Aunque no fue localizado durante el cateo realizado a su domicilio el viernes pasado, cuando se intentó cumplir con la orden de aprehensión girada por la Fiscalía (hay quienes afirman que se le dio el pitazo), el destino de Carlos Aguirre Morales (quien durante todo el sexenio de Javier Duarte estuvo como garrapata pegada a las finanzas estatales, incluso como encargado de despacho de la Sefiplan), parece ser el mismo que el de Francisco Valencia García, extitular del organismo administrador del agua y de la otrora Secretaría de Comunicaciones (Secom), quien sí llegó al penal de Pacho Viejo, donde inicialmente se le ha dado pena de prisión preventiva por un año.

La situación de Carlos Aguirre es más delicada que la de Valencia García. Al extitular de la Comisión del Agua del Estado de Veracruz (CAEV) se le señala de participar en un desfalco de 435 millones de pesos entre 2013 y 2014. Además se le imputan los delitos de peculado, abuso de autoridad, tráfico de influencias, incumplimiento de un deber legal y coalición. Tanto él como el extitular de Sefiplan, Mauricio Audirac Murillo, son acusados por los mismos delitos, y tanto ellos como el exgobernador Flavino Ríos Alvarado han sido inicialmente condenados a un año de prisión preventiva.

Carlos Aguirre Morales podría tener firmes pistas sobre el entramado de desvío de recursos públicos durante el gobierno de Javier Duarte, cuando no solo operó órdenes sino también obtuvo beneficios incalculables que hoy lo tienen en la mira de la justicia y a unos pasos de incorporarse a la creciente nómina de corruptos que empiezan a poblar Pacho Viejo, un penal que deberá tener un trato diferente pues al momento los presos comunes y corrientes están en una situación complicada que atentaría contra sus derechos humanos, ya que se están dando tratos preferenciales a los delincuentes de traje y corbata. En el cateo realizado a su vivienda, se incautaron fajos de billetes en una caja fuerte, así como una Grand Cherokee Jeep, último modelo, apenas una muestra de lo que deberá regresar a las arcas públicas.

Aguirre renunció el 24 de junio de 2015 como subsecretario de Egresos de la Secretaría de Finanzas y Planeación (Sefiplan) y, poco después, la Contraloría del Estado dio a conocer que había sido inhabilitado por 3 años para desempeñar cargos públicos, por supuestas omisiones e irregularidades en el ejercicio de recursos públicos.

El 4 de noviembre pasado, en los estertores del gobierno duartista, con el reo Flavino Ríos Alvarado como gobernador interino, la Contraloría General de Veracruz presentó denuncias contra tres exfuncionarios y uno en activo del gobierno pasado por el presunto desvío de recursos públicos por al menos 600 millones de pesos.

Dichas denuncias fueron contra el extesorero de Sefiplan, el ahora diputado federal priista Antonio Tarek Abdalá, la exsubdirectora de Administración Financiera de esa misma dependencia, Carolina Estrada Acosta, y el exsubsecretario de Finanzas, Carlos Aguirre Morales, quienes según la Contraloría no habían comprobado la correcta aplicación de 600 millones.

Pero antes de esa denuncia, Carlos Aguirre ya veía el fuego cerca de los aparejos. El 27 de agosto del año pasado había solicitado a la justicia federal congelar cualquier orden de aprehensión en su contra, mediante el amparo 735/2016 ante el Juzgado Segundo de Distrito en Xalapa, que le concedió la suspensión provisional contra mandamientos ministeriales o judiciales que le privaran de su libertad. Por lo visto, esa medida fue anulada en los meses siguientes porque la Fiscalía General del Estado fue tras él el viernes pasado, con la orden de aprehensión en la mano.

Lo que todo mundo espera, sin embargo, es que ya caiga el ladrón Javier Duarte de Ochoa, protegido de Peña Nieto.

Valencia, el perredista que quiso reventar alianza con el PAN

Independientemente de las razones jurídicas, que debe haberlas, y sólidas, para tener en el penal de Pacho Viejo, desde el viernes, al empresario restaurantero Francisco Valencia García, por sus malos pasos tanto en la otrora Secom como en la CAEV, tanto el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares como su secretario de Gobierno Rogelio Franco Castán deben sentir un íntimo regocijo por haber encerrado a quien buscó romper la alianza que los tienen en el poder, contando con el apoyo de Silvano Aureoles.

El domingo 13 de diciembre de 2015, sin que hubiera explicación válida alguna, Javier Duarte de Ochoa realizó un viaje relámpago a Morelia, Michoacán, para reunirse con el gobernador perredista Silvano Aureoles Conejo, solo para compartir –según un breve comunicado– “experiencias sobre políticas públicas en materia de desarrollo social, agropecuario y económico”, y aprovecharon para dialogar “sobre temas del acontecer nacional”.

La relación de complicidad entre ambos políticos se había dado ya desde que Aureoles era coordinador de la fracción parlamentaria del PRD en la LXII Legislatura de la Cámara de Diputados y trajo a todos sus colegas a reunirse con el entonces gobernador Duarte, en marzo de 2013, en Xalapa.           Entre los invitados a la reunión estuvieron los entonces diputados federales veracruzanos Yazmín de los Ángeles Copete Zapot (actual coordinadora de la fracción perredista en el congreso local), Uriel Flores Aguayo (subsecretario de la SEV) y José Antonio León Mendivil.

Uno de los más fuertes opositores a la alianza de su partido con el PAN era, precisamente, Silvano Aureoles, exalcalde de Zitácuaro, exdiputado federal en dos ocasiones y exsenador, quien pudo sufrir los embates del gobierno federal panista en tiempos de su paisano Felipe Calderón, el Presidente de la República que inició en Michoacán su sangrienta guerra contra el crimen organizado y, de paso, llevó a prisión a decenas de alcaldes perredistas presuntamente vinculados con las bandas criminales.

Un elemento identificado tanto con Duarte como con Aureoles, con quienes mantuvo fuertes lazos de amistad, fue Francisco Valencia García, quien hasta el lunes 30 de noviembre de 2015 se desempeñó como director general de la Comisión de Agua del Estado de Veracruz (CAEV), puesto al que renunció para lanzarse por la candidatura del PRD a gobernador de Veracruz. El impulso de este personaje por parte de los dos gobernadores como candidato del PRD buscaba romper con la posible alianza PAN-PRD y frustrar el lanzamiento de Miguel Ángel Yunes Linares.

Desde que se fundó el PRD en 1989, Valencia fue uno de los principales patrocinadores del partido y de sus candidatos en Veracruz, algunos de los cuales renunciaron a su militancia perredista y terminaron por incorporarse a otros institutos políticos. Hoy, quien fuera dueño del restaurant Viníssimo, en Paseo de las Araucarias (aparentemente hoy en manos del exdiputado de AVE, Francisco Garrido Sánchez) se encuentra disfrutando el calor y las incomodidades de Pacho Viejo, al lado del exgobernador y exsecretario de Gobierno y de Educación Flavino Ríos Alvarado, del extitular de la SSP Arturo Bermúdez Zurita, y del excontralor y exsecretario de Finanzas Mauricio Audirac Murillo, entre otros.

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