Prefacio.

Era de esperarse. Ante la incapacidad de las autoridades para detener los actos vandálicos, la sociedad ha decidido salir a defender sus bienes. La tarde del jueves se dio el reporte de al menos dos muertes, en la unidad habitacional Palmas del Coyol del puerto de Veracruz. Las primeras versiones refieren que se trata de dos sujetos que participaron en los saqueos y fueron perseguidos hasta ultimarlos a tiros.

 

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Las imágenes no dejan lugar a dudas. Se trata de testimonios difundidos por ciudadanos, a través de las redes sociales. La rapiña, el saqueo, nada tiene que ver con el hambre, con la pobreza extrema o con la política económica del gobierno mexicano.

Ninguna fotografía, ninguna videograbación, muestra a alguno de los atracadores robando leche, pan, carne, huevos, alimentos. Todos van cargados con equipos electrónicos, línea blanca, juguetes y hasta licor.

No será, pues, con despensas de 500 pesos, como habrá de saciar el apetito de esos animales carroñeros.

Es el lado más obsceno del ser humano, el de la codicia, el de la voracidad, el de la anarquía. Viéndolos cargar con todo lo que encuentran a su paso, entiendo mejor a Javier Duarte y su gavilla. Son lo mismo. Si estos no robaron tanto como aquellos, fue porque no les dieron la oportunidad.

Los ladrones no son peores, o menos malos, según la cantidad robada. Estos y aquellos son delincuentes, y no se debe permitir la impunidad, pues se perderá todo control.

La tarde de este jueves el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares acudió personalmente a confrontar a los saqueadores. Se presentó en la plaza comercial Las Brisas, en el puerto de Veracruz. Conminó a la turba a deponer su actitud “porque eso deja una imagen muy negativa de Veracruz, y alejará a potenciales inversionistas que podrían generar los empleos que necesitamos”. Les ofreció despensas de 500 pesos, si deponían su actitud.

No le hicieron caso.

Los problemas graves, los actos de vandalismo que ponen en riesgo a la sociedad, a la población a la que se comprometió a proteger, no se resuelven con actitudes populistas, con poses para la fotografía.

Estos hechos me remontaron a un suceso del que fui testigo, por allá de 1990.

Dante Delgado, quien por aquellos años gobernaba Veracruz, acudió a un poblado ubicado en la cuenca del Papaloapan.

En dicha comunidad dos grupos antagónicos se disputaban el poder y ese día pretendían presumir su cercanía con el mandatario estatal.

Al término del evento oficial, los líderes de los dos grupos se le pegaron a Dante Delgado para acompañarlo hasta el helicóptero. Mientras ellos luchaban por ganar la atención del gobernador, justo atrás sus seguidores se empujaban para mantenerse cerca de la comitiva.

De pronto pasaron de los empellones a los golpes, lo que provocó que el Gobernador se detuviera. El primer impulso de Dante Delgado fue meterse entre los rijosos para poner orden. No pudo hacerlo, pues de inmediato dos de sus escoltas se interpusieron y le impidieron llegar hasta donde se escenificaba el pleito, mientras que otros intervenían para acabar con el conflicto.

Las cosas se calmaron, pero Dante Delgado retornó hecho una furia a Xalapa. Al día siguiente los líderes de ambos grupos fueron citados en Palacio de Gobierno. Recibieron tal regaño, que nunca más se supo de un conflicto en la zona.

¿La lección?

Un hombre solo, por muy valiente que presuma ser, nunca podrá contra una muchedumbre enardecida.

Lo que ya es innegable es que detrás de estas movilizaciones hay otros intereses, otros objetivos. Que no han sido expresiones espontáneas de protesta, que alguien ha tomado como pretexto el aumento a los precios del combustible para dejar caer una chispa en el pasto seco del descontento social.

La disyuntiva de Miguel Ángel Yunes se ubica entre la ratificación de su postura de cero tolerancia a las expresiones de protesta que violenten las leyes, o la búsqueda de diálogo, de acuerdos con grupos que han aprovechado el caos para imponer su agenda, como los transportistas, o los pobladores del sur que asumen como propia la presa Yuribia.

Disciplina, sin caer en la represión; firmeza, sin llegar al abuso.

Suena sencillo… no lo es.

 

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Epílogo.

Cuentan que en la conferencia de prensa que ofrecieron, de forma conjunta, el secretario de Gobierno, Rogelio Franco, el de Seguridad Pública, Jaime Téllez Marié, y el Fiscal General, Jorge Winkler, no hubo poder humano que pusiera orden entre los reporteros, que lanzaban preguntas sin respetar el orden, al grado de que finalmente los funcionarios optaron por retirarse. *** Toque de queda. Esa fue la instrucción emitida desde la oficina del Gobernador para la zona Veracruz-Boca del Río. Miles de elementos de la policía estatal fueron enviados a imponer el orden en esa zona “cueste lo que cueste” y de inmediato dispusieron la aplicación de rondines de vigilancia en las áreas de mayor riesgo. *** En el conflicto que se enfrenta en la zona sur, tras la toma –una vez más- de la presa Yuribia, el Gobernador Miguel Ángel Yunes Linares señaló directamente a la diputada de Morena, María del Rocío Pérez, de ser la que está instigando a los pobladores de aquella zona para que se enfrenten a las autoridades. La legisladora ya se deslindó de ese movimiento, y el representante en Veracruz de ese partido, Manuel Huerta, aseguró que la intención del gobierno panista es la de “privatizar el agua”. Son demasiados los frentes abiertos del recién llegado gobierno estatal.

 

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