«Dios no existe, pero el propósito de la vida es encontrarlo».

Relata John Gerassi (profesor y periodista, París 1931-New York 2012) en su libro ‘Conversaciones con Sartre’ , editorial Sexto Piso, sobre su padre, Fernando Gerassi (filósofo,pintor y activista, 1899 Turquía-1974 Vermont). John Gerassi dice a Sartre en las conversaciones , que en una ocasión le preguntó a su padre; por qué interrumpía tal o cual serie de pinturas. ¿Sabía usted que empezaba un tipo de cuadros y hacía uno tras otra hasta que pintaba el que consideraba el mejor de la serie, y siempre lo era, y entonces empezaba otra serie ? «¿por qué lo dejas?», le pregunte una vez . «Es un callejón sin salida», respondió. Pero un día Stépha, mi madre, me dio una explicación más convincente: «Tu padre intenta encontrar a Dios a través de la pintura. Cuando se da cuenta de que el concepto visual que tiene entre manos no lo llevará a Dios, lo abandona y prueba un nuevo concepto». Así que un día le pregunté a mi padre si creía en Dios, o si al menos creía que algún día podría encontrar a Dios, y contestó que no, que por supuesto que no cría en Dios, y luego añadió, me acuerdo perfectamente: «Dios no existe, pero el propósito de la vida es encontrarlo». Sartre respondió: «¿Sabía usted que aún me cuesta entender a su padre? Nadie me ha explicado jamás el arte mejor que él.

En semejanza a la frase de Fernando Gerassi , añado: si «Dios no existe, pero el propósito de la vida es encontrarlo» ,es por ello que andamos en la búsqueda constante de él, de ese Dios, intentando encontrarnos a nosotros mismo, en la fe y la esperanza depositamos esa religiosidad, he intentamos sobrevivirnos a la existencia misma, pero también conscientes de que hay un límite, y para no olvidarnos de que existimos, creamos rituales, cantos y oraciones en búsqueda de la infinitud que mantiene latente nuestra esperanza. Esperanza que, es la fe de que hacemos lo adecuado, para aspirar a la permanencia terrenal o divina, y nos hemos olvidado de esta existencia,ocupados en el pasado y en el futuro, el futuro y el pasado que son al mismo tiempo el presente, el presente en cada instante, y nos olvidamos del espíritu que somos.

Porque, como dice José Rodríguez Domínguez «cada uno de nosotros somos un espíritu, y todos los espíritus formamos a Dios, por ello somos sagrados porque somos una parte de Dios». Luego entonces Dios somos nosotros mismos, en nuestra fortaleza,en nuestra voluntad,en nuestro deseo,en nuestras acciones,en nuestros pensamientos que son el interior,con influencia del yo exterior, que es el entorno en que nos desarrollamos.Eso somos, ese es el Dios que traemos dentro, y de ese yo exterior obtenemos esa moralidad que en el consciente y el inconsciente nos somete como una forma de castigo que nos impide la libertad interior. Entonces  si transgredimos el establishment  social somos inmorales, y nos señalamos de pecadores,entonces intentamos reivindicarnos.

De un pastor en un  Templo de la Luz del Mundo, en Xalapa (noviembre 2016) :

«A todos como humanos,es inevitable hermanos que nos vengan las necesidades, que pasemos por diversas enfermedades, que pasemos por diversas pruebas y, aún nosotros hermanos como cristianos, estamos conscientes, que esa preciosa fe que un día Dios sembró en nuestros corazones, llegará el momento de ser probada. Llegará el momento de ser probada esa fe hermanos. De qué forma ?

