Estoy plenamente de acuerdo con el titular de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong: La delincuencia ha aprovechado los vacíos que deja el relevo político en la entidad, para hacer de las suyas.

Es por eso que los temas de seguridad y política no deberían estar vinculados. Es por eso que antes de la actual administración había un área responsable de la política en el país (Gobernación) y otra encargada de atender el combate a la delincuencia (Seguridad Pública).

Este lunes visitó el sur de la entidad veracruzana el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quien además es el coordinador del gabinete de seguridad del gobierno federal.

En el diálogo con los medios de comunicación, el funcionario anunció que la Secretaría de Marina asumirá el mando de las tareas de seguridad en el sur de la entidad y recriminó que los municipios y el estado no estén haciendo su parte en el combate a la delincuencia.

Aunque no lo admitió así, para todos está claro que las medidas que está tomando el gobierno federal en Veracruz, son consecuencia de la salida de Javier Duarte, y la llegada de Flavino Ríos para concluir la actual administración.

Más allá de las mutuas acusaciones (entre Javier Duarte y Miguel Ángel Yunes Linares) de presuntas complicidades con las principales bandas de la delincuencia organizada, lo cierto es que la crisis financiera que vive Veracruz impactó también en los esfuerzos por abatir la incidencia delictiva.

La penetración de las bandas criminales entre las corporaciones policiacas era evidente desde hace más de una década en Veracruz y los esfuerzos estatales y federales para «limpiar la casa» fueron insuficientes.

Hubo etapas en las que la incidencia delictiva en la entidad se redujo, pero no había forma de relacionar esas mejorías con acciones específicas de los tres niveles de gobierno. Lo que sucedía es que las bandas habían centrado su atención en otros puntos del país y eso daba como consecuencia que Veracruz «se enfriara», hasta que otra confrontación entre los grupos que pretenden dominar este territorio, provocaba que se volviera a «calentar».

Llama la atención la prontitud con la que está actuando el gobernador interino, Flavino Ríos Alvarado, sabedor de escasísimo tiempo que tiene para entregar el primero de diciembre un estado «gobernable».

Apenas rindió protesta cerca de la media noche del pasado miércoles y ya logró reunir en el sur de la entidad (la zona más caliente en el tema de delincuencia de alto impacto) a los más altos mandos del Ejército, la Marina, la Policía Federal y al propio secretario de Gobernación.

Este martes tiene previsto un viaje a la capital del país, en busca de apoyos financieros inmediatos para superar la crisis de liquidez que enfrenta su gobierno y entre una tarea y otra se está dando tiempo para reorganizar al gabinete y poner a trabajar a todos para que el estado avance.

Los esfuerzos del gobernador interino son más evidentes cuando venimos de una etapa oscura, en las que la administración estatal había caído en la inmovilidad. Los titulares de las dependencias no acudían a sus oficinas, pues temían encontrarse con largas filas de acreedores y además poco o nada se podía hacer si no había recursos para las tareas más elementales.

Hoy Veracruz se empieza a mover. Lo hace con lentitud, pero no deja de avanzar. Estas podrían ser las primeras señales de una recuperación, tanto en lo político, como en lo económico y en materia de seguridad.

Si todos se concentran en hacer lo que les toca, seguramente Veracruz se levantará.

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