En esta parte final de la conversación, Rosalba Pérez Priego habla de su producción poética, desde su primer libro, Ciclo del derrumbe, publicado en 1965, hasta el más reciente, Agua de navajas, editado este año por el IVEC.

Mariposa urbana

A lo largo de todos estos años me he dedicado a escribir pero no es algo que considere una profesión, más bien es como algo muy integrado a mi vida. No es que me siente escribir porque ya tengo una idea, no, se va dando conforme vives, de manera muy espontánea, vas manejando y, aunque no debes, vez volar un papel y tienes que detenerte y escribirlo (risas).
Tengo un libro que no está publicado y creo que debería ser publicado, se llama Mariposa urbana. Ese librito es, precisamente, de ese deambular por la ciudad y de todo lo que haces en el día: andas caminando, te paras en la esquina, volteas y ves la pared, entras a un banco o una oficina a hacer espera, caminas los domingos por Xalapa y sientes la ciudad. Todo eso es Mariposa urbana.

Pozo de sí

Profundo el ojo
ve la noche
y pozo es de sí mismo
(Rosalba Pérez Priego)

El primero que me publicó fue Luis Mario Schneider, me publicó una plaqueta que se llama Ciclo del derrumbe [Ediciones del Puente, 1965, Xalapa, Ver.] en donde se recopilan esos primeros poemas que escribí en los años 60-61, mientras estudiaba Letras.
Luego se fue a vivir cerca de la ciudad de México, hablábamos por teléfono, me pidió material y, en una colección de libros de poesía que tenía, me publicó uno que se llama Y se filtró la arena [Oasis, 1985. México, DF].
Luego, el Ayuntamiento me publicó un libro que quiero reeditar y a lo mejor ahí cabe Mariposa urbana. Ese libro se llama Xalapa, ciudad extraña, es un libro muy de Xalapa. Habla de lo que te cerca, lo que te impide y a la vez, lo que propicia. Te topas con el Cofre [de Perote] cada vez que bajas la calle, das la vuelta y en esta esquina sucede tal cosa, es muy impactante la ciudad. Pasas por el parque Juárez y las jacarandas están cayendo, todo eso es ese libro de Xalapa, ciudad extraña. Seguramente que no les va a gustar a muchos (risas), o yo no sé, porque creo que el primer poema dice Voy a quemar esta ciudad, casi como Nerón (risas) porque es tremenda, ahí has experimentado demasiado a lo largo de toda una vida, tu corazón ya está hecho papilla, ya quieres que se queme con todo y ciudad (risas).
Luego, el IVEC me publicó un libro que se llama Cuaderno de Verano, ese es un libro de un viaje de verano que hice a Europa. Fue uno de esos viajes en los que te llevan horas y horas en un autobús y lo que más recuerdo es el verano en el paisaje, los campos llenos de girasoles, el trigo maduro o el trigo cortado. Mientras muchos de ese tour iban durmiendo, yo me quedaba cinco o seis horas viendo por la ventanilla y me quedó una sensación como la de la canción Sentimental Journey.
Esther Hernández Palacios junto con Ángel José Fernández, a través del IVEC, hicieron una publicación que se llama Dos siglos de poesía en Veracruz en la que toman poetas del siglo XIX y del siglo XX, y me incluyen en esa antología.
Lucien Georges Coachy, un haitiano que vino a Xalapa, se quedó y contribuyó muchísimo como maestro, crítico literario y demás, hizo un estudio crítico de varios poetas mexicanos y también estoy incluida en esa edición de poesía revisada. Se llama El carrusel de la poesía, son ensayos sobre poesía.
En los últimos años se me ocurrió publicar en inglés, no porque escriba en inglés sino porque traduje, yo misma, varios poemas y los mandé a algunas editoras y me publicaron en antologías en Nueva York y en Londres.

¿No me leerán tus ojos?

