El tamaño del desastre es inconmensurable. El saqueo no tuvo medida ni compasión. Si el Gobierno de Veracruz fuese una empresa, estaría declarado en quiebra.
No hay dinero… no hay dinero… no hay dinero.
No hay para pagar los sueldos de todos, ni los aguinaldos, ni los finiquitos o liquidaciones de los empleados que se tienen que ir para dejar paso a los nuevos -como es natural-.
No hay. No hay. No hay.
Y todos nos desesperamos, porque la economía del estado se sustenta en buena medida en el presupuesto público estatal. En Xalapa, casi toda, o toda…
Y al no haber recursos, al escasear el circulante, el aparato social se cimbra, la alegría ciudadana se desvanece, se pierde la esperanza.
De ese tamaño es el desastre que nos dejaron, un desastre que ahora debe componer el nuevo Gobierno, que tiene que arreglar el nuevo Gobernador.
Y no se ve por dónde.
Vienen pues medidas difíciles, tiempos aún más.
Sacrificios, estrecheces, deudas.
Como Winston Churchill ante el Parlamento inglés el 13 de mayo de 1940, enfrascada Inglaterra en lo peor de la guerra contra los nazis, Miguel Ángel Yunes Linares sólo nos puede ofrecer:
“Sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”.
Se necesitan muchos años de trabajo para que podamos resarcir la catástrofe económica. Javier Duarte y sus cómplices acabaron con todo, destrozaron la gobernanza financiera, descompusieron las instituciones. La ambición desmedida dio de lleno contra Veracruz, contra el futuro inmediato, contra los sueños del desarrollo.
Y “sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”.
Somos un pueblo con un Gobierno arrasado por la corrupción. Tenemos un Gobierno actual con problemas como nunca en la historia.
No hay para pagar sueldos, ni aguinaldos, ni bonos, ni compensaciones.
No hay. No hay. No hay.
Pero sí somos un pueblo con una gran fuerza. Tenemos la alegría como nuestro motor para imbuir ánimos. Somos muy ricos, aunque ahora nademos en la miseria.
Veracruz es cien veces más que la crisis de ahora. En nuestra historia, hemos superado pruebas igual de difíciles, igual de profundas. Y lo hemos hecho siempre con una sonrisa.
Al mal tiempo, buena cara.
Vamos a hacer valer lo poco que tendremos para celebrar en esta época navideña. Hagamos como en otras veces: de nuestra sangre y nuestra derrota un día de fiesta nacional.
Veracruz está abatido en sus finanzas.
Pero Veracruz está de pie, porque ya ha empezado a trabajar en la solución; en las soluciones, pues son muchas las que se necesitan.
Lo que viene es el sacrificio, las penurias, cierto, pero podemos surcar ese mar proceloso con el mejor ánimo, que siempre resulta un timonel efectivo ante la tormenta.
Ante el tamaño del desastre, la solución somos todos, trabajando unidos con un mismo fin.
Todos. Todos. Todos.
De todos los partidos, de todas las ideologías -que no es lo mismo-, de todas las religiones y todos los orígenes.
La unión es nuestra única posibilidad.
Déjenme ponerlo con mayúsculas: la UNIÓN.
Y el interés mayor de todos, que es Veracruz.
No el 2017, ni el 2018.
Sólo Veracruz.
Dejemos la esperanza.
- Con motivo del asueto decembrino, me permito dar vacaciones a los queridos lectores. Nos vemos el 2 de enero de 2017. Y que todo sea justo y bueno.
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