Prefacio.

Se cerró ya el período de registros de candidaturas a las 212 presidencias municipales de Veracruz. La contienda se prevé cerrada y los tradicionales grupos políticos que se disputan el poder habrán de encontrarse con escenarios alejados del terreno en el que ellos mejor se desenvuelven. *** El analista José Woldenberg, advertía hace un año: “Existe un hartazgo, un malestar, en relación a los partidos que sería imposible negar. Ese fastidio se alimenta de una economía que no crece con suficiencia, de una sociedad desarticulada, marcada por oceánicas desigualdades y carente de cohesión social, de fenómenos de corrupción recurrentes que quedan impunes, de la ola de violencia que ha sacudido los cimientos de la convivencia en nuestro país y de la regularidad con que se vulneran los derechos humanos”. *** Y agrega: “A partir de ello se ha desatado entre nosotros una ola que ha encontrado una solución prodigiosa y contundente: hacer a un lado a los políticos profesionales y los partidos y lanzar para ocupar los cargos de elección popular a candidatos independientes”. *** En Veracruz esta solución, la de los candidatos independientes, apenas está tratando de prender. Aunque en muchos casos la apuesta ajena a los partidos obedece a estrategias de carácter político, hay otros en los que se refleja el sentir de la sociedad. *** Ese es el caso de Christopher Cristiani en Coatepec, un joven profesionista, conocido y apreciado por diversos grupos de la sociedad, que arrancará su campaña, la próxima semana, con la etiqueta del “candidato a vencer”. *** Muchos intentaron convencerlo de que se bajara, de que se sumara al candidato de algún partido. Nadie logró convencerlo. Tiene un proyecto para sacar del estancamiento al municipio de Coatepec, y tiene el respaldo y reconocimiento de los ciudadanos. *** Si se respeta la voluntad popular, Coatepec vivirá muy pronto una verdadera transformación.

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Cuentan quienes lo conocen, que para eso de la intriga no hay mejor exponente que Fidel Herrera. Solía practicarla, como regla, con sus más cercanos colaboradores. Los mantenía confrontados, pues con eso se aseguraba de que no se confabularan en su contra.

Así crecieron y así se formaron políticos como Érick Lagos, Jorge Carvallo, Cristian Morales, Salvador Manzur, Ricardo Sandoval, Javier Duarte, Alberto Silva, Claudia Ramón o Karime Aguilera, entre otros.

Desde las oficinas en el Congreso federal, muchos de estos jóvenes jugaban a ser políticos y se prestaban a las componendas para “joder” a alguno de ellos. Cuando les tocaba pasar al privado de Fidel Herrera, para tratar algún asunto, aprovechaban para deslizar alguna historia, algún chisme contra la víctima elegida. En reuniones posteriores eran otros los que alimentaban la intriga, de manera que al final del día la víctima de sus infundios recibía un fuerte regaño del “jefe” sin saber a ciencia cierta la razón. Pasado el susto, entendía que había caído en el juego de sus compañeros.

Esas mismas “bromas” las llegaron a hacer a Veracruz, a partir del 2004, con la diferencia de que entonces ya no eran chismes que se generaran y murieran en un cuarto de 4 por 4, sino que tenían como escenario todo el territorio veracruzano.

En más de una ocasión las “bromas” rebasaron los límites, y la amistad o el compañerismo se vieron seriamente trastocados.

Así, más de uno hablaba de la antipatía que sentía Javier Duarte con Érick Lagos. Ambos se disputaban, durante el gobierno de Fidel Herrera, la influencia y el manejo de los temas más delicados de la administración. Aunque en apariencia tenían bien delimitadas sus áreas de gestión (Duarte lo financiero, Lagos lo político) en los hechos solían chocar al momento de presentar y defender cada uno sus propuestas para diversos cargos, o cuando “grillaban” al gobernador para afectar a algún recomendado del contrario.

Esas mismas diferencias se presentaron más tarde entre Jorge Carvallo y –otra vez- Érick Lagos. Ambos pasaron por la secretaría particular del gobernador, y ambos capitalizaron su cercanía con el Poder.

Con el tiempo, sin embargo, estos jóvenes demostraron que por encima de sus diferencias personales, se mantenían unidos por el concepto de grupo que les había imbuido su jefe. Aunque algunos de ellos aspiraron a ser los elegidos por Fidel Herrera para sucederlo en el cargo, una vez que se convencieron de que la decisión estaba tomada en favor de Javier Duarte, se sumaron a su campaña y desde sus trincheras colaboraron en su triunfo.

Fue a partir de diciembre del 2010 cuando las cosas se empezaron a descomponer. Ya no se trataba de los “hijos de la fidelidad”, sino de “los nietos”, esto es, surgieron con más fuerza los que se formaron a la sombra del nuevo gobernador: Juan Manuel del Castillo, Gabriel Deantes, Juan Manuel Velázquez, Gina Domínguez, Harry Grappa o Arturo Bermúdez.

Ellos llegaron a ocupar espacios (políticos y administrativos) que consideraban suyos, pero que los “hijos de la fidelidad” no estaban dispuestos a soltar. Y Javier Duarte quiso poner orden, pero sus viejos amigos, sus compañeros de oficina en la capital del país, lo confrontaron. Le recordaron que él había sido parte de ese grupo y que en su momento habían pactado que seguirían juntos, cosechando los frutos de tantos años de penurias.

Y conforme fueron depredando las arcas, todos ellos buscaron los caminos hacia la impunidad. Hubo quienes optaron por fortalecer sus alianzas con grupos políticos nacionales; otros escondieron bajo el colchón sus fortunas y se prepararon para aguantar la “tormenta”; unos más optaron por bajarse del barco antes de que concluyera el recorrido, con el afán de pasar desapercibidos.

Pero hubo otros que decidieron pactar con el “enemigo”: Nombres, cifras, documentos, grabaciones y redes completas de complicidad, a cambio de su perdón.

Ya ninguno es “hijo o nieto de la fidelidad”. Ya no hay padrinazgos que valgan, ya se desintegró ese grupo compacto al que nadie podía derribar. Hoy son pirañas que se devoran entre sí, sin entender que le están facilitando la tarea a su depredador.

Lo decía Mahoma: “Tres cosas hay destructivas en la vida: la ira, la codicia y la excesiva estima de uno mismo”.

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Epílogo.

¿Es este el gobernador que esperaban?, les pregunta el padre Solalinde a los veracruzanos. ¿O tenemos que esperar a otro?”. *** Y si lo quiere más claro, sólo hay que mencionar el caso del bar “La Botana” en Orizaba, donde un comando armado irrumpió la noche del martes y disparó ráfagas de plomo contra varios comensales. Ya cuatro de los fallecidos fueron identificados: Jorge Iván Hernández Cuevas, de 30 años de edad, vecino de Coatzacoalcos; Juan Carlos Arias Arias, de 26 años, con domicilio en Ixtaczoquitlán; Víctor Manuel Juárez Contreras, de 29 años, de Tlilapan y Vicente Ramírez García, de 24 años, de Río Blanco. Además resultaron heridos Jorge Hernández Moreno, de 62 años; la mesera Jenedi Amor Olea Lujano; Luis Alfonso Rodríguez Vivas, de 32 años y Sergio Cerezo Álvarez, de 38 años, ambos vecinos de Córdoba.

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