De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en apenas tres meses (de diciembre a febrero) se cometieron 408 homicidios dolosos en Veracruz; de ellos 170 fueron ejecuciones.

El desglose es el siguiente: 147 de esos crímenes fueron en diciembre; 119 en enero y 142 en febrero.

En lo relativo a secuestros hubo 56 en ese lapso: 18 en diciembre; 15 en enero y en febrero fueron casi uno por día al contabilizarse 23.

Contra lo que se diga, esta no es la percepción de la gente, son datos duros proporcionados por el SNSP que dan a conocer que los primeros meses de Miguel Ángel Yunes han sido de espanto y la seguridad que prometió brilla por su ausencia.

Y todavía falta ver los números de marzo que quizá estén más teñidos de sangre que los meses precedentes. Nomás en tres días se han registrado 19 asesinatos en dos municipios: 11 en Coatzacoalcos y ocho en Coxquihui.

Eso sin contar con el crimen del periodista Ricardo Monlui Cabrera, acribillado a mansalva en el municipio de Yanga el domingo anterior.

Y sin contar con los restos de 340 personas que se han encontrado en fosas clandestinas.

Si, sí, sí, de acuerdo. Estos infortunados no tienen por qué achacársele al gobierno de Yunes y nadie se los está echando en cara.

Lo reprobable es la manera en la que se ha comportado el fiscal Jorge Winckler, con los familiares de las víctimas. La vocera del Colectivo Solecito, Lucía de los Ángeles Díaz Henao lo calificó públicamente de indolente, sarcástico y ofensivo.

También es deleznable que el fiscal se quiera agenciar el hallazgo de los cadáveres cuando han sido los miembros del Colectivo quienes con pico, pala y sus manos han desenterrado a sus muertos.

Y fue muy desafortunado al declarar que los cuerpos de una familia procedente de Querétaro, estaban en una de las fosas cuando aún no se realizan los exámenes de ADN.

Resulta inútil y ocioso negar que vivimos en un estado al que la inseguridad tiene agarrado de los tanates; inseguridad que no tiene para cuándo terminar.

Y esto último es literal.

Se acercan los tiempos electorales y el gobernador está más preocupado porque a su partido le vaya bien, que por cualquier otra cosa. Aunque del centro le hayan pedido que se apacigüe.

Y es que conociendo el pésimo gusto que tiene Miguel Ángel para escoger candidatos, el PAN nacional le ordenó que no meta las manos en la selección; que ellos se encargarán. (Los blanquiazules no olvidan que cuando fue líder estatal del PRI, la oposición lo barrió en más de 130 alcaldías porque escogió a sujetos impresentables como candidatos a las presidencias municipales).

Con esto se fue para abajo la candidatura del ex contralor, Ricardo García Guzmán, al que prometió meter a la cárcel, pero ya siendo gobernador apapachó públicamente. Y ahora se niega a entambar alegando que él no es fiscal.

Después de las elecciones municipales vendrán las del 2018 donde estará en juego la gubernatura y la presidencia de la República. Y otra vez Yunes Linares estará ocupado apoyando a uno de sus hijos para que lo suceda en el cargo.

Y en esos menesteres se le irán sus dos años.

Total, todo parece indicar que el tema de la seguridad quedará para mejor ocasión y no en este bienio.

Mientras tanto, Veracruz y los veracruzanos que se sigan jodiendo.

 

PD.

Hablando con un amigo jarocho sobre los males que asolan a nuestra entidad, me dijo con su inconfundible acento y jocosidad: “Lo único que nos falta para que nuestra desdicha sea completa es que Mauricio Ortega, el sujeto que se robó el jersey de Tom Brady, sea veracruzano. ¿O no cuñao?”.

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