Faltan 725 días.
En la Democracia, se gobierna con la oposición, no con la imposición, el voluntarismo y la discrecionalidad. Pero sobre todo, se gobierna con la legitimidad social, que proporciona una verdadera participación individual y social, presentes y activas. Libertades y derechos, obligaciones y deberes son fundamentales.
Breve y llena de limitaciones la oportunidad que inicia desde el 1 de diciembre.
Importante tener siempre presente, que no se desconoce a lo que se aspiraba o deseaba. Desde antes del proceso electoral se sabía y se sabe de la magnitud y complejidad de la problemática, en la que se encuentra hundido Veracruz. Para nadie es extraño, que el tamaño del daño sea aún mayor de lo que se sabe y da a conocer.
En todo caso, se ha aceptado por todos, que se tiene poco tiempo para demostrar que se gobierna con responsabilidad y eficiencia para servir y rescatar a un estado sediento de seguridad y justicia; hambriento de soluciones a sus problemas y conflictos, ancestrales y nuevos; y ayuno de atención a sus necesidades básicas y crecientes rezagos sociales.
Tiempo de escuchar y poner atención en lo que se propone y pretende hacer. Tiempo de prepararse para asumir la responsabilidad y gobernar al gobierno, para participar oportuna y eficazmente, para no caer en el desinterés y conformismo que abona el camino al fracaso y sus consecuentes pérdidas, limitaciones y sacrificios. Urgen servidores públicos que sirvan; y también, ciudadanos y sociedad que participen y asuman el control.
Importante informarse y actualizarse. No apoyar lo que se ignora o mal entiende; ni criticar o rechazar lo que se desconoce.
No se debe fomentar simulación, engaño y enajenación. Ni ineficiencia y delincuencia en los gobiernos.
Se hace lo que se sabe, lo que se ha aprendido a hacer. Imposible y de alto riesgo hacer lo que se ignora y menosprecia.
En el inicio, de la concreción de un cambio, del paso del decir al hacer, hay que dar tiempo a la oportunidad decidida y programada. Hay que esperar un poco más a que se tomen las decisiones y se asuman todas las responsabilidades de ley, así como se empiecen a cumplir promesas y compromisos adquiridos. Atentos, no solo de lo que se dice, sino más de lo que se hace bien o mal, o simplemente no se hace. Evaluar siempre resultados obtenidos, frente a compromisos, objetivos y metas establecidos.
Para que no haya sorpresas y se siga en más de lo mismo, o se pase de mal a peor, urgen para empezar, transparencia y rendición de cuentas permanentes, verdaderas y puntuales. Más que declaraciones, tremendistas o distractoras, simuladoras o evasivas, urgen acertadas decisiones para buenas soluciones. Hechos, resultados comprobables.
El paso del decir al hacer sigue su curso. Claro que es indispensable e insustituible empezar por limpiar y sanear, actualizar y fortalecer a las instituciones.
Limpieza que apenas empieza, que exige también la acción de denunciar y procesar a los que se fueron y no cumplieron; incluso, aquellos que hasta en delincuentes se convirtieron. Y, desde luego vigilar y evaluar a los que empiezan.
Obtener justicia es vital; pero no confundir con ajusticiar, que es muy diferente y puede ser fatal.
Una cosa es exigir justicia institucional y legal; y otra indeseable y condenable, es ajusticiar y hacerlo por propia mano o a través de mandaderos, ejecutores, sicarios o interpósitos verdugos. Asegurar Justicia, no ajusticiar.
Pero además, desde los primeros momentos del cambio de gobierno, de la alternancia en el poder público, es imperativo e impostergable tomar todas las previsiones necesarias, para asegurar que el desastre ocurrido y en el cual se está sumido, no se repita o profundice. Bien se sabe, que “el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones”.
Rescatar, no empeorar con los que llegan y pronto se irán. Quienes sin duda, están expuestos también a ser ineficientes y delincuentes en el gobierno.
Como en todo equipo y más de alianza, hay gente valiosa y otra dudosa; hay de reconocido prestigio y también de cuestionada fama.
Sin duda, unos y otros deben responder a la oportunidad que les da quien los designa, pero más a quienes los sostienen, pagan y deben servir. Urgen servidores públicos que sirvan al pueblo, no que se sirvan de él.
Hay que incluir en esta resumida apreciación, a quienes fueron electos como diputados, cuya fama de irresponsabilidad y docilidad del cargo, tendrán que superar con trabajo y resultados; y también, a jueces y magistrados, cuya costosa presencia solo se justifica con eficiencia y combate a la delincuencia.
Repito, unos y otros tienen oportunidad, no concesión o franquicia. Tanto designados, como electos deben responder de lo que hagan o dejen de hacer, de lo que omitan o permitan.
El cambio de gobierno en Veracruz no se trata solo de alternancia de partidos políticos en el poder; tampoco es solo del relevo, de un grupo de profesionales de la política. Menos de una banda por otra.
Lo que Veracruz ordena, quiere y requiere es un cambio real y no más de lo mismo.
Del régimen que apenas empieza, alientan acciones que lo perfilan; pero preocupan indicios de intenciones de autoritarismo, represión, control y manipulación social; y molestan, las que exageran y salen del contexto de la realidad, plena limitaciones y sacrificios a que se ha llevado a millones de veracruzanos, así como las que pudieran afectar, la garantía y respeto a libertades y derechos individuales y sociales.
En fin, apenas hace unos días que la nave se hace a la mar, con capitán y tripulación a bordo. Cuenta con orientación y mapa de la travesía ordenada, no improvisada o a capricho del que manda…temas a comentar, de la bitácora del viaje que apenas empieza.
Por estas y otras razones, hay que dar oportunidad a quienes son ya los presuntos responsables, a que tomen posesión, se acomoden y pongan a trabajar de inmediato. Tienen 51 semanas para rescatar Veracruz…
Transparencia hace la diferencia. ¿Cómo va la entrega decepción?
*AcademicoIIESESUV@nullRafaelAriasH.Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasHdez