La caja de Pandora que significaron las anomalías detectadas en el sector salud en Veracruz, ha traído todo tipo de consecuencias: desde las denuncias por desvío de recursos, la administración de tratamientos apócrifos, pruebas falsas de VIH-Sida, hasta la existencia de toneladas de medicinas caducas mientras en los hospitales no había ni aspirinas. Por supuesto, y no menos importante, el regreso de Fidel Herrera a Veracruz.

Lo más lamentable de todo es que nadie está dispuesto a aclarar lo que pasó. El gobierno actual ha encontrado una madeja que le redituará enormes dividendos políticos –lo de la justicia será un bono colateral-, y los funcionarios que habrían cometido estos delitos se han dedicado a deslindarse y acusarse unos a otros. Hace una década que la salud pública está en agonía.

Ayer, los temas de salud dieron la nota del día, incluso a nivel nacional, donde Veracruz no sólo es visto como el modelo de la corrupción inimaginable, sino también, como el abominable estado donde los políticos son capaces de jugar con la salud y la vida de las personas sin el menor escrúpulo ni remordimiento.

¿Qué tan ciertas son las acusaciones que se lanzan un día y otro también? Si son ciertas, ¿están lo suficientemente documentadas para que se ejerza castigo en contra de los responsables? ¿Se trata sólo de delitos del orden administrativo, fraude y enriquecimiento, o en realidad sí se perdieron vidas humanas como producto de la inmundicia administrativa del gobierno anterior? Son preguntas que requieren una respuesta urgente.

La visita de las autoridades de salud del gobierno federal, encabezadas por el propio Secretario José Narro, empieza a despejar algunas dudas. Unas que tranquilizan pero otras que ponen en evidencia la metástasis corruptiva en todos los niveles del sector.

Por lo pronto, tuvimos una noticia buena y una mala. La primera consiste en que, según el doctor Narro,  hasta el momento no hay evidencias contundentes de que autoridades del gobierno de Veracruz hayan suministrado medicamentos clonados, falsos o agua destilada en niños que debían ser atendidos en hospitales públicos con quimioterapia.

Esta versión coincide con lo que se había dicho por la mañana: que el CECAN no aplicó medicamentos falsos gracias a la oportuna intervención del Comité de Fármaco vigilancia. La duda es inevitable: Si la máxima autoridad de salud del país no está segura de que eso haya pasado, ¿cómo es posible que el gobierno del estado haya inducido tal versión sin que mediara prueba contundente de por medio? Es algo que tendrá que aclarar.

La nota mala es que el ex rector de la UNAM, informó que hasta ahora, los 12 especialistas de la Cofepris que vinieron a Xalapa para investigar los hechos, lo que ha encontrado es un desorden en el sistema de almacenamiento, con 11 toneladas de medicamentos ya caducados y 47 mil pruebas para VIH que no se sabe si se utilizaron o no, pues no cuentan con registro sanitario.

Esto no es nuevo. En julio pasado, autoridades de la Secretaría de Salud tuvieron que reconocer que se habían incinerado clandestinamente medicamentos en un predio del municipio de Banderilla, acusando de tal acción a la jurisdicción sanitaria número 5 de aquél municipio.

Por supuesto nadie creyó que se tratara de medicamentos sólo de esa jurisdicción, que se hiciera sin el conocimiento de las autoridades estatales, y menos aún, que se llevaría a cabo una investigación para sancionar a los responsables. Como era de esperarse, eso nunca sucedió.

En una exposición hecha ante senadores y diputados del Partido Verde, el doctor Narro dio dos datos a destacar:

“Se trata de temas y asuntos que se registraron entre 2010 y 2013 y que por supuesto preocupan y daremos información puntual y pondremos a disposición de las autoridades competentes cualquier situación anómala que se registre y si tenemos que tomar medidas correctivas internas las recomendaremos a las autoridades del estado de Veracruz o si hubiera algo más delicado a otras autoridades”. Es decir, el tema alcanza a la administración de Fidel Herrera Beltrán, lo que explicaría su decisión de regresar a Veracruz.

Y segundo: “Nosotros no tenemos evidencia de algún fallecimiento a causa de esto, nosotros estamos recabando la información de los expedientes clínicos, médicos y no nos consta, no tenemos evidencia en ningún otro sentido”. Lo anterior quiere decir que alguien movió a la indignación nacional sin tener los pelos de la burra en la mano.

Distinto a la malvada impericia de las autoridades locales, la Secretaría de Salud federal aseguró que no podrá hacer un pronunciamiento final sobre este tema, “hasta que no concluyan una serie de estudios que están en proceso o prolongarse, por ejemplo la búsqueda de casos que se atendieron”.

Preocupa la ineficacia para castigar a los autores del desfalco económico, pero preocupa aún más, que se utilicen distractores que lastiman la dignidad y la conciencia de las familias de pacientes que recibieron tratamientos médicos en esos años.

La del estribo…

Y mientras en la aldea se buscan culpables, la cofradía de los Sandoval disfruta sus desvaríos en los restaurantes más lujosos de la ciudad de México. En Polanco son conocidos como clientes frecuentes… porque para ellos la vida sigue igual.