Es tal el descontrol en que se encuentra el tema de la seguridad pública en Veracruz que los dos contendientes a la gubernatura de Veracruz, uno perdedor, Héctor Yunes Landa, y quien será Gobernador a partir del 1 de diciembre, Miguel Ángel Yunes Linares, están pidiendo con carácter de emergencia la presencia de la Gendarmería Nacional, ante la incapacidad mostrada por los cuerpos policiacos estatales para contener la ola de violencia que ensombrece a cientos de hogares veracruzanos.

Y es que la cosa no es para resolverse mediante Twitter. Hasta hay quienes ya empiezan a extrañar a Arturo Bermúdez Zurita (que salió de la Secretaría de Seguridad Pública para “responder” a los señalamientos precisos de sus incontables bienes y empresas en el país y el extranjero), y nos uniríamos a la petición de su retorno de no ser porque sabemos a ciencia cierta que este tobogán en que se desliza a toda velocidad Veracruz rumbo al infierno lo instaló él, empinadito y con agua suficiente para favorecer la maniobra.

Desde el Senado, Héctor Yunes presentó un punto de acuerdo para exhortar al gobernador Javier Duarte de Ochoa a que solicite la intervención de la Gendarmería Nacional para reforzar la seguridad pública en distintas zonas de la entidad, y solicitó que la PGR atraiga el caso del asesinato de sacerdotes en Poza Rica.

Yunes Landa dijo que Veracruz es una de las entidades donde mayormente se cometen delitos de homicidio doloso y secuestro, y se refirió en particular a la zona sur, donde los municipios de Coatzacoalcos, Minatitlán, Cosoleacaque y Jáltipan se han convertido en sede recurrente de grupos delictivos, afectando las actividades económicas. Y es que, con base en cifras oficiales, en 2015 se cometieron 565 homicidios dolosos (1.5 cada día) y, hasta julio pasado, se tenían registrados 537.

Por su parte, Miguel Ángel Yunes Linares de plano planteó que el Gobierno Federal tome el control de la Seguridad Pública en la entidad y nombre a un Comisionado –como ocurrió en el caso de Michoacán– que se haga cargo de las corporaciones estatales durante los últimos 70 días que quedan del gobierno de Javier Duarte.

“No hay ningún límite ya, la delincuencia está operando con toda libertad y lo que es más grave, está operando con el apoyo del Gobierno del Estado, hay una complicidad total entre los altos mandos de seguridad pública y la delincuencia organizada”, dijo.

Sin embargo, estas peticiones hechas al presidente Enrique Peña Nieto, que han surgido incluso de alcaldes priistas, como el de Coatzacoalcos, Joaquín Caballero Rosiñol, quien ya no sabe con qué hechos de violencia va a despertar esa ciudad porteña, no ha tenido ninguna respuesta ni de Peña ni del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.

Es posible que si los veracruzanos tuviéramos la enorme capacidad económica de nuestros políticos, ya estaríamos exiliados en nuestras mansiones de Houston, Texas, a la espera de que acabe una pesadilla de la que Javier Duarte no puede ni quiere despertarnos.

EL RECREO

“A deshoras, he visto curas, sacristanes de corta edad, consumiendo bebidas embriagantes, y yo me pregunto ¿dónde están sus arzobispos? Y luego reclaman que los levantaron o que no sé qué, pero oye, preocúpate que un cura ande en la calle a deshoras y en qué condiciones, entonces, yo creo que los obispos tienen que redoblar el esfuerzo hoy más que nunca” (Parafraseando al vocero de la diócesis de Veracruz).

La Iglesia reacciona pero no ora por su grey

Debió tocar a dos de sus integrantes para que la Iglesia católica reaccionara poniendo en evidencia el estado de violencia que sufrimos los veracruzanos. Días antes, como en concierto, tanto el gobernador Javier Duarte como voceros de la Iglesia católica le echaron el bulto a los jóvenes y a sus padres por andar en la calle y exponerse a la acción de los grupos delictivos.

Hoy, en que por desgracia un cura y un sacristán de Poza Rica fueron levantados y asesinados el lunes, de todos los rumbos del estado los prelados han iniciado jornadas de oración para que cese la creciente inseguridad en la entidad. Lo mismo el obispo de Coatzacoalcos, Rutilo Muñoz Zamora, que el de Papantla (donde ocurrieron los asesinatos), José Trinidad Zapata Ortiz, levantaron la voz para ecigir justicia.

El propio arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, dijo en Poza Rica (a donde acudió al velatorio de los religiosos asesinados) que la inseguridad ya rebasó al gobierno y reconoció que en algunas parroquias del estado ya existen medidas de seguridad.

Este discurso se lo habían reservado los altos jerarcas católicos de la entidad, quienes guardaron silencio durante meses para no confrontarse con el gobernador Javier Duarte y, con ello, lograr la criminalización del aborto en Veracruz, que se logró el mes pasado con la reforma al artículo 4° de la Constitución local.

Quien no tuvo tiento para proferir hipótesis muy fuertes sobre las causas del asesinato, aunque apenas llevaban menos de 24 horas de iniciadas las indagatorias, fue el titular de la Fiscalía General del Estado, Luis Ángel Bravo Contreras, quien al ser entrevistado en Córdoba este martes señaló que los sucesos ocurrieron cuando las cosas se salieron de control al final de una farra en que participaban el cura y el sacristán asesinados, y sus victimarios.

Al negar que existiese en el doble asesinato algún vínculo con el crimen organizado, Bravo Contreras señaló que víctimas y victimarios se conocían, es más, estaban ingiriendo licor. Como para bajarle a la gravedad del asunto, dijo que no eran dos sacerdotes, sino solo uno y un sacristán, además del auxiliar de la parroquia, que fue el único que logró salvar el pellejo.

Y contó la historia: “Se robaron las limosnas y se llevaron dos vehículos. Estamos ya con identidades y en víspera de acudir al juez; el asunto está prácticamente esclarecido, nada más estamos en la búsqueda de los sujetos que son probables autores, y en constante comunicación con el Arzobispo. Hemos platicado con él, está enterado de la situación”.

Según el Fiscal, solo fue un asunto de borrachos. ¿Le agregará más detalles derivados de la investigación? Es posible que no, aunque en Poza Rica hay versiones muy sensibles sobre la actuación de estos religiosos.

¡Líbrenos el Señor de caer en sus habladurías!

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