A casi dos semanas de que el dirigente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, encabezara en el puerto de Veracruz el llamado “Encuentro por la Unidad del Priismo” del estado, sigue la desbandada de militantes en el Revolucionario Institucional, unos porque de plano saben que sus ligas y complicidades con el desacreditado grupo priista que recién entregó el poder les representa un veto para contender como candidatos en la próxima elección municipal, y otros porque desde ahora ven canceladas una vez más la oportunidad de ser nominados por el partido tricolor a pesar de sus reconocidos méritos políticos.

Uno de estos últimos casos es el de Jesús Moreno Delgado, quien es nativo de Hueyapan de Ocampo pero desde hace más de 30 años radica en Coatzacoalcos, donde, entre otros cargos, se ha desempeñado dos veces como secretario de Gobierno del Ayuntamiento porteño, lo que le ha permitido hacerse de un buen capital político. Sin embargo, nunca ha sido postulado como candidato propietario a un puesto de representación popular. Ahora Moreno aspira a la alcaldía, pero circunstancialmente se le ha cruzado el dirigente regional de la CTM, Carlos Vasconcelos Guevara, un recio militante priista al que los grupos de poder del tricolor tampoco dejaron pasar durante décadas. Pero en esta ocasión, los astros se le han alineado a Vasconcelos por el padrinazgo del senador Pepe Yunes Zorrilla, quien en el proceso electoral de junio pasado logró colocarlo en la lista de candidatos del PRI por el principio de representación proporcional (plurinominal).

Vasconcelos es perfilado para la alcaldía porque a través de la Federación Regional de la CTM ha realizado un fuerte trabajo social en las colonias de Coatzacoalcos, y no está vinculado a los grupos de los ex gobernadores Javier Duarte y Fidel Herrera Beltrán.

Sin embargo, el priismo del antiguo Puerto México se ha visto mermado con la renuncia pública de Jesús Moreno y de otros personajes cercanos al alcalde Joaquín Caballero, como el ex secretario de Desarrollo Social, Gustavo Linares Yépez. Otros priistas porteños aún no han dimitido abiertamente pero todo hace suponer que operarán para la virtual alianza PAN-PRD que pudiera postular a la alcaldía a Moreno Delgado, recién invitado por el presidente municipal de Boca del Río, Miguel Ángel Yunes Márquez, a su tercer informe de labores. Uno de estos activos del priismo porteño que seguirán apoyando a la oposición será indudablemente el ex alcalde y ex dirigente estatal del PRI, Edel Álvarez Peña, quien fue impulsado por el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares a la presidencia del Tribunal Superior de Justicia del Estado en presunto pago por el apoyo mediático que en su campaña recibió de la cadena de periódicos propiedad de la familia del presidente del TSJE.

No es fortuito, pues, que a pesar de la supuesta división de poderes, el magistrado Álvarez Peña esté promoviendo en el municipio que gobernó a sus incondicionales en cargos administrativos dependientes del Ejecutivo. El nuevo “hombre fuerte” de Coatzacoalcos colocó a Lourdes de la Barrera Jiménez en la Jurisdicción Sanitaria número 11, y pretendía acomodar a Saúl González Solís en la Comisión Municipal de Agua Potable, considerada una de las tradicionales “cajas chicas” para la operación política del grupo en el poder.

Pero no sólo en Coatzacoalcos ha comenzado a desgranarse la mazorca priista. Este martes, el ex diputado local por Los Tuxtlas, Octavio Pérez Garay, presentó en la sede del Comité Directivo Estatal del PRI su renuncia. “No puedo continuar militando en un partido que ha pisoteado a los veracruzanos y que perdió el rumbo, un partido que se niega a renovarse y a limpiar esta mancha de corrupción”, declaró Pérez Garay, hijo de la ex alcaldesa y ex diputada Marina Garay, ambos muy allegados al actual diputado federal Jorge Carvallo Delfín, quien fue secretario particular de Fidel Herrera y secretario de Desarrollo Social con Duarte de Ochoa, y que luego de las elecciones locales de junio pasado solía pregonar que él sustituiría en la presidencia del CDE priista a Felipe Amadeo Flores Espinosa.

De hecho, Pérez Garay no fue el único diputado del PRI, identificado con Carvallo Delfín, que arremetió contra Flores Espinosa para impedir que fuese ratificado en la dirigencia estatal por Ochoa Reza. Otros más fueron Marco Antonio del Ángel Arroyo, hijo de César del Ángel Fuentes, dirigente del Movimiento Nacional de los 400 Pueblos, y Edgar Díaz, ex líder estatal de la CNC.

Pero no han sido los únicos. El viernes 2 de diciembre, antes de que Ochoa Reza arribara al puerto de Veracruz para presidir el Encuentro por la Unidad del Priismo en el estado, en un restaurante boqueño el dirigente de la Liga de Comunidades Agrarias de la CNC, Juan Carlos Molina Palacios, también expresó su descontento ante otros ex líderes priistas por la permanencia de Flores Espinosa en la presidencia del CDE del PRI, contra el cual había promovido primero una queja ante la dirigencia nacional por la falta de pago a los empleados de la sede cenecista.

Pero el malestar contra Amadeo de Molina Palacios –a quien el gobernador Yunes traería en la mira por el presunto desvío millonario de proyectos productivos y por las 3 mil concesiones de taxi que le entregó Duarte en la campaña electoral– es más bien porque sabe que tampoco podrá imponer candidatos a su gusto o conveniencia en la próxima elección municipal, ya que el dirigente estatal del tricolor sólo ha replicado lo mismo que vino a decir el presidente del CEN hace un par de semanas: que el PRI ha iniciado una gran cruzada para recuperar la confianza de los veracruzanos, por lo que “no habrá candidatas ni candidatos manchados por la deshonestidad y el desprestigio”, que “Veracruz será uno de esos casos en que el priismo se crece ante la adversidad”, y que serán las bases las que elijan a sus abanderados. Ya veremos si cumplen su palabra.