En las dependencias estatales, los pequeños príncipes y princesas se andan jalando de los pelos no solo porque ya se avecina su salida (con la novedad de que les será casi imposible engancharse al próximo gobierno), sino además porque ya no tienen ni viáticos para moverse por la entidad o para ir de compras a la Ciudad de México o al estado de Texas, ni para cargar la gasolina a sus camionetas para llevar a los niños a la escuela o para comprar la abundante despensa con cargo al erario.

Aunque sus salarios, compensaciones, diezmos, mochadas y demás negocios al amparo de un gobierno que solo se preocupó por abultar las cuentas bancarias personales, no son precisamente exiguas, secretarios, directores generales, directores y jefes de oficina sienten que la pobreza se ha instaurado en sus hasta hace cuatro meses vidas de ensueño y buscan a como dé lugar recuperar el tesoro perdido.

La cercanía con la terminación del gobierno, sin la posibilidad de un pago de marcha porque el de todos ya se lo llevaron a Casa Veracruz, ha puesto en condición de pánico a muchos funcionarios que se han mantenido en la nómina y en el negocio público al menos en los últimos dos sexenios, y tratan de sacar las últimas gotas presupuestales de sus propios trabajadores, a los que les agrandan las ‘voluntarias’ aportaciones cada que cobran sus quincenas.

Y el problema es que sus estrellas políticas languidecen, ya no tienen mucha posibilidad de usar los escaparates mediáticos para promoverse ante los que vienen y, aunque varios han sido precavidos y han buscado los más inusitados conductos para acercarse con Miguel Ángel Yunes Linares o sus hijos, para ofrecerles información a cambio de empleo, lo cierto es que la mayoría están fritos.

Bien les haría no buscar trabajo sino impunidad. El equipo del próximo gobernador, en efecto, buscará de inmediato atrapar a los peces más gordos (hablan de Fidel Herrera y Javier Duarte) y de gente de alto nivel vinculada con ellos, como el exsecretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez, o el actual titular de Sefiplan y sus antecesores, los funcionarios de Salud y Educación e, incluso, varios diputados locales que habrían incurrido en actos ilegales al aprobarle de todo a Duarte.

Pero, tras estos espectaculares golpes a la corrupción, o al mismo tiempo, el próximo gobierno seguramente expurgará los papeles de todas las dependencias y organismos autónomos, donde seguramente encontrará material suficiente para procesar y llevar a la cárcel a decenas o cientos de funcionarios de bajo perfil y empleados que igualmente robaron, defraudaron, desviaron recursos, aplicaron descuentos ilegales a su personal, exigieron diezmos y alcabalas a proveedores o simularon compras.

Hay muchos de estos personajes en pequeñas dependencias como la dirección de Apoyo a Migrantes, Cecytev, Instituto de Espacios Educativos, Atención Integral a Víctimas del Delito, Oficialía Mayor de la SEV y demás direcciones y jefaturas de oficina donde se hicieron carreras meteóricas de expertos en el fino arte de la corrupción, en una universidad que tuvo como rector al mismísimo Javier Duarte de Ochoa.

Miles de trabajadores y empleados públicos estarán dispuestos a atestiguar en contra de quienes todavía hoy son sus jefes para evitar que sean mantenidos en sus puestos. En varias áreas hay pavor porque los directivos han soltado la especie de que ya se han enlazado con el gobernador electo y, a cambio de otorgar información clave que sirva para entambar a Duarte, les han prometido mantenerse en sus puestos e, incluso, escalar. Mal haría Miguel Ángel Yunes si mantiene esas lacras abrevando de la hacienda pública.

EL RECREO

Es tan grave la situación financiera del Gobierno del Estado que este martes a mediodía se cayó la página de Comunicación Social y solo la recuperó cerca de las 19:00 horas. Los malpensados y malquerientes afirman que todo fue por falta de pago.

Editora de Gobierno, cueva de ladrones

Quien anda muy movida para retirarse con un buen pago de marcha es la directora de la Editora de Gobierno, Elvira Valentina Arteaga Vega, señalada desde 2013 de múltiples irregularidades en su gestión en una dependencia a la que ni siquiera asiste, mucho menos en estos días en que realiza los últimos preparativos de su boda, que será este sábado con Fernando Ocampo Paniagua.

Algunos empleados se han acercado a este reportero para señalar la forma tan descarada en que esta mujer, quien tiene la Notaría Pública No. 34, a la que se dedica de cuerpo entero, logra pingües ganancias a través de José Luis Lazcano Moreno, jefe del área financiera, quien según dicen es el responsable, entre otras cosas, de recibir el diezmo, requisito indispensable para que los trabajos de edición que se encargan se entreguen en tiempo y forma, aduciendo que la fuerte carga de trabajo siempre impide cumplir los compromisos. Y es que todo parece indicar que también realizan trabajos particulares cuyos pagos no reportan a la instancia correspondiente.

Ese simple trabajo y el hacer la chamba de su jefa, quien nunca asiste a su oficina, le permite ganar como jefe de oficina, un salario por cierto que no explica su tren de adquisiciones tanto de bienes inmuebles como de vehículos, de los que siempre se vanagloria cuando se le pasan las copitas.

En efecto, aunque tiene un sueldazo de 30 mil pesos más compensación, pues se hace pasar como el verdadero director de la Editora ante la ausencia de la titular, Lazcano Moreno acaba de estrenar un automóvil Jetta 2016 blanco (placas YLC 7500, de Veracruz), que compró al contado, y aunque maneja un domicilio en la colonia Unión Xalapa, por la Carolino Anaya, en realidad tiene su residencia en el Fraccionamiento Las Ánimas.

Tanto Lazcano como su jefa Elvira Valentina esperan con ansias que se ordene a esa dependencia el trabajo de edición del último informe de gobierno de Javier Duarte de Ochoa, quien ha de tener fuertes compromisos con esta abogada porque desde 2013 se le ha denunciado por no hacer su trabajo y, en cambio, usar la maquinaria para hacer negocios personales, sin que se le haya tocado con el pétalo de una amonestación.

Aunque esperaban hacer negocio con la basificación de varios empleados, a quienes les cobrarían su trámite, lo que no sucederá, la directora que gobierna a distancia, usando su teléfono inteligente y el correo electrónico, sí podrá sacar los gastos de su boda y su luna de miel pues prácticamente triplicará, como cada año, el costo de la impresión de los mamotretos que presenta Duarte a la Legislatura.

Extraña que no se le haya hecho nada porque, desde hace tiempo, esta señora es señalada de dilapidar el presupuesto de la Editora de Gobierno usando a familiares, como su padre Marco Arteaga, encargado de las compras de papelería, equipo de cómputo, mantenimiento, pintura, entre otras actividades, de donde en su momento supo sacar buenos dividendos al reportarlos con costos más altos de los reales.

Además, Arteaga Vega ha logrado disminuir el gasto corriente de su Notaría Pública, pues su personal cobra en la nómina de la Editora e, incluso, vehículos de la dependencia son usados para el trabajo en su oficina.

Si la próxima administración no castiga estos actos fraudulentos en niveles burocráticos menores, el problema persistirá, y estos personajes se irán impunemente a disfrutar lo que han robado.

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