Siguen apareciendo los mensajes que refuerzan esa retorcida teoría de que la lucha por la gubernatura no fue tal, pues los dos más fuertes candidatos, los primos hermanos Miguel Ángel y Héctor, habrían alcanzado un acuerdo «en lo oscurito».

Y es que Héctor Yunes Landa no deja pasar ocasión para «sumarse» a las tareas de su pariente y expresar sus múltiples coincidencias, no sólo en la sangre, sino -lo más preocupante- en la concepción del Veracruz que ambos buscan.

Hoy sabemos que Héctor Yunes tiene «plena coincidencia» con su primo hermano, en el diagnóstico de Veracruz y en la identificación de los responsables.

También nos enteramos de que ambos coinciden «en la necesidad de construir un gran acuerdo, no sólo político, sino social, para superar los problemas del estado».

En un comunicado emitido por el senador priista, dice también coincidir «plenamente» en la aplicación de la agenda de justicia y aplicación irrestricta de la Ley.

Y coinciden en los apellidos, y en su lugar de origen… y hasta en sus rencores.

La campaña fue, por lo tanto, más que un contraste de propuestas, una declaración conjunta y la invitación a los ciudadanos para que se inclinaran por cualquiera de ellos, menos por el tercero en discordia, aquel al que señalaron de ser «el candidato de Javier Duarte», el abanderado de Morena, Cuitláhuac García.

Héctor Yunes Landa dice recibir con apertura el discurso de su primo hermano, aunque advierte que lo hace de manera «reservada» y que estará atento a que «la convocatoria discursiva se traduzca en acciones que respalden las expresiones de buena voluntad”.

Anda tan de buenas con su pariente (ese mismo que se atrevió a meterse con su padre y con su hija, en los momentos más ríspidos de la campaña) que soslaya la descortesía -que él insiste en que fue «error de logística»- de que no le hayan asignado lugar en el recinto legislativo durante la ceremonia de toma protesta al nuevo Gobernador, lugar que sí tuvieron sus compañeros en la Cámara Alta Fernando Yunes y Pepe Yunes.

Su mensaje fortalece las reiteradas expresiones de Andrés Manuel López Obrador en el sentido de que «el PRI y el PAN son lo mismo» y refuerza la especie que se escucha en todos los ámbitos políticos, de que rumbo al 2018, azules y rojos trabajarán como bloque (extraoficial, obviamente) para impedir el triunfo del dueño de Morena.

Para esto sirven transiciones tan drásticas como la que se está dando en Veracruz. Para saber de qué están hechos nuestros políticos. El caso de Héctor Yunes se asemeja mucho al de un panista de origen, Gerardo Buganza Salmerón, quien se dijo «robado» en el 2004, en la campaña por la gubernatura, y terminó haciendo negocios con su victimario, Fidel Herrera. Y después, en el 2010, abandonó el PAN quejándose de que su dirigente nacional lo traicionó para favorecer a Yunes Linares, y se sumó al equipo de trabajo de Javier Duarte. Hoy recibe con los brazos abiertos a ese mismo Miguel Ángel Yunes. Todo sea por estar cerca del poder y gozar de sus beneficios.

Tampoco se trata, por supuesto, de confrontar la decisión popular. Los veracruzanos optaron por Yunes Linares y decidieron que su primo Héctor Yunes no era la mejor opción para gobernar Veracruz, a pesar de que ambos hayan presentado propuestas similares.

Hoy lo que toca es seguir trabajando por Veracruz desde la trinchera que cada uno eligió. Eso, más que las reiteradas justificaciones, es lo que permitirá apreciar a quienes tienen verdadera voluntad de servir a su pueblo, y no servirse de él.

filivargas@nullgmail.com