Cada día crece en varios sectores de la opinión pública del estado y el país la inquietud sobre el momento en que Miguel Ángel Yunes Linares empezará a gobernar Veracruz.

Muchos paisanos se preguntan cuándo echará a andar la maquinaria de la administración pública para atender los graves problemas que, tras más de una década de gobiernos priistas depredadores, se han profundizado al punto de mantener a la entidad a la cola en todos los indicadores nacionales, tanto de desarrollo económico como social.

Es cierto que uno de los puntos más atractivos durante su campaña política fue la de llevar a la cárcel a Javier Duarte y a su pandilla de saqueadores, y mire que lo ha hecho bien porque ha logrado convertir al exgobernador Duarte en prófugo de la justicia federal, y ha iniciado investigaciones ministeriales para llevar a prisión a Fidel Herrera Beltrán, que le llevaron a su renuncia como Cónsul de México en Barcelona.

Sin embargo, la población identificaba ese propósito como la posibilidad de recuperar la tranquilidad, atajar la corrupción, abatir los altos grados de impunidad, encaminarse por una senda de recuperación económica, disminuir los índices delictivos que ponen en grave riesgo su seguridad y encontrar signos de que pronto habrá nuevos empleos. No es que espere milagros a tres meses de iniciado el gobierno, sino al menos ver que su gobernador se reúne con sus diversos equipos en el gabinete para emprender la larga marcha hacia la recuperación de Veracruz.

En lugar de ello, lo ve frecuentemente en los medios nacionales dando golpes mediáticos, como el hallazgo de una bodega con el menaje de casa de Duarte y su esposa, demostrando algo que casi todos sabíamos, que Karime Macías de Duarte era una de las cabezas de la banda que se dedicó a saquear como nunca en la historia las finanzas públicas de Veracruz, pese a lo cual no ha sido indiciada en ninguna investigación criminal por los delitos de delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita, ni por la PGR ni por la Fiscalía General del Estado.

¡Muy buen trabajo, señor Gobernador! La pregunta, sin embargo, es si era indispensable distraer durante días tanto a su Fiscal General, Jorge Winckler Ortiz, como a su Secretario de Seguridad Pública, Jaime Téllez Marié, en una indagatoria que podría haberse encargado a peritos y expertos de la Fiscalía. ¿Habrá sido necesario también su presencia en el sitio y dedicarle varias horas después a difundir los escasos datos que arrojan las libretas de Karime en medios de comunicación de la Ciudad de México?

Con razón el Fiscal no tiene tiempo de atender a las madres de los desaparecidos y les hace ver que su dolor no tiene importancia para la administración de justicia en el presente gobierno. La violencia creció en los primeros dos meses de su gobierno. De diciembre a enero, la comisión de delitos del fuero común creció de 3 mil 380 a 4 mil 522, mientras que los robos en general crecieron de 1 mil 436 en diciembre a 1 mil 978 en enero, y en esos dos meses se han reportado 32 secuestros (16 por mes, en promedio) y 384 homicidios (más de seis diarios), sin que la Secretaría de Seguridad Pública haya tenido un desempeño adecuado para bajar la violencia.

¿Tuvo la confianza de los veracruzanos?

La constante en el discurso de Miguel Ángel Yunes Linares ha sido que él fue electo por los veracruzanos porque querían el cambio. La verdad es que obtuvo la mayoría de los votos emitidos y es gobernador por obra y gracia de nuestra democracia. Pero hay un sector mayoritario que no votó por él y debiera a estas alturas hacer las cosas de tal manera que busque la aprobación de esa mayoría de los veracruzanos de a pie.

En los pasados comicios, el actual gobernador obtuvo 1 millón 55 mil 544 votos, que significaron el 34.4 por ciento de los sufragios emitidos, pero otros dos tercios de los votantes optó por otros candidatos: Héctor Yunes Landa, del PRI, quien obtuvo 929 mil 495 (30.29 %), y Cuitláhuac García Jiménez, de Morena, que logró para su causa 809 mil 954 (26.4 %).

Si nos atenemos al número de paisanos empadronados (3 millones 68 mil 406), quienes optaron por su propuesta electoral apenas constituyen el 18.6 por ciento, menos de una quinta parte; aunque si consideramos que la población en general es superior a los 7 millones 700 mil, resulta que nuestro gobernador fue elegido por apenas el 13 por ciento de la población.

Eso no significa nada a la hora de decidir en los órganos electorales quién es el triunfador, pero debiera tenerlo presente a la hora de realizar su trabajo como Gobernador. Ni el 20 por ciento de los veracruzanos lo vieron como una opción pero debe ahora gobernar para todos: no solo desplegar una acción que incluso a este opinante le parece elogiosa, como la de perseguir a los corruptos del pasado, sino generar políticas públicas para lograr el desarrollo de la entidad.

Más de 1 millón 700 mil veracruzanos prefirieron o el discurso de siempre representado por el PRI y sus partidos satélites o el nuevo y desconocido discurso de Morena, pero con ambos ha roto lanzas y ha preferido, como en la época salinista, ni verlos ni escucharlos, cuando representan partes importantes de la población, que tienen demandas y necesidades que hasta el momento no ha querido abanderar, acaso porque vienen en junio los comicios municipales, donde uno de sus hijos pretende gobernar el municipio de Veracruz, y el año próximo los comicios para sucederlo, donde quiere colocar a su otro hijo, hoy alcalde de Boca del Río.

Hasta el momento, el Plan Veracruzano de Desarrollo y el Presupuesto de Egresos de su primer año de gobierno permanecen o en el cajón de alguna oficina durmiendo el sueño de los justos o esperando a que su gobierno haga los cambios que crea pertinentes según sus propios criterios y designios.

Como he comentado en este espacio, los secretarios del gabinete están paralizados en sus oficinas, sin tener nada que hacer, lo que ha llevado a algunos a protagonizar incluso capítulos de una telenovela según los más rancios cánones de Televisa, y debe darles tareas, delegar la dirección de programas en materia de seguridad, impartición de justicia, salud, educación, infraestructura y desarrollo económico, social y agropecuario.

¡Ya lo queremos ver gobernar, licenciado!

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