El primer domingo de junio de este año vino la debacle priista en las elecciones para gobernador en 12 estados. El PRI perdió en siete de ellas, es decir, se quedó con cuatro menos de las que tenía hasta ese momento. De inmediato, los militantes de esa agrupación culparon de la derrota a los malos gobiernos de varias de esas entidades, particularmente en Veracruz, Chihuahua, Tamaulipas y Quintana Roo.

Adicionalmente, desde su toma de posesión, el nuevo dirigente nacional priista, Enrique Ochoa Reza, centró su discurso de renovación partidista en el combate a la corrupción, incluso si esto implicaba tener que señalar a gobernantes emanados de sus filas.

Simultáneamente, la Procuraduría General de la República decidió iniciar averiguaciones previas por las denuncias de la Auditoría Superior de la Federación y el Sistema de Administración Tributaria.

Finalmente, después de que se reuniera con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, Javier Duarte solicitó licencia a su cargo, supuestamente para defender su nombre y enfrentar las acusaciones que le hacían. Y, una vez que se concretó la designación de Flavino Ríos Alvarado como mandatario interino, se multiplicaron los apoyos federales a Veracruz: Osorio Chong anunció que la Marina asumiría directamente el mando de la seguridad en el sur del estado, añeja demanda de los veracruzanos; el conflicto magisterial que ya amenazaba con paralizar varias ciudades entró en un impasse también gracias a la gestión del gobierno federal y, finalmente, todo indica que la Federación acudirá al rescate financiero de la entidad y otorgará un “apoyo” extraordinario de 11 mil millones de pesos, equivalente al pasivo revolvente, es decir, las cuentas por pagar.

La única explicación lógica a tanto cambio de señal y el atípico comportamiento del priismo tiene que ver con dos hechos concurrentes: Veracruz tendrá elecciones de gobernador nuevamente en 2018, que coincidirán con la elección presidencial, y la importancia de la entidad en las aspiraciones priistas por retener la Presidencia de la República.

Veracruz tiene 6.5 % de los electores nacionales y, aunque el PRI no es el partido que más votos ha cosechado en las últimas tres elecciones presidenciales, en la de 2012 Veracruz le aportó 6.3 % de los poco más de 19 millones de votos que recibió Peña Nieto (y 242 mil votos más que el Verde en todo el país).

Además, de los siete estados que concentran 49 % de la lista nominal de electores nacional (Estado de México, Ciudad de México, Veracruz, Jalisco, Puebla, Guanajuato y Nuevo León), el PRI únicamente es gobierno en dos… pero en cinco se celebrarán elecciones a gobernador, concurrentes con las presidenciales de 2018. En cuatro de esas cinco, el PRI no gobierna.

Ante la previsible embestida, Miguel Ángel Yunes Linares anuncia que dará a conocer información, el primero de diciembre, que cimbrará al país. La mejor defensa es el ataque, dice una máxima deportiva