La experiencia de Puerto Rico, el regreso a Xalapa y los proyectos actuales son los temas que aborda Vladimir Coronel en esta parte final de la conversación.

Momento borincano

Estuve cuatro años en Puerto Rico, me tocó toda la mexicanada allá, éramos como 15 mexicanos, y todos amigos, entonces no me sentía tan solo. Ésa es otra, siempre he tenido la fortuna de estar rodeado de amigos, nunca me ha tocado vérmelas yo solito, sin conocer a nadie. Para mí fue una etapa muy padre la del Conservatorio porque ahí fue donde me di cuenta de que había muchas cosas que yo tocaba pero las hacía por intuición, realmente no sabía qué era lo que estaba haciendo. Ahí fue donde de verdad me puse a estudiar mi instrumento, aquí en Xalapa no estudiaba mucho, mi desarrollo siempre fue tocando.
Es lo que le digo a mis estudiantes ahora, los músicos de esta generación quieren aprender estudiando y en nuestra generación fue al revés, aprendimos a tocar tocando, eso es muy importante porque en ninguna vas a aprender a tocar, ahí vas a tener muchas herramientas teóricas y técnicas pero vas a aprender a tocar en el ruedo
Llegué a Puerto Rico con un poquito de colmillo, como no empezaba a tocar no me daba miedo entonces, lo único que hice fue ponerme a estudiar y a aprender todo lo que podía, tenía maestros muy buenos como mi maestro de batería, Fidel Morales, un cubano.

Pero no olvides / que de acuerdo a las semijazz…

El cambio fue radical, no con la ciudad sino conmigo mismo porque no estaba acostumbrado a estudiar y allá había más exigencia y había que tener otro nivel de madurez para poder hacer los estudios, recuerdo que la primera vez que me puse a estudiar, no aguanté ni 20 minutos sentado en la batería. También me comencé desesperar porque no toqué nada en mi primer año de escuela y aquí en Xalapa estaba acostumbrado a tocar cuatro veces por semana entonces ese año fue, no depresión, pero sí muy fuerte porque nada más toqué encima de los discos y en los ensambles de la escuela.

Vladimir Coronel en el Conservatorio de Música de Puerto Rico (Foto tomada de su cuenta de Facebook)
Vladimir Coronel en el Conservatorio de Música de Puerto Rico (Foto tomada de su cuenta de Facebook)

En Puerto Rico no es fácil tocar porque hay muchos círculos: el círculo de jazz, el círculo de la salsa y mis compañeros del Conservatorio ya tenían una trayectoria, uno era timbalero de la Sonora Ponceña, otros tocaban con Gilberto Santa Rosa, ya eran músicos profesionales pero querían aprender otra cosa entonces, cuando se abrió el Programa de jazz y Música Caribeña del Conservatorio, fue muy novedoso para ellos.
Tuve muchos compañeros que ahorita están en Nueva York haciendo muchas cosas interesantes pero hubo uno en especial, Pedro Pérez, bajista, que se graduó de contrabajo clásico en el Conservatorio pero fue bajista de Eddie Santiago, de Gilberto Santa Rosa, de Isaac Delgado (grabó muchos discos con él), de Andy Montañez, de todos ellos. Tenía sesenta y tantos años y se graduó dos años antes que yo. Aprendí muchísimo de él, me llevaba su camioneta a los bailes y eso fue lo que me ayudó a entender la idiosincrasia de la isla, eso fue también muy importante porque no había mucho swing, no se tocaba mucho jazz.
Antes de irme me decían ¿para qué te vas a Puerto Rico si allá no hay mucho jazz?, mejor vete a Nueva York pero también me gustaba la música latina, nunca me he encasillado en ser jazzista, quería seguir trabajando toda la onda de la percusión y fue importante porque, al no haber ese ambiente de jazz, traté de que lo hubiera en mí entonces tuve más chance de ponerme a estudiar los discos de jazz para entenderlos mejor. Mucha gente del Conservatorio estaba metida en el ambiente del swing entonces, todos los jam que había ahí eran de swing. Eso fue algo muy padre porque tenía las dos corrientes que me metieron a la música, la cuestión afrocaribeña y el jazz.
Fue una etapa de estar bien clavado en el estudio pero no estudiaba para generar virtuosismo sino para entender mi instrumento, mucha gente piensa que uno se va y tiene que regresar siendo un monstruo pero yo me fui, realmente, a conocer mi instrumento. Solamente así puedes enseñar a otra persona porque a veces somos muy buenos instrumentistas pero a la hora de dar clases o a la hora en que te preguntan algo, ya es otra cosa, pero ese es otro tema. Me clavé mucho estudiar mi instrumento, a entender qué hacía esta mano y qué hacía la otra, a investigar cómo tiene que sonar del swing, cómo tiene que sonar lo brasileño, a entender cada estilo. Siempre me ha gustado la cuestión estilística y ese era mi estudio, aparte del material que veía en las clases.
Para entrar al Conservatorio, tienes que mandar tu video y te aceptan solamente si tienes buen nivel. Como pude entré y estando ahí me hicieron el examen de teoría y me acomodaron en el nivel que me tocaba. Después me hicieron el examen de big band y no pegué ni una nota de lo que estaba en el papel, ahí es cuando dije tengo que ponerme al tiro porque ya es la de a de veras, no es que aquí no hubiera sido de a de veras pero estando allá ya tienes que sentar cabeza y ponerte a estudiar en forma.
Obviamente no entré al big band, estuve en un ensamble chico, no me acuerdo si era cuarteto o quinteto. En esa época estaba Eddie Gómez como maestro en residencia (ahí me cayó el veinte de quién es él), iba a los ensambles, corregía cosas y tocaba con nosotros. Como éramos pocos en el departamento de jazz, éramos cincuenta y tantos entre todos los instrumentos, pues todos nos conocíamos y había mucha interacción entre maestros y alumnos.

