En esta segunda parte de la conversación, Maritza Montero hace un recuento de las agrupaciones en las que cantó y algunas de las múltiples personalidades con las que ha compartido el escenario y la vida, lo mismo habla de la orquesta del Tropicana, Chucho Valdés, Omara Portuondo e Ibrahim Ferrer, que de Joaquín Sabina, Ricardo Montaner y Gabriel García Márquez, quien era su seguidor.

Sonoridad, ¿hasta dónde me vas a llevar?

En el año 87 tuve a mi hijo, después se cayó el muro y la situación se tornó muy difícil porque el CAME le brindaba mucha ayuda económica a Cuba. El papel empezó a escasear y era difícil cumplir con los planes de los libros.
En esos días un amigo mío, este Lázaro Cárdenas, me dice que le hace falta una cantante porque se va a audicionar en una empresa, de guitarrista, y necesita una cantante. Yo voy contigo, le dije, y fíjate, qué curioso, me escogen a mí y a él no, no porque fuera malo sino porque buscaban, precisamente, una cantante para una orquesta y un guitarrista solo no les hacía falta y, bueno, ahí comienzo a trabajar, en la empresa Gaviota, con la Orquesta Sonoridad, mi primera orquesta profesional, dirigida por el maestro Ricardo Trillo.

Eres, cabaret, lo que me tiene extasiada

Como en el año 90, 91 yo tenía una pierna enyesada porque andaba como una loca por toda la Habana con bicicleta, era normal, y tuve un accidente con un coche que me arrolló y entonces me avisan de una audición al cabaret Tropicana y yo digo:
-Es que estoy con muletas, no puedo
-No, pero es que las oportunidades que te da la vida, ve así mismo
Bueno, así mismo yo me fui para el Tropicana cuando aquello estaba dirigido por el maestro Guanari Amuedo y me presenté con dos números, Son al son y Danza Ñáñiga y, bueno, fíjate que me aceptaron y ese fue un sueño cumplido.
Le debo mucho al Tropicana, trabajé 20 años como solista en ese lugar y me dio muchas experiencias. Estuve dirigida por los mejores directores de espectáculos de cabaret, Guanari Amuedo, Tomás Morales y Santiago Alfonso, que es premio de la danza y un formidable director, estuve 10 años trabajando con él en una producción y viajando por el mundo: Sporting Club de Mónaco, Poliedro de Venezuela, Teatro Degollado de Guadalajara, el Premier, que ya no existe, en el DF, Alemania, Colombia, Canadá, bueno, estuve viajando al mundo con ese espectáculo que se llamaba La gloria eres tú.
En el Tropicana estuve un tiempo bastante grande compartiendo el escenario con Omara Portuondo, que era artista invitada.
En el 2001 tuve una experiencia muy linda en Berlín, compartí escenario con Chucho Valdés, con Polo Montañez, con la orquesta de Adalberto Álvarez y su Son. Estuve un año en Tenerife, España, cantando con Tropicana.

Grandes y remotas como el viento

Pero nunca dejé de hacer otras cosas, canté con la [Orquesta] Aragón, después se forma, en el 2005, una nueva versión del cuarteto Las D’Aida, donde nacieron Omara [Portuondo], Elena [Burke] y tuvimos una experiencia, del 2005 al 2009, muy bonita. Fue un segundo D’Aida para que la juventud conociera qué cosa fue ese cuarteto y con ellas tuve la oportunidad de estar con Buena Vista [Social Club], Orquesta Aragón, Adalberto Álvarez y otras orquestas.
Canté con Omara Portuondo e Ibrahim Ferrer en el Teatro Nacional de Cuba, en un cumpleaños de Omara. He sido una cantante bien afortunada porque, a pesar de no ser de las más famosas, siempre he estado acompañada de muy buenos músicos, lo que pasa es que el mundo del cabaret es muy demandante porque casi todas las noches tienes que cantar en vivo, entonces no tienes tiempo de hacer la farándula, estás enmarcada en ese mundo y no tienes tiempo de alternar con otros músicos.

Leyendas

Y después entro en un proyecto de cabaret que estaba sonando mucho que se llama Leyendas.COM, un proyecto espectacular, soy fundadora de ese proyecto y también fue una experiencia muy grata porque ahí estuve tocando con el maestro Peruchín, un guitarrista excelente, con Leal, trombonista que estuvo en Afro Cuban All Stars, con Betún.
Tengo dos premios en Bolero de Oro, el primer premio de interpretación fue por una canción de la maestra Alina Torres que se llama Ese espacio, y otro premio de interpretación por una canción de una camagüeyana.

La cantante sí tiene quien le escriba

Trabajé seis años en el piano bar del Hotel Cohiba donde tuve la oportunidad y el placer de cantar con Pancho Céspedes, con Joaquín Sabina, con Ricardo Montaner, sabían que existía ese lugar e iban. Aunque canté con ellos informalmente, también fue una linda experiencia.
Y más que un placer, para mí fue un honor tener, en muchas oportunidades, la presencia de Gabriel García Márquez, que era un poco fanático mío. Me acompañaba el maestro Pedro Coto, un pianista excepcional, estuvo mucho tiempo en la Orquesta Cubana de Música Moderna, trabajó con Michel Legrand, hoy ya no está físicamente pero siempre lo recuerdo con mucho cariño
Gabriel García Márquez iba a escucharnos y había días que llegaba y decía con tu permiso, Maritza, hoy no quiero que cantes, hoy quiero oír al maestro Pedro Coto.
Fíjate que también tengo una anécdota muy linda con Gabriel García Márquez: un día me pidió una canción que yo no me sabía, Sabrá Dios, y le dije:
-Ay, maestro, no me sé esa canción
-¿Me prestas una libreta?
Como los cancioneros se extinguieron (risas), yo tenía muchas libretas donde copiaba canciones y si usted llegaba al piano bar y quería cantar algo, pues yo le daba la letra, o veces no me sabía alguna canción que usted me pedía y la buscaba en las libretas porque mi objetivo era complacerlo.
Le di una libreta que tenía muchas hojas en blanco y él, con su letra, me anotó Sabrá Dios y se la canté ese día.
Él iba a Cuba frecuentemente y en otra ocasión, no sé si pasó un mes o dos meses, llegó a oírme cantar y me dijo:
-¿Todavía tienes la libreta donde te anoté Sabrá Dios?
–Sí, claro que sí
-¿Me la prestas?
Se la di y me la firmó. Inmediatamente fui a un lugar a que me la enmarcaran y la tengo en la sala de mi casa como un recuerdo bien preciado. También tengo un libro suyo dedicado y una foto con una dedicatoria muy linda de Joaquín Sabina que dice «Por el lujo de tu voz», algo así. Esas son algunas de las anécdotas interesantes que tengo.

(CONTINUARÁ)




PRIMERA PARTE: Creer en los sueños
TERCERA PARTE: Me sobra mucho, pero mucho corazón
VER TAMBIÉN: Conversación con Maritza Montero │ Avance

 

 

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