«Yo por ahí,estaba leyendo el documental de 30 a 35 minutos del cuerpo ministerial. EL pastor en turno nuestro hermano David Pereira, entro directamente a la casa de oración, para empezar a aconsejar a la iglesia y tomó la palabra y decía: es que a nosotros; Dios a lo mejor le va a permitir a satanás,  que nos pruebe de alguna forma, como lo hizo con el siervo de Dios Job. Pero nosotros no podemos elegir de que manera o forma queremos esa prueba. Esa prueba,dijo el hermano en sus palabras. Tampoco Dios la va a disponer. Entonces hermano, ahí el enemigo ve la oportunidad. Y hermano que bonito es, que en ese momento; decía el apóstol de Dios San Pedro en su capítulo 1,en el verso 7; para que sometida a prueba nuestra fe, mucho más preciosa que el oro, aunque perecedero, se prueba con fuego, pero que sea hallada en alabanza,en gloria, en honra,cuando se ha manifestado por Cristo, ¡hermanos qué bonito! Tiene que ser probada nuestra fe. Si hermanos, si nosotros recordamos ese  momento,cuando nosotros bajamos a las aguas del bautismo y aquel ministro autorizado por el nombre de Dios, antes de invocar en nombre de Jesucristo, para perdón de nuestros pecados, mencionaba algo muy hermoso,y decía; sin ser digno y merecedor,por la autoridad,que me ha concedido un apóstol de Jesucristo; yo te bautizo en agua, en el nombre de Jesucristo para el perdón de tus pecados y mi señor Jesucristo,te bautizará con el espíritu Santo y fuego. El bautismo,el bautismo de agua, el bautismo de espíritu santo, y el bautismo de fuego, que es la prueba, que es la lucha, hermanos, donde nosotros,vamos a ser probados de alguna forma .

«Hermanos,hace mucho tiempo escuchaba un testimonio, de un hermano, en aquellos tiempos,en la administración apostólica, del apóstol de Dios,el hermano Arol. Y venía a la mente de nuestro hermano, en esta preocupación que él siente. Hermanos en ese momento de la lucha, cuando venga la prueba, ya no se diga hermanos una persecución, ya no se diga hermano, alguna cosa difícil, hermanos,cuantos de ellos van a naufragar en su fe. Yo recuerdo aquel testimonio hermanos;en los tiempos del apóstol del señor, el hermano Arol,dijo, que uno de los hermanos tuvo un sueño y en ese sueño,veía al apóstol del señor,el hermano Arol,vestido con ropas blancas,y en su cabeza una especie de turbante. Y lo veía él en un trabajo de panadero, y como antiguamente era, en aquellos hornos que calentaban con leña,hornos de ladrillo como una concha, en aquel fuego y por aquella puertita, empezaban a meter las charolas para que el pan se cociera, con una especie de pala larga. Y decía que en aquel sueño,veía a los ojos del señor, al hermano Arol metiendo aquellas charolas, porque aquellas charolas,en lugar de llevar pan, estaba cada uno de los hermanos, y que veían cuando el hermano Arol, acercaba la charola al fuego de aquel horno y cuantos empezaban a saltar y a correr. Sin embargo; dice,que otros permanecían y los metían al fuego de aquel horno y luego,cuando los sacaban, su aspecto era más brillante,para que sometida a prueba su fe, que en ese momento era de mucho valor, a la prueba de fuego, se hacía más deslumbrante, más brillosa. Y que así, sea hallada nuestra fe, en alabanza y Gloria, cuando Jesucristo se ha manifestado».

La iglesia Católica en sus citas y oraciones pide al creador: Ten piedad de mí, señor, en tu misericordia.»De este modo os renováis espiritualmente y os revestís del hombre nuevo» (Ef4,23ss).

Y manifiesta: El perdón es algo de lo más grandioso que tenemos los seres humanos. Es la posibilidad de reconstruir lo que se había derribado; de lavar lo que se había ensuciado; de sembrar en donde se había arrancado, de nacer de nuevo hacia una nueva esperanza. El per-don es un don. El primer paso es reconocer la propia fragilidad humana el propio pecado, «Contra ti yo pequé,cometí la maldad que aborreces», dice David a Dios después de reconocer su debilidad humana, que manifiesta en el salmo 50 que el compuso. «Antes de querer juzgar a los demás, y de querer sacarles la paja que llevan en el ojo, es necesario que yo me juzgue a mi mismo, y que saque muchas veces la viga que llevo dentro».

Perdonar no es signo de debilidad, sino de grandeza; ni de cobardía, sino de valor.

Perdonar es experimentar una unión muy grande con Dios que tanto amo al mundo, que envío a su único hijo para que nos viniera a reconciliar con Él y con nosotros mismos.

En Veracruz, «no se perdona, no se olvida», quizá por ello, nos ha dejado la mano de Dios, la entidad esta inmersa en una espiral ascendente de inseguridad ,turbulencia económica e incertidumbre y desestabilización social, que tiene indicadores de deterioro. La población se encuentra con el Jesús en la boca ,ante estos hechos, y en espera del ya próximo 4 de junio, para redimirse en la fe que ha perdido.