…así serán / los frutos que recogerás

Al segundo semestre, de enero a mayo, un baterista del big band se salió y Marco Pignataro me dijo métete al big band, ahí vas a aprender. Entré y mejoré mucho la lectura y la interpretación, es lo que te digo, se aprende a tocar, tocando, no en el salón ni frente a un papel.
Después estuve en otros ensambles y estaba padre porque los dirigían músicos de renombre, tanto en la isla como en el medio: Charlie Sepúlveda, que fue trompetista de Dizzy Gillespie, Eddie Palmieri tenía el ensamble de latin jazz que sonaba tremendo y ahí aprendías toda la cuestión del latin jazz. Obviamente, tenías que llegar temprano, acomodar la batería, tener toda la música lista.
Empecé tocar en el ensamble de la maestra Brenda Hopkins, ella acababa de regresar de hacer un doctorado en Granada, España, y tenía su proyecto. Un día me llamó y me dijo oye, ¿no te interesa tocar en mi grupo?, entonces me le pegué y empecé a tocar allá tres o cuatro veces por semana, como lo hacía aquí. Ya tenía mis gigs en la semana, ya estaba en la escena musical y de repente me llamaban otros músicos. Me empecé a meter y empecé a tocar en varios proyectos de jazz, de latin jazz. Llegó un punto en el que yo ya trataba de estar en todo, cubría los veintitantos créditos de la escuela, que eran como 10 clases, y me metí a los recitales de graduación para tocar diferentes tipos de música. Empezaron a llamarme para los recitales seis meses antes, si iba a ser en diciembre, en marzo me estaban diciendo oye, ¿quieres tocar en mi graduación?
Toqué en el recital de un amigo que se llama Gabriel Vicéns y empecé a tocar en su proyecto y grabé su disco. En ese disco hicieron actuaciones especiales Eddie Gómez y David Sánchez, ésa fue de las mejores experiencias que pude haber tenido allá, haber grabado con esos dos personajes que admiro hasta ahora. Lejos de ser solo una grabación, lo importante fue el hecho de haber compartido con ellos en el estudio y de haber sido parte de una memoria. También grabé en el disco de la maestra Brenda y estuve haciendo varias cosas por allá hasta que me gradué, en el 2012, y me regresé a México.

Lucesijazz que, de lejos, / van marcando mi retorno

Miguel Cruz [director de JazzUV en esa época] ya sabía que me iba a regresar, me escribió y me preguntó si quería dar clases en JazzUV ya con lo que había crecido en la escuela, y en 2012 regresé a Xalapa, a dar clases. Estuve del 2012 al 2014 dando clases en JazzUV, esos dos años fueron muy importantes y muy trascendentales en mi carrera porque comencé a crecer en la cuestión pedagógica, a mí me encanta tocar pero también me encanta enseñar, el mismo placer que siento en un teatro o en un festival, lo siento en un salón dando una clase.

Vladimir Coronel (Foto tomada de su cuenta de Facebook)
Vladimir Coronel (Foto tomada de su cuenta de Facebook)

Después de dos años, por cuestiones personales, decidí regresar a Zacatepec donde radico actualmente. Es un pueblo chico en el que no hay dónde tocar (ni en Cuernavaca hay dónde tocar) pero hay mucha gente con hambre de tocar y hay muchos proyectos. Comencé a hacer cositas en el DF, me muevo mucho, duermo en Zacatepec pero voy al DF a tocar, a hacer diferentes proyectos.

Drumland

Al irme a mi tierra, inconscientemente comencé con un proyecto que ahora se llama Drum Art Institute, es mi escuela de batería. Cuando llegué me comenzaron a pedir clases en línea:
-A ver, ¿cómo?
-Pues nos conectamos por el Skype maestro y tomamos clases con usted
-Ah, perfecto
Y así empecé, primero con un alumno, después tenía dos y actualmente ya tengo una familia, yo le llamo así, grande de alumnos, ese es el proyecto en que estoy más metido. Monté un estudio en mi casa y desde ahí doy clases, eso requiere tiempo porque hay que preparar el material pero ya lo arranqué y tengo alumnos de Xalapa, San Luis Potosí, Tabasco, DF, me escribió una persona de Puerto Rico que también quiere tomar clases. También estoy en el proceso de escribir mi libro para batería, entonces paso tiempo escribiendo cosas.
También quiero grabar mi disco, ya terminé de escribir la música, son ocho temas, y estoy produciendo cosas para grabarlo el año que viene. En eso estoy ahorita, en mi escuela de batería, en mi libro, en mi disco, tocando con el trío de Édgar Dorantes y en muchos otros proyectos, tanto en el DF como en otras partes.

PRIMERA PARTE: Eu sei que eu vou tocar
SEGUNDA PARTE: The Feeling of Jazz



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