “Más vale solo que mal acompañado”.
Gracias por esos aplausos tan desnutridos, a la par que merecidos que me incitan a seguir discursiando. Y ustedes se preguntarán: “Este joven de tan tierna edad, de ‘aspeito’ tan distinguido de ‘faicciones’ regulares y agradables ¿será capaz de conducir la nave a buen puerto? ¿Será capaz de afrontar todos los peligros hasta encontrar en un faro de felicidad otros intentos positivamente seguros?
Y este joven, éste mismo que entre paréntesis es el que les habla, les contestará: “A pesar de ser tan pollo, tengo más plumas que un gallo y sobre todo tengo ganas de hacer justicia y darle al pueblo, lo que el pueblo necesita”. “Yo al revés de otros, les voy a dar pan, pero mucho pan, no bolillo como siempre les han dado”… (Esta película la dirigió Miguel M. Delgado en 1952). No más palabras.
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