A Miriam. Por nueve años de

construir el futuro en familia

 

Hace 30 años, en la madrugada del 26 de abril de 1986 ocurrió el que ha sido calificado como el peor desastre nuclear de la historia. Uno de los cuatro reactores de la planta de Chernóbil, en Ucrania, que entonces formaba parte de la Unión Soviética, explotó y causó un incendio que liberó enormes cantidades de partículas radioactivas a la atmósfera.

Como consecuencia directa del accidente murieron 31 personas. Pero aún continúan investigándose los efectos a largo plazo de la radiación, como el cáncer entre generaciones. Tras el accidente fue decretada una zona de exclusión de 30 kilómetros alrededor de la planta nuclear, la cual cubre un área de aproximadamente 2 mil 600 km2 en Ucrania donde aún hay restos de contaminación radioactiva y donde el acceso está restringido.

Toda proporción guardada, Veracruz se ha convertido también en una especie de zona de exclusión, a causa de un gobierno radioactivo de doce años.

Miguel Alemán Velasco, entonces gerente de la planta nuclear que abastecía de energía y riqueza al país entero, dejó correr una serie de deficiencias; relajó los mecanismos de supervisión y control, y empezaron las primeras fallas. Así, como la humedad, como una radiación nociva pero controlada, Fidel Herrera Beltrán empezó a apoderarse de la nucleoeléctrica.

La planta se volvió burocrática y obsoleta; se eliminaron los manuales de operación, los mecanismos de vigilancia y convirtieron a la entidad pública en una gran empresa privada donde no había el menor cuidado para su administración y mantenimiento. Las fallas se empezaron a multiplicar, y entonces la población se dio cuenta que algo andaba mal.

Se registraron accidentes menores que fueron ignorados; los ciudadanos empezaron a resentir los primeros apagones. El costo de la luz se incrementó. La prosperidad que había representado la planta nuclear ya no existía y su funcionamiento empezaba a convertirse en un riesgo creciente.

El nuevo gerente prescindió de los viejos ingenieros, los de mayor experiencia, para dar entrada a una serie de jóvenes técnicos ávidos de riqueza y poder. Poco sabían del funcionamiento de la planta, y menos aún, de las consecuencias de un eventual accidente.

Con el reactor nuclear fisurado, el edificio lleno de fallas estructurales, con una gran deuda a causa de que los gastos fueron mayores que los ingresos financieros, exento de visitas de supervisión y con una planta laboral improvisada, la nucleoeléctrica cambió nuevamente a su gerente.

Y entonces vino el desastre. Nadie se ocupó de vigilar que siguiera produciendo energía, que se cuidaran sus estándares de calidad y sus protocolos de seguridad; que laboraran los más capacitados ante lo delicado del manejo de la planta; y que hubiera una administración eficiente que garantizara solventar las deficiencias heredadas, para actualizar la planta como lo hacían en el resto del mundo.

Por el contrario, la planta y su funcionamiento se dejó al garete. Los accidentes se multiplicaron hasta llegar al riesgo máximo. Y pasó lo que tenía que pasar: la planta nuclear explotó. Y cuando eso sucedió, los responsables ya no estaban ahí.

Así, las muertes violentas en Veracruz se contaron por más de cinco mil. Quebraron muchas de las empresas que prestaban servicios a la planta. La radiación contaminó todo a su alrededor: al Poder Judicial, al Congreso, a las instituciones del Ejecutivo. Se malbarató la educación y se despojó a la salud de hospitales equipados y suficientes. Los trabajadores dejaron de percibir su salario, por lo que cerraron los accesos de la planta.

No se construyó infraestructura para establecer rutas de evacuación y la empresa prescindió de los servicios de seguridad, siendo fue presa fácil de la delincuencia y el vandalismo.

La onda expansiva del gobierno radioactivo se convirtió en inseguridad y pobreza. Muchos abandonaron sus poblaciones hacia un lugar más seguro. Quienes se quedaron, padecen de los efectos de la radiación social, política y económica. La riqueza desapareció de golpe.

Hoy todo mundo busca al último gerente de la planta nuclear. Como en Chernóbil, podrían pasar varias generaciones antes de que vuelva a crecer naturaleza viva en nuestro estado. Las ruinas de la economía, de la educación, de la salud, pero sobre todo, de la seguridad pública, prácticamente han hecho inhabitable esta zona de exclusión.

A diferencia de Veracruz, en Chernóbil al menos ¡los evacuaron a tiempo!

La del estribo…

¿Coincidencia o destino? 1. Osorio Chong pide a Yunes Linares “dejar las declaraciones y ponerse a trabajar en los problemas de Veracruz”, adelantando el fallo del TEPJF; nada dijo de sus pendientes con la justicia. 2. La Comisión Nacional de Justicia Partidaria del PRI acelera el procedimiento que le sigue a Javier Duarte; considerando que no se presentará a su audiencia el próximo martes, la expulsión es inminente. 4. Extraditan a Zhenli Ye Gon. Parece que de Veracruz a Barcelona, la suerte está echada.