Al ver la cantidad de sujetos que están renunciando al partido en el que han militado por años para saltar a otro, uno no tiene más que aplaudir la firmeza de convicción de estos hombres y mujeres que no lo hacen por el mezquino afán de seguir mamando del presupuesto, sino por el bien del pueblo.
Priistas de viejo cuño que le deben al tricolor todo lo que se han embolsado, nomás de repente se dieron cuenta que el PRI es una cueva de corruptos y ladrones y amenazan con dimitir para no contaminarse.
Panistas de abolengo también están haciendo lo mismo.
Quizá la renuncia más notoria ocurrió el 31 de mayo del año anterior cuando el entonces diputado local Domingo Bahena Corbalá, mandó al diablo al PAN.
En misiva dirigida al líder nacional de ese partido Ricardo Anaya, le reprochó que ante el cúmulo de acusaciones contra el entonces candidato Miguel Ángel Yunes Linares, la dirigencia nacional viera para otro lado.
Siempre propio, el legislador remató su carta con un emotivo “Nos equivocamos presidente” que quedó ahí, para la historia.
Lo que no dijo don Domingo es a cambio de qué dejó de ser panista. Unos dicen que fue por 5 millones de pesos; pero otros aseguran que la cifra que le papaloteo el entonces gobernador Javier Duarte, dobló esa cantidad y el señor Bahena se fue a su casa con 10 millones de pesos.
¿Es cierto eso don Domingo?
Este martes presentaron su dimisión otros dos panistas: el ex diputado local Oscar Lara y el ex diputado federal Rafael Acosta Croda.
Ambos arguyen que no es posible seguir militando en un partido que se ha convertido en propiedad de una familia, y que ésta se ha adueñado de todos los puestos que hay en Veracruz.
Evidentemente exageran. Digo, está bien que la familia de Yunes Linares sea numerosa pero no es para tanto.
Acosta Croda aprovechó el viaje para solicitar a Morena, su nuevo partido, que lo incluya en las encuestas para ver si gana la candidatura a la presidencia municipal por el puerto de Veracruz.
Y hablando de Morena, este partido está siendo el ganón en la recolecta de cascajo.
Quizá la razón de más peso para que el partido del Peje esté llenándose de cartuchos quemados, la dio el mismo Andrés Manuel López Obrador hace unos meses al asegurar que bastaba con que un político corrupto se afilie a su partido para purificarse.
Tomando esto como base uno puede intuir que un asesino se volverá santo; que quien robó a manos llenas se volverá honrado; el transa se convertirá en honesto y así por el estilo.
Si a esas vamos no sería extraño que viéramos a Javier Duarte transmutado en moreno. El tipo entraría al partido para purificarse, que buena falta que le está haciendo. Y en una de esas puede que alcance la candidatura a la presidencia municipal de Córdoba y hasta gane.
Te reitero lector, no vayas a pensar que aquellos que brincan como changos de un charco a otro lo hacen con fines aviesos. Nada de eso. Son hombres y mujeres que en su afán de servir, están buscando la alternativa que mejor convenga a la ciudadanía.
Por eso verás que en menos de seis años muchos han recorrido toda la baraja partidista. Y gracias a las bondades de nuestro sistema, no pocos alcanzarán una alcaldía y tendrán en sus manos un presupuesto millonario que será para servirte mejor. (Oh sí).
Lo cierto es que debería prohibirse que sujetos que se dicen políticos pero que no son otra cosa que sinvergüenzas vividores, cambien de partido como quien cambia de camisa y, sobre todo, que compitan de inmediato por un puesto de elección popular.
Ya basta de estar manteniendo zánganos y promoviendo ladrones. Ya estuvo suave.