La incursión y la deserción de JazzUV son los temas de esta segunda parte de la conversación con la cantante, multiinstrumentista y compositora Alejandra Paniagua.

The Wonder Years

Antes de terminar el año del diplomado, descubrí el Festival de Jazz de JazzUV, recuerdo que fui a la clausura a la Casa del Lago y cuando llegué estaban tocando Rudyck Vidal, Paquito Cruz y Marilyn Castillo, había muchísima gente. Cuando escuché cantar a Marilyn dije wow, yo quiero cantar así, yo quiero hacer justo lo que ella está haciendo con la voz porque en ese momento escuchaba mucho la radio y estaban muy recientes Regina Spektor, Amy Winehouse y toda esta ola de chicas con timbres curiosos y que hacían cosas jazz.
Después de escuchar eso ya no quise terminar el diplomado. Fui a JazzUV, investigué y me inscribí en los cursos preparatorios. En esa época eran cuatro semestres, hice el examen y me pusieron en el segundo, ahí fue donde empecé en el canto jazz. Me dio clases Noila [Carrazana] y fue un gran impulso para mí. Más que musical, fue de actitud, sembró en mí la semillita de la búsqueda constante, me decía nunca te acostumbres a lo que ya sabes, siempre busca más, no solo en el canto sino en ti misma. No te acomodes, si ya puedes hacer algo, sigue adelante, siempre puedes hacer un poco más.
Para mí fueron los años maravillosos de JazzUV, la escuela todavía estaba chiquita, todavía había un ambiente de camaradería entre alumnos y maestros, todavía no había distancia, en los festivales, uno podía estar más cerca de los artistas. Aparte de Noila, los maestros que siempre tengo muy presentes son Rudyck Vidal, Gustavo Bureau, Paco Castañeda, Aleph Castañeda, Raúl Gutiérrez. Había algo muy especial, una cohesión, un ambiente muy familiar dentro de la música, ellos realmente querían que tú aprendieras, no solo eran musicazos sino que sí inspiraban, realmente, a aprender y en las clases se notaba una devoción por aprender.

¿A dónde fue esa vida azul?

Se quedaron en el viento
las canciones que cantaste para mí.
¿Y a dónde fue mi vida azul
que pintaste tú aquel día de mar?
(Alejandra Paniagua)

Después me metí a la licenciatura y todo empezó a cambiar, el plan de estudios se volvió más rígido, más académico, más de cumplir con horas, materias, tareas y todo eso, ya todo se medía por números, no tanto por la capacidad que tuvieras, y se empezó a abrir un abismo entre alumnos y maestros. En un momento decidí tomarme un descanso de la licenciatura, había cursado un año, me di de baja un semestre y seguí haciendo mis cosas.
En ese semestre me enfoqué más en el arpa, dejé de tomar clases con José Luis Arauz y me pasé con Rafael Domínguez, arpista en Voces Veracruzanas y maestro en Sonarte. Él tiene una visión más de improvisación, de descubrir un poquito más, pero yo siempre sentí que no me podía hallar con ningún maestro, nunca logré una relación discípulo–maestro, realmente, con nadie, con ningún maestro de arpa, con ninguna maestra de canto, nunca logré decir wow, lo voy a seguir al pie de la letra porque aquí está la verdad, cosa que la mayoría de mis compañeros de la escuela sí lograban. Yo siempre fui muy dispersa en ese sentido, buscaba en internet y en otros lados, yo misma fui trazándome una especie de ideal y hasta la fecha no lo he encontrado, estoy en una búsqueda permanente.
En ese semestre que estuve fuera de la escuela, me dio clases particulares Paty [Ivison] y ella también me vino a salvar la vida de muchas maneras, psicológicamente sobre todo porque yo venía arrastrando un problema de volumen, de potencia de voz y eso se asociaba a bloqueos personales, ella me ayudó en ese aspecto.

Vuelvo, de nuevo, yo a ser

Realidad, realidad
vuelvo, de nuevo, yo a ser.
(Alejandra Paniagua)

Después de ese semestre regresé a la escuela, lo volví a intentar pero ya era demasiado el cambio para mí, después de esos años maravillosos (yo les digo así), JazzUV ya no volvió a ser igual, se fue Paco Castañeda, se fue Rudyck Vidal a Estados Unidos, Tavo [Gustavo Bureau] se fue a estudiar a Puerto Rico. De repente toda esa familia se empezó a disipar y la escuela fue tomando un perfil más radical, empezaron a traer maestros de Berklee para hacer una especie de réplica en Xalapa, lo cual me hizo y me sigue haciendo mucho ruido pues no se toma en cuenta la educación del jazz en el contexto social real en el que vivimos aquí, como una cultura que ya es rica por sí misma y es discriminada. Hay una línea muy delgada entre el aprendizaje del lenguaje del jazz y el malinchismo musical. Ese cambio no terminó de cuajar en mí porque yo sí trato de tener una relación permanente con las raíces, por ejemplo con el son jarocho, que es muy de aquí.

Alejandra Paniagua con la comunidad JazzUV (Foto, Cecilia Cancino)
Alejandra Paniagua con la comunidad JazzUV (Foto, Cecilia Cancino)

Después de ese nuevo intento en JazzUV me di cuenta de que ya no podía seguir y ni siquiera me di de baja, nada más dejé de ir. Venían los exámenes finales pero yo ya estaba de lleno componiendo canciones y queriendo hacer algo con el son jarocho pero un poco más moderno
Siempre he tenido la inquietud de hacer muchas cosas con la música porque me gusta el jazz, me gusta cantar en inglés pero también me gusta el son jarocho y me gusta componer entonces yo estaba con la angustia de cómo organizar todo eso. No me puedo especializar en una sola cosa, siempre tengo que estar haciendo varias cosas dentro del mismo campo y justo en esa búsqueda me agarró la escuela, ya no podía seguir ahí, era demasiada información, era muy perfilado a ser jazzista, además había conflictos en el área de canto porque no había un plan de estudios bien estructurado, cambiaban de maestro cada año y era muy caótico.
Fue una decisión bien difícil porque yo soy súper amiguera y creo vínculos, al menos de mí para afuera, bien entrañables. Todo mundo me decía ¿qué vas a hacer?, te vas a volver «nini», ¿qué va a ser de ti? Además siempre está presente el papel [título]. Estaba empezando con mi tema de tesis y agarré de sorpresa a Diego Salas, que era mi maestro de Metodología de la Investigación, porque le dije ¿sabes qué?, ya no te voy entregar el trabajo del parcial final porque ya no puedo seguir, ya estoy desencantada, no es con tu materia, es en general, ya no es lo mismo. Él trató de convencerme, me dijo no te salgas, podrías conseguir becas. Me dijo muchas cosas pero ya lo había decidido
Mi familia siempre me ha apoyado en todas las decisiones que he tomado pero a mi abuelo sí le costó trabajo aceptar que dejara la escuela, me decía es que el papel, el papel porque uno nunca sabe. A mí, realmente, nunca me ha preocupado ese aspecto, yo sé que si se hacen las cosas con pasión, si uno está chambeando en lo que cree, las cosas se van a dar y van a salir.

PRIMERA PARTE: Encuentro de los mundos

TERCERA PARTE: Tiempo de vibrar

 


 

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