Y esta ausencia, para la que todos
los recursos de mi dolor no hallan
nombre más funesto, ¿no me dejará
volver a contemplar tus ojos,
en los que encontraba tanto amor,
y que me hicieron conocer deleites
que me colmaban de alegría;
que suplían a todas las cosas y que,
en fin, eran mi vida? Ay, mis ojos,
ya sin la luz que los animaba,
solo tienen lágrimas y no me sirven
sino para llorar sin descanso desde
que supe que decidiste una separación
insoportable que no tardará
en llevarme a la tumba.
(Mariana Alcoforado, la monja portuguesa)

Libros no publicados tengo un montón, por ejemplo, uno que me gusta y que fue también de los primeros se llama Mientras haya sol en las bardas, que es una frase de don Quijote. Tengo otro que se llama Vida de noche y tengo otro que se llama Cartas, ese es un libro que di a publicar y lo leyeron tan despacito los lectores de la Editorial de la UV, tan despacio que dejaron de ser lectores, se salieron y dejaron el libro por ahí abandonado y yo de repente fui y dije:
-Bueno, ¿qué pasa con el libro?
-Pues aquí está su libro pero no sabemos nada
Ya habían pasado como tres años y dije váyanse para allá (risas), y ya lo recogí.
Ese libro es muy intenso, es un poco emulando a las cartas de la monja de Portugal, esa mujer tan apasionada. Es el único libro que yo considero que pudiera decirse que tiene tema amoroso, yo casi no tengo tema amoroso, o lo tengo muy oculto pero no es mi tema principal y menos diría que es un tema femenino, me horrorizaría pensar que hay poesía femenina y masculina, tiene que ser poesía, punto. Es bastante grueso, tiene muchas cartas, 60 o no sé cuántas y todas son de sentimientos amorosos.

Agua de navajas lavadas

En las aguas turbias
de la muerte
lavé la navaja
negra –pedernal-
con que arrancaste
mi corazón
(Rosalba Pérez Priego)

Además de filosofía, una de mis lecturas favoritas es arqueología, me encanta y estar leyendo tantos años, y también el haber estudiado un curso de náhuatl, me hizo conocer un poco el pensamiento del pueblo náhuatl.
¿Por qué lo hice?, porque aunque yo reconozco y me siento muy bien en ser mestiza, de todos modos quiero saber qué clase de india soy, qué clase de sangre tengo. Del lado español no me cuesta trabajo, sé 200 años de familia, sé quién fue el primero que vino y esto y lo otro pero de mi sangre india no sé nada, sé que mi papá llevaba sangre india pero no sé ni de qué pueblo eran sus ancestros, ni qué hablaban y de esa búsqueda surgió este libro.
Traté de entender el ritual náhuatl de extraer el corazón cuando todavía está vivo, arrancarlo. A veces, metafóricamente decimos me arrancaste el corazón, me duele el corazón, cosas así y nos referimos al corazón como centro de emociones, en ese sentido surgió este libro. Es un libro que fue escrito muy poco a poco, a lo largo de varios años, cuatro o cinco, no sé. Escribí los poemas uno a uno y cada uno de ellos tiene nombre en náhuatl, ¿por qué razón?, porque ese es el nombre del ritual y ahí encuentro que, mediante lo que ellos pensaban, yo, mujer de ahora, siglos después, puedo expresar y sentir algo parecido: yo soy la que va subiendo las gradas del templo, yo soy la que va a ser sacrificada, a mí me arrancan el corazón. Traté de escarbar en mí para ver qué salía de ese sentimiento.
Cuando estuve estudiando náhuatl escribí, como un ejercicio de clase, un poema que está ahí publicado. No sé náhuatl pero pude escribir cuatro líneas en esa lengua, se llama Llegué acá, yo Rosalba. Todo el libro es esa búsqueda de quién soy en cuanto a mestizaje.
Hay un poema dedicado a Raúl Ladrón de Guevara que se llama Cuando el rayo…
Habla del mito del pájaro que vuela al sol, ellos dicen que cuando muere el guerrero, se va al paraíso solar convertido en pájaro quecholli. Cuando me enteré de la muerte de Raúl Ladrón de Guevara, escribí el poema.
El libro se llama Agua de navajas y el completo es Agua de navajas lavadas, ¿por qué?, porque después de hacer el sacrificio, esas navajas de pedernal eran echadas a un agua especial, ahí se lavaban y esa no es un agua que podían tirar porque no es cualquier agua, es como cuando el sacerdote del rito católico toma el vino, que es sangre, lo hace en una copa a la que después le echan agua y esa agua se la toman, no pueden tirarla porque es agua que ha sido consagrada. En el caso del agua de navajas es un agua especial porque allí está la vida de los que han sido, básicamente eso es Agua de navajas.

PRIMERA PARTE: El hilo de los sueños
SEGUNDA PARTE: Cuatro movimiento

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