Prefacio.
Es inevitable hablar de las baratijas encontradas en una bodega de Córdoba y que, según el comunicado oficial, resguardaba “diversos bienes propiedad de Javier Duarte y su familia”. *** El mismo documento señala que en ese sitio fueron localizados documentos que “presumiblemente” vinculan a Karime Macías de Duarte en el desvío de recursos públicos “en beneficio personal y de algunos cómplices”. *** El comunicado informa que se obtuvo también “una relación extensa de familiares, funcionarios públicos, socios y diversas personas con quienes hacían negocios ilícitos al amparo del poder”. En estas afirmaciones ya no se utilizó el término “presumible” o “presunto”, sino que se dio como un hecho inatacable que tales datos, que en estos momentos se encuentran en proceso de dictaminación pericial, tienen una connotación ilícita. *** ¡Eso es lo que tanto anhelaba Yunes Linares! Vivir en “la plenitud del pinche poder” y convertirse en fiscal, juez y verdugo… y ¡ay de aquel que ose contrariarlo! *** ¡Qué feliz se ve el carnicero de hoy!
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Hoy me permito disentir de mi amigo, el periodista Arturo Reyes Isidoro, quien en su colaboración del pasado lunes 20 de febrero celebró que el nuevo gobernador, Miguel Ángel Yunes Linares haya “respetado su ofrecimiento de campaña y como nueva autoridad de que sería respetuoso con la prensa y del ejercicio de la libertad de expresión”.
No sólo eso. Arturo Reyes asegura que Yunes Linares “viene teniendo un comportamiento ejemplar pues se muestra respetuoso con todos los periodistas, aunque cuando no está de acuerdo, lo dice abierta y públicamente”.
Reyes Isidoro es un periodista de larga trayectoria. Ha formado parte de importantes proyectos de comunicación en la entidad y también ha servido desde la administración pública. Cuando habla de libertad de expresión sabe de qué está hablando.
Quizá en esta ocasión debió explicar cómo es que un servidor público que trata de “ignorantes” a los periodistas que opinan diferente a él, puede ser calificado como alguien que “se muestra respetuoso con todos los periodistas”.
Los comunicadores tenemos, como todos, filias y fobias. Podemos coincidir o disentir en los temas que nos conciernen, pero por nuestra actividad profesional, estamos obligados a honrar la inteligencia de nuestros lectores.
Ni la empatía personal, ni la obtención de un cargo público, deben ser factores que alteren nuestra concepción de la labor periodística y la exigencia de un trato de respeto y profesional entre comunicadores y actores políticos.
Justo es señalar que la actitud de desprecio del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares no se limita a un sector del periodismo veracruzano.
El actual mandatario estatal pretende convencernos a todos los veracruzanos de que no somos capaces de discernir entre una renegociación de la deuda pública como la que él plantea, y propuestas similares que han presentado anteriores administraciones.
Nos conmina a reconocernos como neófitos en el tema y aceptar a ojos cerrados su propuesta, “porque es la mejor para Veracruz”.
Economistas, especialistas en temas financieros, operadores bancarios del más alto nivel, que se han expresado en contra de la propuesta enviada al Congreso local, son tachados de “ignorantes” y, por lo tanto, descalificados para opinar.
Con seguridad muchos de nosotros le daríamos a Yunes Linares el voto de confianza, si al escuchar las primeras objeciones, hubiera puesto especial énfasis en su interés de respetar todas las opiniones y su voluntad de incorporar a su propuesta todas aquellas ideas que ayuden a sacar lo más pronto posible a Veracruz de la crisis que enfrenta.
Está claro que ese no es su estilo.
Él es “El Bronco de Veracruz” y al que no le guste… ya sabe cómo la va.
¡Qué pena!
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Epílogo.
Y si Veracruz se queda sin futbol de la Primera División, ni modo. El objetivo es exhibir a otro amigo de Javier Duarte quien, por tener esa categoría, debe ser tan corrupto como el exgobernador de Veracruz. El “cuatro” no pudo ser más obvio: Se le negó apoyo en materia de seguridad, en un partido en el que el estadio lucía repleto, pues el visitante era nada menos que el actual campeón; se provocó un pleito en las gradas y de inmediato se actuó en contra del dueño del club. Con mucho tino alguien reflexionó: Si la seguridad en las sucursales bancarias es responsabilidad de los propios bancos, si la seguridad en el estadio de futbol es tarea del dueño del equipo local, entonces… ¿de qué se hace responsable la Secretaría de Seguridad Pública? ¿De los robos de hasta 100 pesos y una Coca Cola? *** Quizá no entendemos bien lo que nuestro gobernador nos plantea. Ya nos dijo que pasamos por la peor crisis de nuestra historia y, por lo tanto, no deberíamos perder el tiempo en diversiones improductivas. Si busca sacar a los Tiburones Rojos del Estado, no es porque odie a Fidel Kury, es para que seamos más productivos. Si cancela los días de asueto con motivo del Carnaval de Veracruz, no es para cobrarle viejas afrentas al “Pollo” Pérez Fraga, organizador del evento, sino para salvarnos del vicio y la perdición. Al final tendremos que darle las gracias. *** Lo publicó Raymundo Rivapalacio el pasado viernes: “La ruta de la corrupción de Odebrecht en México iba a ser dibujada por sus ejecutivos cuando se acercaron a la PGR, en busca de una negociación fuera de tribunales. De acuerdo con personas que fueron informadas de lo que quería intercambiar la empresa brasileña para que le permitieran seguir trabajando en México, eran detalles de cuánto dinero invirtieron en campañas políticas en Veracruz y Tamaulipas, en qué años y a quiénes. La relación de la empresa con funcionarios veracruzanos en particular, es estrecha. La embajadora en Brasil, Beatriz Paredes, incluso le organizó una visita a Sao Paulo al exgobernador Javier Duarte, para hablar con los ejecutivos del emporio latinoamericano de la construcción”. Al respecto, el siempre combativo Miguel Ángel Yunes Linares se ha limitado a aclarar que ni Odebrecht, ni alguna de sus filiales, tienen inversiones en el sur del estado. ¿De cuándo a acá tan prudente? ***Por cierto, las ejecuciones no paran, las balaceras tampoco. Yunes Linares tiene razón cuando advierte que él nunca habló de que ese tema ya estuviera resuelto. Pidió seis meses para mostrar resultados. Tic, tac, tic, tac…